COVID 19: ¿Y ahora qué ?
El COVID 19 nos ha recordado que la humanidad es una sola y que hay circunstancias que no discriminan; el único factor común en esta crisis ha sido el Ser Humano. De esta sorpresiva experiencia se puede sacar diversidad de conclusiones; hay mucha materia para analizar. Lo que es cierto es que la pandemia puso en evidencia lo que no funciona bien, que muchas cosas han de cambiar y que hoy todos nos preguntamos ¿Ahora qué?
¿Qué se puso en evidencia?
Antes del COVID 19, observábamos tendencias que alertaban a la humanidad y sugerían la necesidad de cambiar paradigmas en nuestra forma de vivir, de producir, de liderar; la 4ª. Revolución Industrial ya obligaba a cambios no por todos reconocidos. Bien por intereses propios, por incredulidad opor la comodidad de permanecer en las zonas de confort, las tendencias no fueron suficiente advertencia para muchos. El Corona Virus fue la tormenta perfecta para evidenciar algunas de nuestras fallas.
- La salud como Derecho Humano con baja prioridad. Poco preparados estaban los sistemas de salud -incluso los mejores del mundo- que en muy pocos días colapsaron poniendo en altísimo riesgo al personal sanitario y no pudiendo evitar la muerte de más de 250.000 seres humanos.Igualmente, se resaltó la baja inversión en proyectos de investigación para la salud, comparado conlos altos gastos enarmamento para otro tipo de guerra. El Objetivo 3 de la Agenda 2030 –garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades– pareciera no ser visible para muchos de los 193 países miembros de la ONU que acordaron la Agenda para un Desarrollo Sostenible.
- Los efectos de la actividad de los seres humanos sobre la naturaleza. Debido al confinamiento obligatorio para evitar la propagación, la naturaleza dio muestras de que recobra vida si los seres humanos hacemos un alto en nuestras actividades contaminantes, sean éstas las de la producción industrial o las de la cotidianidad de los individuos. Se puso en evidencia la tan cuestionada urgencia de adoptar medidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero para combatirel cambio climático, como se acordó en el Objetivo 13 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
- No estamos preparados para gestionar los riesgos. Particularmente los liderazgos se vieron desbordados ante el sorpresivo impacto del COVID 19. Lo que vimos en el primer trimestre de este año fueron esfuerzos sobre humanos para manejar la emergencia. Los estudios de prospectiva, los potenciales riesgos que amenazan a la humanidad, la importancia de estar preparados ante posibles cambios disruptivos, no sirvieron para tener capacidad de respuesta consistente ante los peores escenarios.
- Los gobiernos centrales no pueden solos. La capacidad para responder a la emergencia sólo pudo lograrse en forma colaborativa descentralizando la gestión. Los gobiernos centrales se vieron obligados a requerir de la inmediata y permanente comunicación, coordinación y colaboración con gobiernos regionales y locales. Se puso sobre la palestra la necesaria -y no fácil de lograr- alianza público-privada que se materializó en muchos países mediante aportes directos,cambios en las líneas de producción para abastecer de los implementos requeridos por el personal sanitario y la población ola inmediata organización de las empresas que debían continuar activas por ser parte de la cadena de alimentación.
- El Estado-Nación prevaleció. Ante la ausencia de preparación para una crisis global y la confrontación de la profunda emergencia nacional, privó el “sálvese quien pueda”, quedando en segundo o tercer plano esquemas de integración regional y de cooperación. La evidencia no tardó en mostrarse en el inmediato cierre de fronteras para lograr un confinamiento territorial de los nacionales, en la crecente vulnerabilidad de quienes son migrantes e incluso, en confrontaciones nunca imaginadas como lo fue la llamada “guerra de las mascarillas”entre otrora aliados europeos y los Estados Unidos.
- Destino incierto para muchos. La consecuencia de la declaración del estado de emergencia coloca en una suerte de limbo a ciudadanos hoy desempleados, a empresarios, a emprendedores e incluso a gobiernos, debido a la paralización de sus actividades y al decrecimiento económico esperado. Existe un agobio generalizado, no solo por el presente sino por las perspectivas futuras y pocos cuentan con recursos -económicos y culturales- para resurgir de las cenizas.
