la historia se repite
Para el 30 de Noviembre de 1952, el Poder Ejecutivo encabezado por la Junta de Gobierno que presidía Germán Suarez Flamerich y formada por éste y los entonces Coroneles Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Paéz, había convocado a los venezolanos a la celebración de elecciones para designar una Asamblea Constituyente que le diera fin a la situación de facto del gobierno surgido a raíz del golpe militar del 24 de noviembre de 1948, que derrocó al gobierno constitucional elegido en 1947 y presidido por Don Rómulo Gallegos.
Dicho evento se realizó en el tenso ambiente de un gobierno con marcados rasgos autoritarios, sensiblemente acentuados después del asesinato del Tte. Cnel. Carlos Delgado Chalbaud, el 13 de noviembre de 1950. Tanto era así que, a poco más de un mes antes de las elecciones, el 22 de octubre de 1952, había sido asesinado en el barrio San Agustín de Caracas, Leonardo Ruíz Pineda, uno de los más importantes dirigentes de Acción Democrática, en ese tiempo ilegalizada como partido pero activa en la clandestinidad.
Las elecciones que fueron realizadas de manera libre, pues Pérez Jiménez creía contar con gran apoyo popular, fueron ganadas por el partido Unión Republicana Democrática (URD), que dirigía el popular político Jóvito Villalba, líder de las jornadas estudiantiles de 1928 contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Los resultados reales le dieron a URD 67 diputados sobre la base de un 65% de los votos populares, mientras Copei, con el 18,4% de los sufragios lograba 19 diputados y el FEI (Frente Electoral Independiente), partido oficialista que apoyaba a Pérez Jiménes quedaba con 16,5% de la votación para hacerse, apenas, de 17 diputados.
El Consejo Supremo Electoral asumió la conducta de retrasar las informaciones sobre los resultados de las elecciones, mientras crecía la impaciencia y el nerviosismo en la impotente ciudadanía. El 2 de diciembre el Coronel Pérez Jiménez, esgrimiendo actuar en nombre de las Fuerzas Armadas, desconoció los resultados electorales y asumió la Presidencia Provisional de la República en vista de que el titular de la Junta de Gobierno, Suárez Flamerich, renunció y se ausentó del país. El día 13 el CSE dio a conocer sus amañados resultados electorales: FEI 58,3% y 60 diputados; URD 28,2% y 29 diputados; Copei 13,6% y 14 diputados. El gobierno casi había invertido en su favor los resultados.
El 16 de diciembre, Jóvito Villalba y otros dirigentes de URD fueron llamados al despacho del Ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla Lanz, siendo inmediatamente embarcados en un avión para Panamá. Don Mario Briceño Iragorry reaccionó de inmediato e hizo circular un manifiesto de su autoría llamado «Manifiesto al Pueblo de Venezuela», en el que denunciaba el fraude electoral y el consecuencte golpe de Estado contra la voluntad popular, lo que le obligó a pedir asilo diplomático en la Embajada de Brasil. Al día siguiente URD hizo circular un manifiesto en el que denunciaba la usurpación de Pérez Jiménez, mientras el 4 de enero, la dirección nacional de Copei hizo lo propio y puso condiciones al gobierno para que pudiera reunirse la Asamblea Constituyente, lo que, por supuesto fue rechazado. El 8 de enero ambos partidos declararon espuria la Constituyente y renunciaron a participar en la misma, la que se instaló el día 9 con los diputados oficialistas y otros que rellenaron los espacios dejados por los partidos opositores, estando entre ellos algunos de sus militantes quienes fueron inmediatamente expulsados de sus organizaciones políticas. Debo recordar que miembros distinguidos del CSE no aceptaron el atropello urdido por el entonces neodictador y su gobierno contra la institución emblemática de la democracia como lo es la de elecciones libres. El 9 de abril la Constituyente decidió que nombraría al Presidente de la República y a todos los miembros de los Poderes Públicos, incluído el Congreso, una vez que quedara aprobada la nueva Constitución de 1953, hecho que ocurrió la semana siguiente, el 15 de abril de 1953, a los tres meses y siete días de constituida esa Asamblea Constituyente.
