El 26 de Septiembre
Para reposo de todo el ajetreo electoral y sus tensiones y para contento por un éxito comprobado pero chucuto, ya superamos los venezolanos la fecha del 26S, con el previsto evento que ese día marcaba.
El hecho electoral es, fundamentalmente, un caso de participación política, concepto que incluye aspectos que van desde la simple manifestación de opiniones hasta el ejercer influencias determinantes como tomas de decisiones fundamentales sobre el Estado. El hecho electoral es una forma de participación política esencial en el ideario democrático, pero presupone que los ciudadanos conozcan y sigan el continuo desarrollo de los acontecimientos que atañen a la vida pública y que, al mismo tiempo, sean capaces de realizar elecciones acertadas entre las diversas alternativas que presentan los grupos políticos activos en el debate electoral. Esto, infortunadamente, es sólo aplicable a una muy reducida minoría de la población pues, aunque su totalidad es, teóricamente, capaz de decidir, una gran proporción de ella está mucho más informada –e interesada– sobre múltiples otros acontecimientos de la vida cotidiana como, cual ejemplos, los deportivos, la moda, la farándula o tantas otras expresiones que, normalmente, son parte del menú de la vida colectiva.
No es fácil, por tanto, para ese sector mayoritario de los ciudadanos, el llegar a tocar un fondo que les podría explicar muchas de las eventualidades y cambios políticos que, de manera constante, aparecen y desaparecen en tan cambiantes escenarios, como los son los de la realidad política de cualquier Nación.
En tal sentido, pareciera que el “despiste” de los venezolanos corresponde a proporciones entre las mayores. En los recientes días de esta semana, ha circulado por internet una explicación muy adecuada del mecanismo conocido como “salamandra” y, en inglés, como “gerrymandering”, nombre compuesto del apellido de su iniciador, el Gobernador, en 1812, del Estado de Massachussets Elbridge Gerry, y de salamandra, que se conoce como «salamander» en el mismo idioma. En efecto, el Gobernador Gerry diseñó un sistema de redistribución de los circuitos electorales de su Estado, de manera de favorecer los candidatos del hoy desaparecido Partido Demócrata Republicano de Thomas Jefferson, ésto mediante la modificación de los circuitos entonces existentes, para crear otros que agruparan poblados que apoyaran dicho partido, de manera que, así, sus candidatos ganaran las elecciones. Las extrañas formas irregulares de los circuitos determinados recordaban figuras de animales, entre ellos la salamandra y, de allí, el derivado nombre.
Pero lo que sorprende no es la vieja maniobra del político norteamericano de inicios del siglo XIX, sino el hecho de que aquí, en Venezuela, el 31 de julio de 2009, la Asamblea Nacional (irrita por haber sido elegida sólo por un 10% de la población), reformó la Ley Orgánica del Poder Electoral para introducir en ella el mecanismo de la “salamandra”, con el fin de reducir el número de diputados que, de las listas de la oposición, pudieran ser elegidos por el pueblo venezolano aun cuando votasen por ellos. De manera que, para el pasado 26 de setiembre, la reforma de dicha Ley tenía un año y casi dos meses de aprobada y los venezolanos, en gran mayoría, ignoraban dicha realidad.
Poco después de aprobada dicha reforma de la Ley referida, se alzaron algunas voces opositoras, así como, en el seno de la Asamblea, lo hicieron representantes de los grupos parlamentarios opuestos al régimen. Pero esto no lo protestó ni rechazó como debía haber sido “la leal oposición a su majestad”. La Sra. Cilia Flores, quien ha fungido de presidente del actual parlamento venezolano, al rechazar que dicha reforma significara contradecir la norma constitucional que impone la representación de las minorías, manifestó, con su tradicionales cinismo y desprecio a la inteligencia de los venezolanos, que “la Ley hace referencia es a las minorías, como los indígenas y otros sectores, nunca los partidos políticos”.
Permítaseme que haga dos señalamientos en relación con el rol que debemos cumplir los ciudadanos venezolanos en nuestra vida política: 1°. Tratar de informar, de la mayor, más amplia y clara manera posible, a los ciudadanos venezolanos próximos o no, de los aspectos y detalles más importantes de nuestra realidad política; y 2° Reclamar, con insistencia constante, a la dirigencia política opositora, el que se ciña y atenga a una racionalización y ejecución moral de la vida política, en vez de privilegiar particulares y mezquinos intereses. Lo expreso así porque tengo la convicción de que el silenciar lo de la “salamandra” no fue obra de error u olvido alguno, sino cálculo cuidadoso de algo que conduciría, necesariamente, a una forma perversa de bipartidismo, por excluyente de valiosas minorías en desarrollo y expansión. Pongo como ejemplo un solo caso, entre muchos citables: el del gobernador Falcón y el PPT que fueron, prácticamente, pulverizados y desaparecidos en el Estado Lara, pese al logro de más de un 20% de la votación popular en ese Estado.