¿Un paso en falso… o qué?
Algunos recientes intercambios de opinión con diferentes personas amigas y conocidas, me indican que sobre la recién aprobada Ley del Sistema Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia (Gaceta Oficial Nº 38.940 del 28 de mayo de 2008), pareciera haber entre los venezolanos y en el siguiente orden de importancia: 1º alto nivel de desconocimiento de su existencia y más aún de su vigencia; 2º una suerte de indiferencia presente en buena proporción de quienes la conocen o saben de su existencia; 3º cierta preocupación, pero neutralizada por la idea según la cual al gobierno le resultará imposible imponerla 4º) preocupación, pero mitigada por la idea de que el 23 de noviembre todo cambiará y 5º) gran preocupación e inquietud acompañada de cierto sentimiento de impotencia personal.
Si los referidos contactos fuesen indicativos de una tendencia generalizada en la opinión pública del país, sobrarían razones para estar extremadamente preocupados. Pero, no hay duda de que la llamada opositora dirigencia política en poco ayuda, con su silencio, para que los venezolanos podamos estar tranquilos y en calma.
He venido sosteniendo en el tiempo que el proyecto comunista no cesa de avanzar; que ante cualquier tropiezo o escollo que interrumpe su marcha, luego de un movimiento lateral o hasta de retroceso, nuevamente se impulsa. Gana el terreno que aparentemente ha perdido y logra situarse algo más próximo de su objetivo final. Esto sigue ocurriendo con independencia de los sucesivos descalabros y fracasos que el régimen y su principal mentor han venido sufriendo desde hace un año a esta fecha. Cada acontecimiento que se anuncia con ribetes de situación límite, pasa sin que nada ocurra para caer en otro aún más grave y así sucesivamente. Luego del 2 de diciembre pasado, el régimen se parece a esos boxeadores que sufren una tunda pavorosa en cada round, pero que son salvados por la campana para después levantarse a pelear el siguiente episodio y recibir otra peor. Pero la pelea sigue y el adversario que pega se va cansando.
El lider de la robolución se parece al jugador de rugby que recibe el balón en el centro de la cancha y se lanza en loca carrera hacia la meta. Golpea, patea y empuja a cuando contrario trata de impedir su avance que sigue inalterado. Indudablemente que si todo el equipo contrario se dedica a verlo en su carrera, terminará por marcar el tanto.
El objeto de la Ley recientemente aprobada en el marco de la llamada Ley Habilitante (numeral 9º del artículo 1º de esa Ley) es perfectamente comparable a lo que fueron los de las leyes de crearon la Gestapo y la SS de la Alemania nazi, la de la KGB soviética y sus múltiples gemelas que existieron tras la Corina de Hierro o del propósito del G2 de la Cuba castrista: instrumentos para segar todas las libertades de los ciudadanos; para aterrorizarles; para someterlos al control de sus más próximos en las familias, trabajos y más diversas actividades.
Los ejecutores de esta infame Ley no serán sólo policías ordinarios, sean nacionales o municipales, ni policías miembros de cuerpos especializados de policías políticas o especiales (como entre nosotros fuera la mal recordada Seguridad Nacional), sino todos y cada uno de los ciudadanos, funcionarios o no, políticos o no, por disposición expresa contenida en la referida Ley (artículo 16 Órganos de apoyo): «Son Órganos de Apoyo a las actividades de inteligencia y contrainteligencia, las personas naturales y jurídicas, de derecho público y privado, nacionales o extranjeras, así como los órganos y entes de la administración pública nacional, estadal, municipal, las redes sociales, organizaciones de participación popular y comunidades organizadas, cuando le sea solicitada su cooperación para la obtención de información o el apoyo técnico, por parte de los órganos con competencia especial. Las personas que incumplan con las obligaciones establecidas en el presente artículo son responsables de conformidad con la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación y demás actos de rango legal y sublegal aplicables a la materia, en virtud de que dicha conducta atenta contra la seguridad, defensa y desarrollo integral de la Nación.»
Un amigo que era nacional de uno de los países que se encontraba tras la Cortina de Hierro antes de la caída del sistema soviético, me relataba experiencias de su vida en aquella situación. Regía entonces en su apís una ley muy similar a la que ha sido aprobada en Venezuela. Mi amigo es músico y participaba en una orquesta integrada por amigos.Uno de los miembros del grupo musical fue llamado al «órgano de apoyo» de su localidad y allí se le pidió que diera informaciones sobre las actividades de los otros miembros de la orquesta, pero se le dijo que ninguno de éstos lo sabría. Mi amigo fue también llamado y recibió las mismas instrucciones. Pues bien, un día entre los días, uno de los integrantes del grupo habló mal del gobierno, cosa que repitió en varias oportunidades posteriores. Cuando mi amigo fue llamado por los miembros del «órgano», se le preguntó si había notado algo de anormal en su grupo orquestal. Él, naturalmente, lo negó. Otro día después fue de nuevo llamado. La pregunta fue la misma y la respuesta idéntica a la anterior. Así mismo ocurrió una tercera vez.
La cuarta vez fue llamado para apresarlo. Cuando lo llevaron para abrirle el proceso, le informaron que todos los miembros del grupo, excepto él, habían denunciado a quien había hablado mal del gobierno, quien a su vez era miembro activo del grupo político comunista de su zona. El único que no denunció fue mi amigo. Con muchas penurias logró, tiempo después, escapar de su país y se vino al nuestro. Hace poco, con mucho dolor, se marchó horrorizado por lo que está viendo venir.
No crean, amigos, en fantasías ni en sueños. No se hagan ilusiones tontas: nada puede excluir nuestros esfuerzos ni nuestros sacrificios. La libertad se conquista, no se mendiga.