- El autoritarismo como forma de control y de poder. La pandemia, vista desde una perspectiva política, puede intensificar la ya existente tendencia al deterioro de las democracias que ha reportado Freedom House a lo largo de los últimos 13 años. La declaración del Estado de Emergencia para evitar la propagación y un posible resurgimiento de los contagios, conlleva la tentación y el peligro de quedarse “enganchados” en la restricción de los Derechos Humanos.
Todo problema es una oportunidad.
El COVID 19 ha generado una crisis global de grandes magnitudes cuyas consecuencias finales aún están por verse. Sin embargo, puede ofrecer innumerables oportunidades para transformar el orden socialen el que vivimos.
Mucho podremos analizar, concluir y producir a partir de la pandemia; por lo pronto, sólo nos enfocaremos en rescatar algunas propuestas que ya estaban sobre la mesa antes del COVID 19 en razón de las tendencias ignoradas por muchos; no deben quedar meramente subordinadas al destino en medio de una creciente incertidumbre.
- Mayor compromiso con la sostenibilidad. La sostenibilidad se planteó como desafío, hoy debe ser una obligación. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible deben determinarlos valores políticos, corporativos y ciudadanos, teniendo el Bien Común -presente y futuro- como principal propósito, sin que necesariamente afecte los intereses particulares. Ya contamos con una Agenda Social común, la Agenda 2030, que debe ser marco de referencia para la humanidad.
- Liderazgos visionarios yresponsables. Los liderazgos no pueden obviar las realidades y las tendencias del contexto en el que hacen vida; deben ser visionarios, empáticos con su entorno y facilitadores de la sostenibilidad compartiendo el conocimiento y estimulando la creatividad de otros para generar valor con mayor impacto social. Para ello, ser inclusivos y transparentes son valores exigidos porque la confianza ha de ser el pilar fundamental de todo.
- Gestión de innovación. La incertidumbre a partir del COVID 19 se acrecienta, vienen grandes transformaciones; la única forma de convivir con ella, sin morir en el intento, es con resiliencia, desarrollando la capacidad para reinventarse. Generar entornos propicios para la innovación y ecosistemas donde priven, además del conocimiento y la creatividad, la asociación colaborativa será fundamental para salir adelante; ésta es un desafío crucial. No se trata de un tema de recursos, se trata de cultura.
- Abordaje del desarrollo desde lo local.Los desafíos que en materia económica y de gobernanza ya estaban planteados debido a la brecha entre la eficacia de los gobiernos y las expectativas de los ciudadanos, a la corrupción y a la pérdida de confianza y frustración de los ciudadanos, se profundizan con la crisis del COVID 19. El rol masivo del Estado tendrá que reducirse una vez que haya pasado la crisis, pero la forma de hacerlo está en debate, palabras de la Ex Canciller alemana Joschka Fischer, que nos llevan a pensar en un espacio para que las comunidades locales y las empresas privadas se involucren más, identifiquen sus oportunidades y generen acciones de impacto determinando los riesgos desde cada territorio. Hay que lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, como lo sugiere el Objetivo 11 de la Agenda 2030.
- Impulso de la democracia participativa. Es la hora de oportunidades para transformaciones importantes en dónde la sociedad civil debe consolidar su trabajo por una mayor participación en las decisiones que inciden en la institucionalidad y en las libertades como bases para un bienestar común. En términos del Sociólogo español Manuel Castells, corresponde posicionar a la democracia como una defensa de los derechos humanos y no solamente como un sistema de procedimientos. Para esto será necesario continuar trabajando en el fortalecimiento de la sociedad civil como co-constructora de la acción pública.
Vienen cambios; con ellos, posiblemente un mundo nuevo que no podemos dejar en manos del destino ni tampoco en las decisiones de unos pocos. Si algo debemos tener claro es que la sociedad post COVID 19 debe ser la que construyamos todos con exigencia, con confianza y con mayor interacción entre gobiernos, empresas y sociedad civil.