¡Votar contra la pesadilla!
Después de los desencantos causados por la abstención, pareciera que nuestra esperanza en el voto hubiera surgido como el despertar de la gran pesadilla a la que nos condujo la delirante Oposición en su lucha por “cambiar el régimen”. Pareciera que hubiera surgido con lamentos el esperanzador bloque de arrepentidos, que como dijimos antes, asumió la debacle generalizada con la reflexión para cambiar la lucha pesimista, que generalizada nos condujo a la desesperanza y al fracaso.
Nuestra suerte de visionarios, o más acertados en ver lo invisible, sentimos la satisfacción de no haber gastado energía en vano, cuando con varios escritos, abundantes, insistimos en tratar de abrirles los ojos e esos opositores, cuya visión no iba más allá de ver a un régimen que atacar, cayendo en la iniquidad derivada de una gran estupidez traidora de la patria, como el de pedir la intervención extranjera para imponer medidas de fuerza militar y/o económica, que en lugar de beneficiar al anhelado cambio, lo que hizo fue generar hambre y miseria, ya que al no permitir la producción y la generación de ingresos en nuestras industrias básicas del Estado, hizo imposible generar recursos para los dos elementos básicos, excedentes dinerarios y eliminación del factor inflacionario que es la máxima expresión del fracaso del sistema económico.
Fueron muchos los venezolanos que, como nosotros, pensaron en el necesario “renacer de la política”, que, aunque pareciera una verdad de Perogrullo, en nuestro interno entendimos el necesario cambio del liderazgo o cambio de forma de hacer política. Entendimos que nunca se lograría ese cambio para el renacer, si los líderes de los partidos no unen esfuerzos de unidad para lograrlo; esa UNIDAD que se consolidó y logró la mayoría en la Asamblea Nacional en 2015.
Hoy, cuando pareciera que hemos tomado el rumbo electoral, con buenos o malos presagios, nos alienta la confianza que pareciera haber surgido en el voto como medio constitucional del cambio y la alternabilidad. Pareciera que, a pesar de la coyuntural diatriba generada por la aun no clarificada inhabilitación de María Corina Machado, los venezolanos dentro y fuera del país, con racionalidad queremos cambiar la historia. Dejar en el olvido ese trozo de la historia que los estudiosos han concentrado en el trauma económico, el olvido de la producción, de la inseguridad personal, la persecución política y otros traumas conformantes del fenómeno migratorio venezolano, que con estadísticas ciertas o no, se estima en más de 7 millones de venezolanos que han salido del país, que como dicen los analistas, “resume el más terrible de los escándalos sociales: gente que huye de la desesperanza. Son millones los venezolanos que han cruzado las fronteras porque se niegan a vivir en un lugar ーsu propio paísー en el que han sido destruidos todos los engranajes para alcanzar una vida mejor. Se huye de esa combinación letal que es pobreza y desesperanza”.
En fin, creemos que la pesadilla ha llegado a su fin. Son muchos los avatares que aún falta por vencer, pero vemos en el animo de los candidatos inscritos, el hálito del pensar en lograr el renacer de un cambio del Poder Ejecutivo, que con visión de futuro se impregnara de los mejores profesionales para la renovación de ese Poder, que quiérase o no, es el que durante mucho tiempo ha decidido en todos los ámbitos del gobierno.
Pareciera que estuviéramos en un renacer político que no tiene vuelta atrás; solo nos falta insumir buen ánimo para con el voto derrotar la pesadilla.