¿Por qué hemos llegado a esto?
Nada fácil resulta ser el explicar, en relativamente pocas páginas, las razones que darían cuenta del por qué hemos llegado a lo que vivimos actualmente en nuestra amada Patria. En algunas oportunidades, sea en libros o en artículos, he hecho uso del término “invertebrada” para dar cuenta, de manera muy general, de la condición de esta Nación que, por supuesto, involucra las raíces del modo de ser de nosotros, sus ciudadanos. En una obra, que espera por su publicación, he tratado de considerar y de reunir en diversos conjuntos, aquellos factores que, desde el descubrimiento de esta bendita tierra de gracia, podrían dar parcial cuenta de razones, condiciones humanas, factores sociales y políticos y de otros elementos que, identificados y reunidos, podrían asomar hechos y situaciones que, parcialmente, explicarían algunas respuestas a nuestros por qué.
Como bien sabemos, nuestro espacio geográfico territorial fue descubierto en 1498 cuando a su extremo oriental, y viniendo por la mar océano, fue avistada la costa venezolana, visitada después por Alonso de Ojeda. Tiempo después comenzó el desembarco de hombres españoles en el Oriente y Occidente de nuestro territorio y, con ello, la conquista y sometimiento de la población indígena originaria. Como los españoles venían solos, sin mujeres, se inició el complejo proceso del mestizaje al unirse aquellos con mujeres indígenas, posteriormente complementado por la llegada de africanos de piel negra, lo que aumentó las dimensiones de ese mestizaje hasta alcanzar complejas combinaciones entre los tipos de personas que en el mismo participaban.
La organización política, que la Corona española permitió que se estableciera, condujo a la conformación de una sociedad del tipo “estamental”, es decir, separada por diversos estamentos establecidos según la sangre de los diversos integrantes de los mismos. Los estamentos nacieron como compartimientos totalmente separados, a la cabeza de los cuales se encontraban los blancos españoles de origen, seguidos por los blancos criollos nacidos en el territorio por uniones entre hombres y mujeres blancas posteriormente llegados de España. Bajo éstos dos sectores poblacionales se agrupaban los múltiples tipos de estamentos verticalmente organizados según su sangre: quinterones, cuarterones, tercerones, etc., hasta llegar a los dos grupos de más bajo nivel que eran los indígenas puros y los negros puros.
1º) El factor familia, elemento de la invertebración.
Tal división estamental condujo a que, con el tiempo, los estamentos de menor nivel aspiraran a alcanzar los privilegios que se otorgaban a sus estamentos inmediatamente superiores, con la característica de que cada estamento aspiraba a tener los privilegios que poseían los miembros del estamento que les era superior en el orden, pero se los negaban a los que estaban por debajo de ellos en la cadena estamental: los blancos criollos aspiraban a tener los privilegios de los españoles, pero se los negaban al estamento de los tercerones, los cuales aspiraban tener esos privilegios de los blancos criollos pero se los negaban a los cuarterones y, así, sucesivamente hasta los indígenas que se los negaban a los negros.
Es de resaltar que por ello, cuando se declara la guerra de independencia, la mayor parte de los negros esclavos, así como buena parte de los indígenas, se sumaran a pelear en favor de las fuerzas realistas que les habían dejado libres cuando escapaban del dominio de sus amos blancos. El temible José Tomás Boves, quien fuera el más fiero caudillo realista pero había sido, inicialmente, partidario de los patriotas, agrupó grandes contingente de negros e indígenas que sirvieron muy efectivamente a su causa.
Cuando uno reflexiona y estudia sobre el tema de las características que muestra una mayoritaria parte de las familias venezolanas, en las que predomina la ausencia del padre, la centralidad determinante del rol de la madre (bien designada por Moreno como “familia matricentrada”) y otras varias características derivadas, se inclina uno a pensar que sus orígenes pueden encontrarse, precisamente, en esa primera realidad que, si bien no es imputable al mestizaje como tal, debe éste, con varios otros factores externos, haber tenido determinante importancia en su génesis e inmenso desarrollo en nuestro país.
Brillantes especialistas en esa materia, así como en otras correlacionadas, como el Padre Alejandro Moreno, José Luis Vethencourt, Fernando Rísquez, William Rodríguez y muchos más, han realizado importantísimos estudios sobre esa materia, que son determinantes para descubrir muchos ¿por qué? que, seguramente, tienen que ver y que explicar las causas y razones de ese aislamiento y aparente indolencia y separación de tantos compatriotas con respecto a los graves momentos que, a todo lo largo de su historia, ha vivido y padecido nuestra Nación y le dan ese calificativo de invertebración que anteriormente hemos señalado.
2º) Familismo amoral.
Los autores, Massimo Desiato, Mikel De Viana, y Luis De Diego, en el trabajo “Ethos y valores en el proceso histórico-político de Venezuela” que fue publicado en “El Hombre, Retos , Dimensiones y Trascendencia”, de la UCAB, significan que hay “una regla preferencial de conducta” cuyo contenido sería: “maximizar las ventajas materiales inmediatas para mí y para mi estricto grupo primario de pertenencia, suponiendo que todos los demás harán lo mismo”, y afirman que, en alta proporción de los casos, las personas asumen, en nuestra cultura, esa “regla preferencial de conducta”. De esta, forma, centran su interés en su exclusivo grupo primario de pertenencia y no en la colectividad, siendo leales y responsables sólo con ese tipo de grupo particular, lo que bloquea todas las iniciativas que sean propuestas en función del Bien Común General. Además, el único interés que rige a esta conducta familista, cuando los individuos llegan a interesarse por los asuntos públicos, es el alcance rápido y fácil de ventajas materiales y pecuniarias.
Tal “regla preferencial de conducta” parece derivar directamente del tipo de familia matricentrada que ha sido anteriormente considerado. En efecto, el grupo familiar que deriva de ese tipo de familia, constituye un mundo particular de intereses y de relaciones, con total prescindencia del grupo general de la comunidad y de los otros grupos familiares de naturaleza similar. La inmediata consecuencia de esta extendida actitud es el bloqueo de las iniciativas que se proponen voluntariamente para servir a la comunidad, pues sobre las personas que las alientan van a recaer sospechas de tener intereses propios, pues sus propósitos parecen insólitos en medios en los que la mayoría de la gente no actúa de semejante manera.
Pareciera, entonces, que como consecuencia de lo anterior, los grupos de población más débiles del país se sentirán inclinados a favorecer opciones de regímenes autoritarios y de fuerza, especialmente porque la demagogia, sea populista o comunista que los gobiernos de esos signos utilizan, les favorecen con darles dinero o bienes de uso doméstico especialmente en tiempos de procesos electorales.
Si como sabemos, es cierto que la “casa”, independientemente de su calidad y ubicación, es la puerta por la que el ciudadano da su primer paso de ingreso en la sociedad (primero el sector; luego el barrio, la urbanización; después la ciudad y finalmente la nación), la familia como primer e inmediato elemento de socialización juega un papel principalísimo en lo que será su conducta ciudadana. A partir de la casa se va a definir si la persona se integra en la sociedad o se mantiene separada o al margen de la misma. Si en la casa se siente aceptada y valorada, la persona va a ser de una familia y, por ello, será también de una sociedad, de una nación; de todo un mundo. Tendrá, pues, sentido de pertenencia a, sentido de formar parte de: estará integrada, inserida en la realidad.
Hemos visto dos elementos importantes de lo que hemos llamado invertebración de la Nación. Continuaremos en la próxima entrega.