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Carecemos del sentido de ciudadanía I

Ese notable venezolano que fue Don Rómulo Gallegos, en la Revista “Alborada”, que con otros distinguidos compatriotas fundara en 1909, dejó estampado esta reflexión:

“Nada importa el valor teórico de un principio o de una ley, si no ha penetrado en la conciencia de un pueblo; el nuestro viola las suyas porque las ignora casi siempre, y no porque estén en pugna con su naturaleza, sino porque en su naturaleza no está el respetarlas.”

Tan contundente advertencia, hecha a más de un siglo y procediendo de quien la pronunció, algo ha debido sembrar en la conciencia del venezolano. Sin embargo, como se constata a diario en todas las ciudades y poblados de nuestro país, ello no ha sido así: ¿Por qué? podemos preguntarnos. La respuesta no cabría en estas pocas cuartillas: Habría necesidad de disponer de varios cientos de ellas para exponer la compleja colección de causas y de “por qué” que darían precaria explicación de ello.

En un trabajo que está por ser publicado, incurrí en la osadía de tratar de expresar algunos de los hechos, circunstancias y razones que, a mi manera de ver, concurren en el proceso de desarrollo y malformación de nuestra manera de ser ciudadanos de esta querida Patria venezolana que, como lo expresara Ortega de la suya, tiene también profundos rasgos de invertebración. Pero cuidado: se habla de la tierra propia, como patria, cual si se tratara de un ser ajeno a nosotros, sus ciudadanos. Pero si la patria es invertebrada es porque lo somos nosotros, esos ciudadanos. Si. No existe entre la tierra en la que se nace y quien nace en ella una suerte de relación de filiación tal como la que hay con los genitores, quienes en los genes transmiten tendencias, inclinaciones y maneras de ser que, si bien no son determinaciones absolutas pueden llegar a serlo en función del uso personal de la libertad interior y de la conciencia de cada cual.

El concepto de ciudadanía es la plena pertenencia a una comunidad. Pertenencia al margen de todas las desigualdades que existan en ella, pues el concepto define una igualdad que es de base y más profunda. En lo más hondo, esa igualdad se funda en la existencia de una Naturaleza humana común a todas las personas por el sólo hecho de ser tales, de la cual dimana un conjunto de derechos correlativos de deberes que tiene la persona humana miembro de la sociedad y, por tanto, ciudadana. Así, no es que el Estado, porque garantice los derechos humanos, sea fuente de los derechos. La obligación del Estado es garantizarlos, igual como, al policía corresponde garantizar la vida de la persona pero no es fuente u origen de esa vida, tampoco el Estado es fuente del derecho. De esa misma concepción no solamente se postula la igualdad de las personas sino que se reconoce la existencia de una igualdad esencial que, en ese plano de la esencialidad, le es común a todas. Sin embargo, lo que no es posible es pensar en una inexistente igualdad existencial, pues todos los seres humanos somos existencialmente distintos, de tal radical manera que el fenómeno humano de la existencia de cada cual es irrepetible en el espacio y en el tiempo, a tal punto que no existirá otro igual a lo que cada cual es, ni en toda la extensión del cosmos y por los siglos de los siglos.

Entonces, como conclusión de lo anteriormente expresado, si la Nación es invertebrada es porque los ciudadanos lo somos. En efecto, la Nación venezolana no es la tierra que pisamos y donde nos asentamos sedentariamente; ni las montañas sean colinas o cumbres inmensas; ni los ríos sean arroyuelos o corrientes inmensas y tormentosas; ni los valles extendidos hasta perderse en lontananza. No. Venezuela somos nosotros los venezolanos; seres humanos aquí nacidos o llegados para arraigarse; seres con nuestro meldar o aprender; con nuestro decir y enseñar; con nuestro querer u odiar.

El tema conduce, necesariamente, a revisar a fondo el concepto de ciudadanía, no para ilustrarse, sino para actuar en consecuencia.

El moderno concepto de ciudadanía comprende las tres dimensiones de la Sociedad: civil, política y propiamente social. La dimensión civil contiene las relaciones que entre ellos entretejen los miembros de la Sociedad. Éstas se agrupan en dos subcategorías: relaciones interpersonales y relaciones impersonales. Acá tiene asiento el derecho, en cuanto garantiza la justicia en esas relaciones, significa garantías para la diversas expresiones de la libertad individual y asegura el general derecho a la justicia.

La subcategoría de las relaciones interpersonales se refiere a los tipos de intercambios que derivan de la proximidad o vecindad del Otro: familiares, amistosos, laborales, comerciales, culturales, deportivos, etc. La categoría civil también abarca intercambios con semejantes que no corresponden a una sistemática orgánica, como los anteriores, sino a la casualidad de encuentros, frecuentes y diversificados, que en cada persona tiene con semejantes conocidos de manera personal sino de manera accidental. policías de tránsito; asistentes a un espectáculo; el dependientes de tiendas, etc. Es la subcategoría de las relaciones impersonales cuyos encuentros son de gran importancia y se producen en espacios llamados “públicos”, que no son simples ámbitos espaciales.

La dimensión política comprende la participación en actos de la orientación del Cuerpo Social hacia el alcance de su finalidad, que es el Bien Común General, función propia del Estado, en cuyas acciones y decisiones al ciudadano le corresponde influir, directamente cuando ejerce funciones de gobierno, o indirectamente cuando de alguna manera influye sobre dichos actos. La dimensión social reúne actos por los que los ciudadanos participan de los beneficios de la vida social que, como Bien Común General, debe proporcionar logros que debe proporcionar la Sociedad para el desarrollo del potencial que cada persona tiene, a fin de que haya igualdad de oportunidades en conocimientos y participación de servicios, como es la Educación.

Recomiendo leer una brillante conferencia que pronunciara en 1990, ante un grupo de graduandos del IESA, el doctor Moisés Naïm dijo palabras cuyos contenidos conceptuales conforman una verdadera joya ilustrativa de lo que la idea de ciudadanía es y verdaderamente significa. (Ref: Moises Naïm: “Es hora de comenzar a ser ciudadanos”.

Continuará.

 

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