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Y la revolución fue el 6D

El tsunami popular del pasado domingo pasó el rodillo a las alcabalas  que el régimen fabricó  durante 17 años de gestión chavista violentando descaradamente la CRBV; desde sus consortes internacionales del Foro de Sao Paulo, del ALBA, de Asia y Europa Oriental, hasta la descarada complicidad del resto de poderes públicos con el Poder Ejecutivo y del partido de gobierno, en la campaña electoral mas abusiva que hayamos conocido en nuestra historia republicana.

El 6-D la ciudadanía se levantó sabiamente a demoler con el voto a un régimen que manipuló hasta el cansancio su paciencia y condición humana, en nombre de un proyecto político corrompido por los cuatro costados. La actitud general fue espontánea y no necesitó operación galope, a tal extremo que los costosos operativos de movilización oficialista llevaron a votar a sus propios victimarios. Definitivamente el pueblo venezolano demostró a todos, a nivel nacional e internacional una lección  de entereza y de democracia, en paz y sin derramar una sola gota de sangre.

El acto del domingo pasado no es solo una cifra electoral, es de una fuerza similar al caracazo de 1989, a la manifestación popular del 11 de abril e incluso de las dimensiones de otro diciembre, aquel de 1998, donde el voto popular sentenció al puntofijismo. Pues bien las ironías del destino resaltan hoy en diciembre 2015, al desoír los actuales gobernantes las ansias de redención que resonaban en Venezuela durante la última  década del siglo XX.

Por tanto la nueva mayoría política debe ser cauta y sabia al asumir que esta es una victoria de la población, mas allá incluso de la oposición venezolana, ya que en esa votación dominical antigobierno se sumaron millones de chavistas, quienes manifestaron su rechazo a la peor gestión presidencial que hayamos conocido desde que Páez inaugurara las instituciones republicanas en el siglo XIX.

La paliza fue bestial al extremo que habiendo una emigración cercana a las 2.000.000 de personas, hastiadas de la exclusión y la falta de oportunidades, el gobierno recibió tan contundente lección de sus propios adeptos y de la desesperación de millones de pobladores, al ver como la vida se le consume en deambular como los parias en busca de comida o cualquier bien elemental para la vida.

La tarea que viene es gigantesca mayor a aquellas sentencias de “recibo un país en la carraplana” o “me entregan un país hipotecado” ya que en realidad esta es una nación herida en sus entrañas, destruida su economía e instituciones, desmoralizada en sus valores por una cúpula gobernante insensata, corrupta e irresponsable acusada para colmo de males de narcoestado.

De allí que el tamaño de la crisis reclame la integración de todos: jóvenes,  trabajadores y sindicatos, universidades, empresarios, para no desperdiciar la oportunidad que el mismo pueblo logró. De lo contrario, si la nueva mayoría política no entiende el mandato popular y se dedica a arañarse por cuotas de poder, sabe del mal que le tocara padecer, ante un pueblo que aprendió a destronar a malos gobiernos oportunistas y manipuladores.

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