Penzini Analítica: Venezuela transita un primitivismo: O me vendes o te saqueo
Zobeida El Hinnaoui es la alcaldesa del municipio Miranda en Calabozo. En un acto público que se llevaba a cabo dentro de un galpón -que según sus propias palabras «había sido expropiado por ella misma a nombre de la revolución para el beneficio de la comunidad»- incentivaba a un gran grupo para que realizarán saqueos a los comercios si no le vendían la comida.
“Es a juro, sí o sí. O nos venden, o nos venden, o nos venden o saquean. No podemos seguir con la guachafita. Aquí no es lo que quiera la burguesía, ya basta”, arengaba con fervor la alcaldesa del oficialismo.
Desafortunadamente para la alcaldesa, su provocador llamado al saqueo quedó perfectamente registrado en una grabación hecha por un video aficionado. Este acto constituye una clara incitación al delito, al conminar a sus seguidores a saquear los comercios en su localidad.
¿Acaso llegó el momento de la anarquía a Venezuela, donde un alcalde le da luz verde al pueblo para que saqueen? ¿Qué sucederá después con esos comercios saqueados? ¿Seguirán vendiéndoles a ese mismo pueblo que los saqueó? ¿Dónde podrán comprar después esos mismos saqueadores sus propios alimentos? El llamado al saqueo, por parte de un funcionario público, ¿le otorga una impunidad automática al saqueador, si comete ese delito? ¿Será ésta una acción individual o un lineamiento, parte de una agenda política, porque simplemente ya no hay comida?
Estas lamentables palabras se pueden traducir en un delito: el saqueo, adueñarse de lo ajeno, entre una convulsión de personas. En el ámbito jurídico, el saqueo constituye un apoderamiento ilegítimo que significa la ocupación o aprehensión material de una cosa, con el ánimo de obtener el dominio de la misma. Constituye el despojo de la cosa, tomarla con propósito de quitársela a quien la tiene en su poder.
Para el 2015, el Observatorio Venezolano de Conflicto Social había contabilizado unos 481 saqueos no reconocidos por el gobierno nacional.
El abogado criminalista Fermín Mármol García, opinó -en el programa radial de Mingo- que los saqueos son otra muestra del «primitivismo» por el cual transita Venezuela. A este término se suman los linchamientos, las invasiones a propiedades privadas y el sicariato.
Desde el punto de vista de la psicología criminal, el saqueo es un mecanismo de defensa, una respuesta o gatillo emocional ante una amenaza al hambre que padecen los indefensos. Se pierde la racionalidad, que invade las emociones individualmente y se multiplica colectivamente. El gatillo emocional dispara entonces una conducta capaz de robar, delinquir y hasta quitarle la vida a otro ser humano.
La alcaldesa también alertó a los oficialistas: «deben estar ‘ojo pelao'», insistiendo que las colas no las hacen quienes ejercen funciones de Estado. «Las colas no las propicio yo, ni (Ramón Rodríguez) Chacín, ni (Nicolás) Maduro. Las colas las propician privados y burgueses, ningún privado es chavista, eso es mentira», apuntó.
El problema es que la provocadora alcaldesa no se da cuenta que es el modelo que impera el que ahuyenta, limita e impide la producción privada nacional, y que además maneja miles de empresas que están en manos del gobierno que no producen nada y ahora plantea el saqueo de lo poco que hay. Por eso indigna al venezolano la ayuda humanitaria de alimentos y medicinas que le han dado a Ecuador. Un twitero dice irónicamente: «¿y si Venezuela envía ayuda humanitaria a Venezuela..?”
En el artículo de Mariano Nava Contreras en diario El Universal -“Historia infame de los saqueos”- señala que esta acción es casi tan antiguo como la humanidad. «Eso de tomar por la fuerza lo que no nos pertenece es instintivo, primitivo y, sin duda, bárbaro. Por eso, no tiene que extrañarnos que el saqueo se encuentre en el apogeo y al final de toda guerra y de todo acto de dominación de facto: cuando la violencia alcanza niveles que afloran de lo más profundo del hipotálamo, allí donde se esconden los últimos reductos del animal que ha resistido a la humanidad, a la civilidad, a la decencia».
El saqueo ya está históricamente superado y su práctica bárbara y depravada es simplemente inconcebible, al punto de que se encuentra prohibido por las Convenciones de Ginebra de 1949. Esto significa que, este delito, está expresamente penado por la justicia moderna, pues quebranta un derecho fundamental recogido en todos los ordenamientos jurídicos del mundo: el de poseer justamente y que te respeten lo que posees.
Y tomemos de Nava Contreras una lección final para Zobeida, la alcaldesa: “El saqueo es simplemente la negación de la inteligencia. Por eso subvierte un orden sobre los bienes materiales que nos es humanamente esencial. Por eso también es que los gobiernos deben consagrarse a garantizar la propiedad y a perseguir este delito, lejos de promoverlo”.