Venezuela, ¿qué nos pasó?
Miguel R Carpio Martínez
@carpioeconomics
Van más de tres meses de protesta. Nada parece indicar que las próximas semanas serán distintas, todo lo contrario, van a ser más complicadas. Ninguno de los grupos en pugna cede en sus pretensiones. Por un lado el Gobierno avanza con su agenda de la constituyente, por el otro, la oposición defiende los pocos espacios democráticos que quedan.
En estos tres meses y tanto hemos sido testigos de heridos y muertos. Jóvenes heridos y jóvenes muertos para ser preciso. Y a pesar del escándalo y rechazo de buena parte de la sociedad, no parece haber una respuesta coherente del Gobierno. No hay un mea culpa, no hay indicios de constricción o cambio de rumbo. Ni siquiera existe un acercamiento sincero al bando opositor para buscar una solución. Quizás vale la pena preguntarse si a estas alturas ese acercamiento tiene algún valor.
Leo las informaciones que arrojan las redes sociales, veo los videos que suben a Instagram y Twitter y en medio de la vorágine de sentimientos negativos (rabia, impotencia, frustración, tristeza y miedo) me pregunto: ¿Qué nos pasó?¿En qué punto del camino nos jodimos tanto como sociedad?
Quizás resulte de Perogrullo, pero estamos presenciando enfrentamientos entre venezolanos. Un venezolano golpea salvajemente a otro. Un venezolano asesina a otro. Dentro de todo el horror de esto hay un punto que lo hace aún más obscuro y tenebroso, las víctimas son en su mayoría jóvenes que protestan pacíficamente por sus derechos.
Me pregunto: ¿Qué habrá del lado del agresor? ¿En qué mundo vive? Y me pregunto esto porque pareciera que ellos hacen vida en una Venezuela en donde lo único que escasea son malandros y mal vivientes, dado esto solo pueden desencadenar su furia en gente inocente. Al ver la saña con la que actúan surgen otras inquietudes. Por ejemplo, ¿tendrán familia? Pareciera que no tienes hijos, nietos, ni siquiera un sobrino. Tampoco les debe importar el futuro y seguramente ignoran que los delitos contra los derechos humanos no prescriben. Deberían verse en el espejo de los militares de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia que participaron en la Operación Condor. Fueron juzgados por la historia y perseguidos por la justicia.
Hace unos años tuve la oportunidad de leer parte del Informe Rettig. Dicho informe fue el resultado del trabajo de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación creada por el difunto ex presidente chileno Patricio Aylwin. En este informe se reseñan graves violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet. Resulta paradójico, pero ese régimen que aniquiló al gobierno de Salvador Allende y persiguió de manera implacable a sus adeptos, hoy forma parte de los argumentos del Gobierno contra la “derecha fascista”. Sin embargo, un breve vistazo al Informe Rettig nos deja ver como los métodos usados por la dictadura chilena para asfixiar a sus oponentes políticos, se asemejan a los usados por el Gobierno venezolano hoy. Si usted amigo lector, es curioso como yo y googlea “Informe Rettig”, le adelanto que la lectura no será grata.
Ahora bien, volviendo al plano político la estrategia de ambas facciones parece estar clara y como señalé al principio los dos actores avanzan según lo que consideran óptimo para alcanzar sus objetivos. Dada la debilidad institucional de Venezuela, pareciera que el resultado final será una especia de equilibrio de Nash antipático. El hecho de que el Venezolano de a pie esté en el medio, es lo que hace el resultado final antipático.
Ante la incertidumbre no nos queda otra que aferrarnos con fuerza a nuestros principios democráticos. Los que creemos en la libertad y en la justicia no vamos a desaparecer, somos parte del renacer de Venezuela. Sabemos lo que tenemos que hacer.
*Economista
Profesor UCAB