¿Y ahora qué?
Ni siquiera los más empecinados chavistas se creen las cifras que se sacó de alguna parte el señor Elvis Amoroso porque ellos, más que nadie, vieron los centros vacíos y los funcionarios del CNE y los militares de vigilancia aguantando el aburrimiento. Este domingo fue de decepción, angustia y desconcierto para los chavistas que van quedando, porque se enfrentaron a la realidad de que sus cabecillas actuales no son capaces de convocar a todo un país como en tiempos de Chávez, ¿se acuerdan de aquél famoso aguacero que empapó al Comandante con su última lluvia?
Eso se acabó, Nicolás Maduro y Cilia, Diosdado Cabello, los hermanos Rodríguez, ya no mojan a nadie, el chavismo ya no es una emoción sino una sequedad, una polvareda. Sigue habiendo, claro, algún chavismo, han sido muchos años y algo subsiste –mejor, quizás, que Acción Democrática y el PCV, sin duda mejor que Copei.
La pregunta es si ese chavismo en minoría tiene conciencia de su propia realidad y voluntad para comenzar de nuevo. Sin Chávez. Éste está siendo el año del gran cambio en Venezuela, cuando el chavismo y la oposición se rediseñaron.
El chavismo busca nuevas cabezas, nueva orientación, la oposición ya tiene las suyas. La oposición complaciente con el régimen que se aferra a la vida en el Zulia, los partidos viejos como Acción Democrática y los envejecidos y frustrantes como Primero Justicia y Voluntad Popular y otros aún menores que andan dando tumbos por ahí tratando de aferrarse a María Corina Machado y declarando babiecadas, son simples cadáveres insepultos. Como el chavismo que Nicolás Maduro y los Rodríguez despellejaron.
Venezuela se está convirtiendo, como buena parte del mundo, en país de dos teorías políticas, en nuestro caso María Corina Machado con lo que logre hacer con su Vente Venezuela, y el chavismo que se decida a renovarse en teoría y dirigentes.
Esas son las batallas que veremos en 2024, la del chavismo por renacer, la de Vente por ser, y el enfrentamiento entre los dos por llegar al poder. La de 2025 será una Venezuela nueva, incluyendo a los militares que deberán quitarse las legañas de generales echados a perder y dar paso, como a mediados del siglo XX, a los grados inferiores que quieren hacer carrera.
Una Venezuela nueva, ¡ojalá la del siglo XXI!