Vivimos en dictadura
Que lo de Venezuela es una dictadura, lo sabemos los venezolanos porque hemos padecido por años arbitrariedades, persecuciones, agresiones, y hemos sido testigos de la impunidad de sus crímenes. Ahora José Almagro, Secretario General de la OEA, con la autoridad moral que ha acumulado a lo largo de una carrera política impecable por lo equilibrado de sus juicios y la valentía para defender sus convicciones, lo ha proclamado formalmente.
Aunque nuestra Constitución, la de 1999, consagra el derecho de resistencia a la opresión, y señala la obligación de cada ciudadano de utilizar todos los medios a su alcance para luchar por el restablecimiento de su vigencia, la oposición unificada en la MUD ha sido extremadamente escrupulosa en los mecanismos utilizados para defender sus derechos y garantías constitucionales. Se ha esmerado en evitar comportamientos que puedan sembrar dudas sobre su carácter democrático.
Maduro y sus enfurecidos lugartenientes como carecen de argumentos para justificar su permanencia en el poder, porque la crisis que heredaron lejos de haberse superado se ha agravado a niveles inconcebibles en pleno siglo XXI, se afincan exclusivamente en la violencia, en la represión sin fronteras, para permanecer indefinidamente en el poder como en Cuba.
Como Venezuela está en ruinas con la gente pasando hambre porque no alcanzan sueldos y salarios para comer completo, como en los hospitales los pacientes se mueren de mengua por carencia de insumos y medicamentos, es urgente un cambio de gobierno. Maduro debe dejarle el campo libre a un gobierno de transición, de entendimiento nacional, en capacidad y disposición de aplicar sobre la marcha medidas económicas de emergencia, y sacar a flote nuestro país antes de que se hunda definitivamente en el tremedal de la corrupción.
Desde este punto de vista es que debe enfocarse el Revocatorio. En la vigente Constitución chavista se consagró como fórmula pacífica en el caso de gobiernos fallidos como el de Maduro. Sin embargo, están saboteándolo con la complicidad diligente de las cuatro señoras del CNE, incapaces de pensar en Venezuela.
Es sabido que Maduro y sus secuaces carecen de apoyo popular, como quedó claro el 6D. Aparte del apoyo de la metrópoli cubana, ansiosa de conservar los jugosos ingresos que le llegan desde Venezuela, lo apoyan los militares. ¿Mantendrá ese apoyo hasta que Venezuela sea borrada del mapa como país independiente?…