¿Y ahora qué?
La trampa del gobierno de dialogar en lugar de negociar, le dio sus resultados: demostrar una voluntad gato pardiana de dialogar para no negociar; diluir las conversaciones; distraer la atención y retardar los tiempos para matar el revocatorio. Ciertamente seria imposible pensar en una solución inmediata al daño ocasionado no solo a las instituciones y a la economía, sino al tejido social al haber dividido a los venezolanos de izquierda y derecha; entre ciudadanos de primera y segunda según el derecho de acceder a los CLAP o peor aún, por sus características étnicas entre blancos y negros, cuando en todo hogar hay un “negrito” el más consentido y el más querido de la cuadra. Reparar y solucionar esos daño tardara algún tiempo, pero si Dios hizo al mundo en 7 días, el gobierno ha tenido tiempo para haber puesto sobre la mesa una solución a la monumental crisis creada durante 17 años en los laboratorios del G2.
La pregunta de hoy sábado es. Y ahora qué ?. La dirección política no puede decir amanecerá y veremos. El país ya no aguanta las 7 plagas del SSXXI, la inflación, la inseguridad, la corrupción, escases, violación a la constitución, etc; demanda una solución de inmediato. Hay una necesidad urgente de impedir tanto un desbordamiento, como de un choque barbárico, pero que en ambos casos tendría que actuar las FF.AA, por lo que al haber sido ideologizadas , la propuesta de incorporarlas a las negociaciones no es tan descabellada, al ser hoy un factor determinante por tener compartido el monopolio de las armas.
En consecuencia la única salida es la negociación. Para ello hay que seguir presionando al gobierno a sentarse no a un dialogo estéril, sino a negociar; algo que casi se logró, cuando acepto la participación del Vaticano. Fue un momento en que se ha podido imponer la vía de la negociación, pero lamentablemente la presencia de algunos imitadores del “gobierno del Vichi”, se ocuparon de rendir los espacios ganados semanas atrás.
Unas negociaciones bajo las actuales circunstancias se vislumbran fuertes, difíciles y duras. Ante esta eventualidad, quienes asuman esta responsabilidad no pueden ser complacientes para merecer el reconocimiento del gobierno y sus felicitaciones. A partir de esta semana hay que defender posicione y principios, no se puede ser flexible, cambiante en las posiciones o aceptar perdidas unilaterales. Hay que mantener el objetivo de la negociación frente a innombrables tentaciones de sobrecitos y palmaditas en el hombro.