El problema no es la Mesa de la Unidad
El problema no es la Mesa de la Unidad, como antes no lo fue la Coordinadora Democrática que condujo Enrique Mendoza. Cuando regresé a Venezuela en Julio de 2003, junto con otros amigos y ex-compañeros de anteriores luchas políticas, tratamos sin éxito sobre más o menos lo mismo que acaba de ser publicado y que hoy recoge, en su declaración, el principal dirigente de Acción Democrática Henry Ramos Allup. Pese a la calidad de muchos de sus integrantes, la actual MUD se asemeja mucho lo que fue la anterior CD. Con varios de ellos hablamos en aquellos tiempos pasados: ya había fracasado la huelga petrolera y el despido masivo y atropellador de los profesionales y trabajadores del petróleo y había ocurrido el mal llamado intento de golpe de Estado del 11 de abril del 2002 que, en verdad, fue un acto de astucia de Hugo Chávez para debelar un verdadero golpe que se fraguaba en el seno de las Fuerzas Armadas. Con los más cercanos a nosotros integrantes de la CD insistimos en que el diseño general del gobierno era establecer en Venezuela un régimen tiránico de características totalitarias, pero poca o nula fue la repuesta de nuestros interlocutores, quienes estaban convencidos de que eso no era así. El único respaldo que tuvimos fue el de lamentablemente desaparecido amigo Italo Luongo Blom, quien murió en el avión que cayó en Mérida el 2009. Italo era un convencido a fondo de la realidad que significaba el llamado «socialismo del siglo XXI.
Respecto a la aspiración de diálogo, que no sólo brotó de la MUD, sino de una buena proporción de venezolanos interesados en la paz, escribí hace poco algo que me voy a permiir citar ahora; Bajo el título «El Diálogo Franco y Verdadero», cité lo expresado por dos autores muy importantes; Tauler, un religioso y filósofo del 1.300 y Maritain, un filósofo y pensador francés del siglo pasado. Simplificando, para ser breve, lo que estos autores expresaron en sendos trabajos suyos, Tauler dijo que quien entre en la UNIDAD se impregna del sentido de la verdadera distinción y que nadie conoce en verdad la unidad si ignora la distinción. Y Mariatain, por su parte, escribió seis siglos después, que hay que distinguir para unir.
Refiriéndome entonces a la MUD hice notar, en mi escrito que es imposible una unidad entre personas humanas que sea absoluta, es decir, que todos estén de acuerdo. Quien entra en la Unidad, como lo dijo Tauler, tiene que distinguir lo que piensan todos y cada uno de los demás que tienen parte en ella y, si no se distingue pretendiendo una imposible aceptación de todos, como lo dijo Maritain, no hay unidad, pues hay que distinguir para unir. Era menester tanto en la Coordinadora como en la MUD, alcanzar un acuerdo común compartido por todos los integrantes, y no una supuesta unidad, en la que cada uno piensa distinto. Eso.que es tan simple, no es fácil de lograr: requiere alcanzar, de manera progresiva, un acuerdo que puedan aceptar todos, desde luego renunciando a parte de lo que pretenden que debe ser. Ese «fenómeno» no es exclusivo del mundo político: sucede en todas las situaciones que reúnen a varias personas: en las empresas, en los mercados, en los sitios de trabajo y hasta en las familias. Hay que distinguir para unir. ¿Unir qué? Pues lo que se pretende; los objetivos, los propósitos, las acciones, etc.
Si lo que se pretende es liberar al país de un régimen totalitario (todavía hay muchos que piensan que aquí, en Venezuela, no lo es) entonces hay que planificar objetivamente y con consenso que es lo que se va a hacer. Eso lo ha manejado excelentemente y para gran éxito en muchos casos en los que ha sido seguido, el brillante norteamericano Gene Sharp, uno de cuyos más importantes trabajos hice circular, con 14 entregas, hace ya tiempo. Una estimada persona me hizo saber que no cree en Sharp sino en Gandy. Con todo respeto y consideración le hice llegar que Gandy era algo muy distinto en el tiempo y en el espacio. Por lo pronto, el Imperio Británico no significaba un totalitarismo, sino un dominio sobre el territorio de la India, dominio que, con el paso del tiempo, fue siendo dejado de manera paulatina y cuyo fruto recogió, en buena hora Gandy. El totalitarismo es eso: dominio total de un pueblo.