Vergüenza ajena
Isaías A. Márquez Díaz
Se trata de un término que alude a una emoción universal. Lo señala la historiadora cultural Tiffany Watt Smith en su obra “THE BOOK OF HUMAN EMOTIONS”, calificándolo como sentimiento de “tortura exquisita”.
Explica Smith que la vergüenza ajena es una “humillación indirecta, regularmente hacia extraños”. Por ejemplo, el caso que nos ocupa, el del canciller Jorge Arreaza boicoteado mediante una “operación solitario” cuando una veintena de gobiernos, bien claros con las aberraciones de NM, desalojaron, apenas ingresó el auditorio donde Arreaza se dirigiría al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, acción que organizó, acertadamente, los países del Grupo de Lima, apoyados por otros 11, que reconocen al presidente de la Asamblea Ncional ,diputado Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela hasta la realización de nuevas elecciones.
Ha constituido otra demostración contundente de parte de la comunidad internacional a Maduro por su condición de “USURPADOR”, y no existirá decisión suya alguna que pudiera acatarse y/o reconocerse.
La vergüenza ajena más mortificante está reservada para el individuo a quien todo pareciera resbalarle y se siente muy importante. Parecieran no sentir pena y/o vergüenza que deberían, así que, mejor nos reservamos el calificativo preciso e inequívoco.
El escarnio: pretender defender lo indefendible y justificar la aberración de un gobierno ilegítimo, el cual le ha designado para una misión inoficiosa y hasta rimbombante, que implica costos notables para el erario público.
Ínterin, sinnúmero de venezolanos apolíticos aguarda, ansiosamente, por el ingreso del canal humanitario, cuya iniciativa la promovió Juan Guaidó con el concurso de diferentes países del hemisferio y numerosas instituciones internacionales.