Decía Arnold J. Toynbee que las civilizaciones son el resultado de las respuestas de los grupos humanos a los desafíos que les presentan la naturaleza o las sociedades. Sobre esa base, como dichas respuestas son semejantes ante desafíos semejantes (aunque diferentes en tanto las condiciones de borde en cada caso también lo son) apoyó su filosofía de la historia en la teoría cíclica del desarrollo de las civilizaciones.
Es por ello, tal vez, que entre sistemas autocráticos que se pretenden hegemónicos podamos encontrar sorprendentes similitudes, variando, por supuesto, los actores y las particularidades de los escenarios. No es de extrañar, entonces, que sean tan paralelas las respuestas que dan sistemas totalitarios tan aparentemente opuestos en sus principios ideológicos, bases filosóficas y objetivos políticos, como lo son el llamado socialismo real que reinó en la Unión Soviética y se impuso por la fuerza en la mitad de Europa y el nacionalsocialismUo de Hitler que pretendió conquistar primero a Europa para después hacerse de todo el mundo.
En medio de las confusas y a veces contradictorias informaciones que llegan a nosotros sobre los recientes hechos del 3 de diciembre, podemos encontrar rasgos similares a los acontecidos a propósito de las elecciones del 30 de noviembre de 1952.
Si lo de la llamada y asistencia de Rosales al Cufan es verdadero (pese a las declaraciones que lo niegan, las afirmativas crecen en volúmen y referencias), no puede uno menos que evocar la «invitación» y asistencia de Jóvito Villalba al despacho de Vallenilla Lanz el 16 de diciembre de 1952. Las consecuencias de ambos hechos guardan similitudes asombrosas: Jóvito viaja forzado a Panamá y Rosales regresa forzado a la Gobernación de la que se separó para ser el Candidato de la Unidad. Pérez Jiménez asume la presidencia de Venezuela, con poderes absolutos y a plazos entonces aparentemete abiertos y Hugo Chávez la recibe bajo las mismas perspectivas. El primero no logró mantener su poder por el tiempo que deseaba…¿Lo logrará el segundo?…
Las elecciones las ganó pero no las pudo cobrar Jóvito; el 3D ganó Rosales (aunque fatuamente trate de ser negado) pero tampoco las pudo cobrar, al menos por ahora.
La unidad que se formó en torno a Jóvito no pudo ser mantenida ¿Podrá mantenerse la que felizmente se formó en torno a Rosales? El prestigio de Jóvito injustamente se deshizo como hielo al calor. ¿Se mantendrá el muy bien conquistado y merecido de Rosales? ¿Será o no será un error su retorno a la Gobernación del Zulia? ¿Qué van a decir sus detractores al respecto? ¿Qué es la prueba de que estaba vendido desde siempre? ¿Qué fue el precio contraparte de la venta reciente? ¿No será mejor para él y para la posible unidad de la oposición que siga «pateando» calles, barrios y rincones de Venezuela, con el mismo ardor, con el mismo entusiasmo y valentía como lo hizo a lo largo de esa corta pero fulgurante campaña recientemente terminada? ¿No será la oportunidad ideal para que demuestre que no es hombre de miedos, sino que fue sorprendido por la forma salvaje como fue amenazado? Si esa salvaje presión fue cierta ¿no será mejor que lo proclame a los cuatro vientos y que haga humanamente entender las razones de su indudable precipitación en aceptar una derrota que no lo era?
En todo caso, amigos, ni piensen que Venezuela está ya perdida. Rondón no ha peleado todavía y aquí hay cientos, miles, millones de Rondón dispuestos a librar la mejor de sus batallas. Mucho más temprano de lo que tantos piensan pesimistas o esperan por corruptos o colaboracionistas, los veremos caballeros galopar las sabanas y trepar las cúspides gloriosas de nuestra Patria Unida y Libre, en el nombre de Dios Todopoderoso.