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¿Qué es la verdad?

Jesús en el Pretorio guardó silencio a esta pregunta de Pilatos. El silencio del Divino Salvador tiene profundos significado y razón.

Entendamos, para comprenderlo, que verdad (como los demás Trascendentales del ser, que es análogo) es un concepto analógico, valga decir, que tiene diferentes formas que, sin menoscabo de la unidad de su significado, asume diferentes maneras de realizarse en una suerte de escala progresivamente creciente según los grados de participación en el ser.

VERDAD ÓNTICA: Es un primer nivel de la verdad: todo lo que es, es verdadero como tal. En efecto, el preguntar supone un preconocer de lo preguntado y también supone la posibilidad del conocer; toda pregunta es sobre lo que es y todo, en absoluto, es; de manera que puedo preguntar, en absoluto, por todo lo que es; por tanto, todo lo que es es conocible. Todo ente, por tanto, es conocible y a lo conocible lo llamamos verdadero; por tanto, todo ente, en cuanto es, es verdadero. Omne ens est verum. Esta es la verdad óntica: primera expresión de la verdad entendida como verdad puesta con el ser del ente y no es otra cosa que pura posibilidad de ser conocido.

Jesús no podía responder a Pilatos diciéndole: «yo soy». ..

VERDAD LÓGICA: Pero el ente, en tanto tal, se conforma al espíritu y le es asequible o inteligible. El conocer que deriva de esa asequibilidad o inteligibilidad, que es sólo posibilidad de ser conocido, se concreta en el acto humano de conocer que es inmanente al sujeto que conoce. El ente conocido es captado por el intelecto de quien realiza el conocer y eso que se capta, que es distinto al objeto en si, se pone en ese intelecto. Se realiza allí como tal modo de haber sido conocido.

Cuando ese modo de ser conocido que se pone en el intelecto del sujeto que conoce coincide con el modo de ser en sí del objeto o ente que se ha conocido, entonces se tiene la verdad lógica. Adaequatio inter ens et intellectum . La verdad óntica, en la realización de la relación del conocer, que se pone en la mente del sujeto que conoce, deja de ser posibilidad para transformarse en actualidad que es la verdad lógica: es la verdad del conocer en cuanto lo conocido en acto, coincide con la realidad objetiva del ente que es conocido.

Existe la posibilidad de que el ente sea conocido; existe también la posibilidad de que el espíritu del ser humano conozca al ente: luego, desde la perspectiva del conocimiento, el ente está ordenado al espíritu y el espíritu está ordenado al ente.

Jesús no podía responder a Pilatos: «tu sabes … qué…yo soy»; en verdad no lo sabía aunque pudo haberlo sabido.

VERDAD ONTOLÓGICA: Toda multiplicidad requiere de una previa unidad que la fundamente. ¿Cuál será unidad fundamentante de la dualidad espíritu-ente ó sujeto-objeto, en el caso del conocer? Si tal fundamento no existiese, el ente sería algo absolutamente otro en relación al espíritu y viceversa, luego sería imposible el conocer. Es obvio que esa unidad previa y fundamento de la dualidad sujeto cognoscente y objeto conocible, es el ser: en efecto, ambos son.

Esta identidad de ser y conocer es el fundamento de las verdades óntica y lógica es la verdad ontológica o verdad del ser que, en esa identidad, se conoce a sí mismo. Identitas inter esse et intellectionem .

No obstante, por la condición finita del espíru humano, el ser y el conocer necesariamente se separan en la dimensión de la finitud, pues el espítu finito, limitado por su esencia, no es capaz, todavía, de conocer al ser en su infinita totalidad, pues le trasciende. Separación que, por tanto, es relativa y no absoluta.

La identidad absoluta del ser y el conocer o saber sólo va a realizarse en el ser absoluto. En Dios. Él, » Yo soy el que Soy» es la realización de la VERDAD INFINITA, con la que se identifica.

¿Para qué Jesús habría de repetirle a Pilatos lo que tan claramente había proclamado? ¿No dijo, acaso, que es el Hijo de Dios? ¿No repitió que era el Camino, la VERDAD y la Vida?

Es tan importante la verdad, que el Creador nos hizo a su imagen y semejanza, valga decir, nos hizo libres. Nos dio como regalo de creación el libre albedrío, nuestra capacidad interior de aplicar nuestra racionalidad en todos los actos de nuestra vida y de decidirlos ejerciendo nuestra voluntad, bien supremo que ninguna instancia o tiranía puede suprimir ni conculcar.

Ahora bien, si es cierto que podemos aplicar esa libertad interior para hacer el bien o el mal; para seguir los dictados que la Ley Natural inscribe en nuestra conciencia o para no seguirlos; para colaborar, como Él quiere, en la complementación de la obra de la Creación o para no colaborar en ello, es cierto que nuestra libertad interior no DEBE ejercerse sino ordenada a la VERDAD.

Tal es la importancia y significado trascendente de la verdad en la vida personal y social.

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