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Comercios en San Antonio del Golfo luchan por mantenerse vivos

Pasaban gobiernos y gobiernos y los negocios seguían fructíferos, repletos de mercancías y a la disposición de los usuarios y consumidores. Pero de un tiempo a la actualidad y bajo un proceso socialista todo ha cambiado.

Así fue la vida comercial de la Farmacia San Antonio I CA, la famosa bodega de Onésimo Mudarra, la Arepera La Mariposa y de otros establecimientos pequeños, pero con mucha historia, en San Antonio del Golfo, capital del municipio Mejía, en el estado Sucre.

Los comercios familiares implantados en dicha población para servir al propio y al extraño, con cordialidad, buenos precios y con todo a su haber.

Cada negocio tiene su historia, diferente, por lógica, pero con un final similar. Un proceso político, económico y social, que ha acabado poco a poco en los últimos años con lo que un día fueron establecimientos poderosos.

La Farmacia San Antonio I CA, que vino de manos de su fundador Miguel Salazar Rivera (+), continúa 49 años más tarde aproximadamente con las puertas abiertas, pero sin nada que vender.

Foto: @Ysamira

Bajo la responsabilidad de Miguel Salazar Pérez (hijo), que es farmacéutico graduado, y su tío Isaac Salazar Rivera, este negocio familiar ha sufrido los embates de gobierno socialista, el cual ha llevado a pique a la economía del país.

Por su parte, la famosa Bodega de Onésimo Mudarra corrió con la misma suerte. Sus estantes vacíos y sólo expediendo un poco de casabe, papelón, condimentos y alguna que otra bebida soborizada instantánea, pasan el día con sus puertas abiertas para no perder la tradición en San Antonio del Golfo.

Peor situación le tocó atravesar la Arepera La Mariposa, propiedad del famoso Luis Armando Castañeda (Coyote). Ésta sí bajó su santamaría y guardó sus mesas y sillas. Y el tradicional sabor de pescado guisado y frito, el rico chorizo, la caliente y nutritiva sopa de pescado y hasta las reconocidas arepas rellenas de huevas de lisa, ya pasaron a la historia del arte culinario de dicha población oriental.

Negocios que en su mayoría se niegan a morir con la esperanza de volver a ser como antes, siguen disponibles en la tierra del coro coro frito y la empanada de cazón.

Es que la ruina, el abandono y la falta de cariño gubernamental, se observa en cada calle de lo que en su momento fue, el paraíso turístico del oriente de Venezuela.

De noche sus calles oscuras y su falta de vigilancia policial también ponen en jaque la cotidianidad del lugareño Además, la ausencia severa de los servicios públicos, tales como el agua potable y la electricidad, acaban día a día con la vida de los que allí habitan y han hecho historia pueblerina en la tierra donde Antonio José de Sucre dio sus primeros llantos y risas, pues en el sector Cachamaure, reposan las ruinas de la casa de los padres del Gran Mariscal de Ayacucho.

Es que como dice el dicho «la esperanza es lo último que se pierde», así están sus habitantes. A la espera de un cambio para un futuro mejor.

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