El todo por el todo
Entramos los venezolanos, en esta singular campaña electoral, en eso que en el hipismo denominan «la recta final», lo que designa el trazado sin curvas de la pista de carreras que conduce directamente a la meta en la que la competencia termina.
Singular campaña, ante todo, porque nace después de una espectacular jugada política, en gran parte de ese notable venezolano, a quien –por su pasado- muchos quieren negarle hasta el agua, como si el ser humano no fuese inteligente y, por tanto, perfectible. Me refiero, desde luego, a Teodoro Petkoff, artífice fundamental del llamado «triunvirato» candidatural de la oposición.
En aquellos tiempos, discurría tranquila la vida de nuestro inmarcesible Augusto Imperatore, quien, entre viaje y viaje, brindaba por las glorias de su próxima victoria decembrina. «Esta vez -pensaba- ni fraude voy a necesitar y, tal vez, ese gasto que me ahorre podré utilizarlo para comprar otros zapatitos de oro». Y quizás, también sonrió complacido al saber que el candidato de la oposición sería Manuel Rosales… «este maracuchito será pa mí, pan comío «.
Y Rosales es el candidato. Y parece ser hueso muy duro de roer para lImperatore.
Candidato viene de la palabra latina «candidatus» cuyo significado es «vestido de blanco», como lo eran las túnicas abiertas que portaban los candidatos en la antigua Roma. Color éste que tenía por significado: fidelidad, bondad, humildad, humanidad. Virtudes éstas que, sin duda, trasluce la cara del candidato único de la oposición. Está quizás allí, el secreto del arrastre que en tan poco tiempo logró Rosales en nuestro pueblo venezolano. ¡Cuán contrasta, con la suya, la cara mentirosa, de odio, soberbia y rabia de su adversario que, él mismo, se considera su enemigo!
Las elecciones están ganadas por Manuel Rosales. Ya las encuestas van dando la información correspondiente, aunque no son casi necesarias, pues el gigantismo de todas las concentraciones del candidato opositor es la mejor prueba del inevitable triunfo.
Pero el acto electoral no será fácil sino duro y conflictivo. Jamás régimen totalitario alguno ha entregado pacíficamente el poder ni ha reconocido derrotas electorales en los pocos casos en que éstas se han celebrado libremente. Algunas personas traen a colación, como ejemplos, los casos de Pinochet en Chile y de Ortega en Nicaragua.
Ortega fue obligado a hacerlo presionado por las fuerzas armadas de la Contra y la actitud de los Esatdos Unidos. Pinochet, con todo lo inhumana que haya sido su dictadura, no instaló en su país un régimen de tipo totalitario. Fue una tiranía muy dura, feroz, pero el modelo no era el de un totalitarismo que elimina todas las instituciones de la Sociedad para ejercer dominio directo sobre las personas. Tampoco, y como suelen hacerlo los gobiernos de ese tipo, comprometió al país en un conflicto internacional de vastas proporciones, tal los casos de Hitler, Mussolini y la URSS.
Chávez si. En Venezuela el Estado ha devorado prácticamente todas las instituciones y las que les falta por destruir -Iglesias, FFAA, Familias, Universidades, Sindicatos y Centrales Obreras, etc., serán liquidadas, inmediatamente, si el régimen logra consolidarse porque supere el 3 de diciembre.
Desde un punto de vista real, el régimen castro-comunista de Chávez (esto ahora se puede expresar y cuenta con unánime aceptación, pues el propio Jerarca se ha dado a proclamarlo, pero ¡cuánto costó que el país lo comprendiera!) carece de apoyo: 1) Su fuerza popular ha menguado hasta un mínimo, como lo demuestran los patéticos vacíos de sus manifestaciones y concentraciones de esta campaña y demostró el acto electoral de diciembre del año pasado en el que, después de todo, cuando su angustioso llamado a votar apenas tuvo eco en un 9% de la población. 2) El apoyo real que tiene en la FAN no supera el 20%. 3) El apoyo de la Comunidad Internacional se ha reducido a Cuba, Irán, Korea del Norte, Zimbawe y las demás dictaduras que existen en África y en los archipiélagos del sur de Asia; hasta sus compinches iniciales de América Latina han marcado distancias con la excepción de Evo Morales, porque hasta el recientemente electo presidente de Ecuador trata de mantenérsele en clara separación.
Pero pese a esa carencia total de apoyo y a la evidentemente mayoritaria voluntad del pueblo venezolano favorable a Manuel Rosales, «el tipo», como lo llamara éste por haber perdido su nombre, no vacilará en hacer todo lo posible para mantenerse en el poder. Él mismo tuvo el descaro de decir el pasado domingo que «el resultado del 3 de diciembre está escrito», porque escrito está con base en el multiforme fraude que desde hace buen tiempo han venido preparando.
Por eso, ninguno debe sorprenderse si oye al CNE proclamando que las cifras son 62% para el comunismo y 30% para la libertad.
Sepamos bien todos los venezolanos que, a semejante mayoría, no puede pararla nada ni nadie; ni siquiera el uso de la fuerza y la violencia; que un pueblo talmente decidido a ser libre, inevitablemente conquista su libertad; que en estas elecciones el voto es importante para demostrar objetivamente la dimensión que tiene la mayoría que constituimos, pero que, aunque nos impidieran votar, nuestra sola presencia bastará para imponer nuestra voluntad libertaria; que de esa presencia va a depender todo… y, quizá.. hasta que, una vez más, «el tipo» se asuste y se vaya y nos deje en paz.
En nuestras manos y en nuestra voluntad está el destino de este país, que puede ser el destino de una o de varias generaciones, como ha sido el de Cuba.
La multitud que salió a las calles de Caracas el pasado sábado y las que en toda la campaña han plenado las de Maracaibo, Valencia, Mérida y demás capitales y poblaciones de Venezuela, tienen el patriótico DEBER de salir de nuevo el próximo domingo y de no abandonarlas hasta que el triunfo haya sido reconocido por el gobierno comunista.
A las cuatro de la tarde, pero también en la mañana, las calles de este país deben ser un hervidero de personas dispuestas a vivir de manera libre, conquistando su libertad de independencia con la decisión de esa voluntad libre, regida por la libertad interior o libre albedrío que el Creador nos regaló en el momento cuando nos hizo a su imagen y semejanza.
Venzamos el miedo aceptándolo pero superándolo. Cobarde es quien no supera su miedo; valiente es quien lo vence.
Con la ayuda de El Señor y la protección de su Santísima Madre y Madre nuestra
CON EL CORAZÓN EN LO ALTO, A POR LA LIBERTAD, LA PAZ Y LA DEMOCRACIA. ¡VIVA VENEZUELA LIBRE!