Venezuela: Oposición y acción internacional
Los que se interesan por la política internacional, recordarán que hace unos días el Secretario de Estado de EE. UU. declaró que el uso de la fuerza en nuestro país tendría riesgos significativos y ayer pidió al Ministro ruso de Relaciones Exteriores que el Kremlin reconociera a Guaidó como Presidente de Venezuela.
Cuando el río suena piedras trae y lo peor que pudiéramos hacer ante tales noticias sería no darles importancia y que nuestra dirigencia opositora las dejara pasar, sin reaccionar a nivel apropiado y con la sensatez requerida.
Si este tipo de información les parece baladí, sería prueba de que se ha perdido la sindéresis y que la brújula de la oposición es incapaz de apuntar hacia donde puede venir realmente la solución a nuestro problema fundamental, que es poner fin a la actual orientación del país, más allá de un cambio en el mascarón de proa.
Todos sabemos que desgraciadamente el porvenir de la patria ya no depende de los venezolanos, pues la cúpula chavista lo tiene pignorado a potencias extranjeras y es necesario apalancar nuestros esfuerzos con la ayuda de quienes en realidad pueden generar una gran negociación en el tablero internacional, que nos permita recuperar nuestro futuro como país y como pueblo.
Es importante que el caso de Venezuela se haya planteado a esos niveles y, aunque algunos consideren que puede tratarse de un saludo a la bandera, en las actuales circunstancias no podemos permitirnos el lujo de permanecer impasibles y la mayor o menor intensidad que pueda adquirir esta vía, depende también de nosotros.
Tanto la oposición como el régimen usurpador están seguramente convencidos que ni el cambio ni el poder, pueden lograse o mantenerse solo con esfuerzos propios.
Los chavistas, conscientes de la importancia clave del tema, han venido desplegando esfuerzos sostenidos (e inescrupulosos) en tal sentido. La oposición debiera rediseñar sus acciones en el plano internacional para que, sin descuidar lo logrado, se hagan los énfasis adecuados y oportunos, que exige la situación actual del país, mientras recobramos el pleno ejercicio de nuestra soberanía.
Nuestros esfuerzos por si solos no son suficientes para lograr el cambio de rumbo, pero son necesarios para orientar la acción internacional en la dirección correcta.
