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Wuhan, un concierto para piano y el coronavirus (4)

III. La vertiente de las vacunas.

Se recuerda, que las vacunas son sistemas de prevención y no de curación, por lo cual se diseñan para proteger de la siguiente embestida de un patógeno. La OMS tiene actualmente la información y protocolos de más de cuarenta candidatos a vacunas para el COVID-19.

Al igual que para los medicamentos, en este caso tampoco se dispone de vacunas específicas para prevenir el ataque del virus. Crear una vacuna  efectiva y segura hasta entregarla al ciudadano común a fin de protegerlo a futuro (estrategia de los fármacos al mercado) es una tarea muy costosa, tanto en tiempo como en recursos financieros, generalmente alcanzable por empresas farmacéuticas con fines de lucro, acciones que frecuentemente han terminado en una batalla para lograr una vacuna. Es la conocida presión de las Big Pharma. Incluso con la asistencia financiera de grupos como el CEPI (Coalition for Epidemic Preparedness Innovations).

El CEPI es una asociación creada en 2017 y formada por organizaciones públicas, privadas, filantrópicas y civiles cuyo objetivo es financiar el desarrollo de vacunas para detener futuras enfermedades, entre ellas el SARS-CoV-2, que incluyen vacunas recombinantes, de proteínas y de ácidos nucléicos. A continuación se comentan ocho candidatas.

  1. Vacuna recombinante con el virus de sarampión (Instituto Pasteur, Themis Bioscience y Universidad de Pittsburg).

Está construida en un virus vivo atenuado del sarampión, que se emplea como vehículo y que contiene un gen que codifica una proteína del virus SARS-CoV-2. De esta forma, el virus vector entrega directamente el antígeno del SARS-CoV-2 al sistema inmune del huésped para inducir una respuesta protectora. Este grupo de investigación tiene experiencia en vacunas similares contra el MERS, VIH, fiebre amarilla, virus del Nilo Occidental, dengue y otras enfermedades emergentes. La vacuna está en fase preclínica.

  • Vacuna recombinante con el virus de la gripe (Universidad de Hong Kong).

Es una vacuna viva que emplea como vector un virus de la gripe atenuado, al que se le ha quitado el gen de virulencia NS1. Al vector se le añade un gen del virus SARS-CoV-2. Esta propuesta tiene algunas ventajas: podría combinarse con cualquier cepa de virus de la gripe estacional y servir así como vacuna antigripal, puede fabricarse de forma rápida en los mismos sistemas de producción ya existentes para las vacunas contra la gripe y podría emplearse como vacuna intranasal (spray). Está en fase preclínica.            

  • Vacuna recombinante cuyo vector es el adenovirus de    chimpancé Oxford, ChAdOx1 (Jenner Institute, Universidad de   Oxford).

Este vector atenuado es capaz de portar otro gen que codifique para un antígeno viral. Se ha ensayado en voluntarios con modelos para el  MERS, gripe, chikunguya, malaria y tuberculosis. Esta vacuna puede fabricarse a gran escala en líneas celulares de embriones de aves. El adenovirus recombinante lleva el gen de la glicoproteína S de SARS-CoV-2. Está en fase preclínica.

  • Vacuna  recombinante obtenida por nanotecnología  (Novavax).

Esta empresa ya tiene en fase clínica III vacunas contra otras infecciones respiratorias como gripe para adultos (Nano-Flu) y virus respiratorio sincitial (RSV-F) y ha fabricado vacunas contra el SARS y el MERS. Su tecnología se basa en producir proteínas recombinantes que se ensamblan en nanopartículas y que se administran con un adyuvante propio (Matrix-M). Este compuesto (una mezcla de saponinas de origen vegetal, colesterol y fosfolípidos) es un inmunógeno bien tolerado, capaz de estimular una potente y duradera respuesta inmune inespecífica. La ventaja es que de esta forma se reduciría el número de dosis necesaria, evitándose la revacunación. Está en fase preclínica.

  • Vacuna recombinante (Universidad de Queensland).

Consiste en crear moléculas quiméricas capaces de mantener la estructura tridimensional original del antígeno viral. Emplea la técnica de “pinza molecular”, que permite producir vacunas usando el genoma del virus en breve tiempo. Está en fase   preclínica. A través de financiamiento del CEPI, comparte conocimientos con GlaxoSmithKline y la empresa biotecnológica china Clover Pharmaceutic.

  • Vacuna mRNA-1273 (Moderna Inc.).

Es una vacuna formada por un pequeño fragmento de ARN mensajero con las instrucciones para sintetizar parte de la proteína S del SARS-CoV-2. Una vez introducido en las células huésped, éstas fabrican esa proteína, que actuaría como antígeno y estimularía la producción de anticuerpos. Está ya en fase clínica en ensayos con voluntarios  sanos.

  • Vacuna de ARN mensajero (CureVac).

Emplea una estrategia similar a la de Moderna Inc., con moléculas de ARN mensajero recombinantes que sean fácilmente reconocidas por la célula huésped y produzcan el antígeno. Se empaquetan en nanopartículas lipídicas u otros vectores. Está en fase preclínica. La  empresa tiene asiento en Tübingen, Alemania; ocupó titulares de prensa al conocerse los intentos del gobierno estadounidense de querer comprarla, trasladarla a esa nación o conseguir preferencias en su producto final. Hubo intervención discreta del gobierno alemán.

  • Vacuna DNA INO-4800 (Inovio Pharmaceuticals).

Es un sistema que fabrica vacunas sintéticas con ADN del gen S de la superficie del virus. La empresa ya ha desarrollado un prototipo contra el MERS (la vacuna INO-4700) que se encuentra en ensayos clínicos fase II. La empresa trabaja con la empresa china Beijing Advaccine Biotechnology. Reciben financiamiento del CEPI.Recientemente publicaron los resultados de la fase I con esta vacuna (INO-4700) y comprobaron que era bien tolerada y producía una buena respuesta inmune (altos niveles de anticuerpos y buena respuesta de células T, mantenida durante al menos 60 semanas después de la vacunación). En fase preclínica.

Existe una propuesta china de una vacuna recombinante basada en vectores de adenovirus con el gen S de SARS-CoV-2, que ha sido ensayada en monos y que produce inmunidad. Se va a comenzar un ensayo clínico fase I con 108 voluntarios sanos (18 y 60 años de edad), en los que se probarán tres dosis distintas. El objetivo es comprobar la seguridad de la vacuna y  definir cuál dosis induce una mayor respuesta inmune.

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