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Venezuela en la carraplana

La desesperación del gobierno amenaza con dejar a Venezuela en la carraplana. En el caso de un padre que, por reblandecimiento mental o emocional, empieza a dilapidar el patrimonio familiar, sus herederos pueden acudir ante un juez en solicitud de medidas legales que los protejan. Ese recurso no existe para los ciudadanos de un país amenazado de bancarrota por el manejo torpe y deshonesto de sus gobernantes.

Cuando Chávez asume la Presidencia, por haber triunfado en las elecciones de 1999, Venezuela, a pesar de políticas económicas no siempre acertadas y de un aparato de gobierno bastante anacrónico, registraba avances de importancia. Se había nacionalizado la industria petrolera, y se tuvo el acierto de blindarla ante la colonización partidista: Presidente y gerentes no podían ser militantes políticos.

Cuando se produce el cambio de gobierno en 1999, PDVSA ocupaba el 5to lugar entre las empresas más importantes del mundo, manejada por personal de alta calificación especializada. Quince (15) años después, aparece en el montón de las empresas petroleras casi innominadas. Su descomposición ha sido tan acentuada que hoy en día importamos petróleo crudo, por insuficiencia productiva en los pozos en razón de taladros obsoletos y falta de mantenimiento; y también importamos productos refinados, ya que nuestras magníficas refinerías no pueden trabajar a plena capacidad, y a menudo se paralizan por falta de mantenimiento.

Mencionamos especialmente a PDVSA porque Venezuela vive casi exclusivamente del petróleo. En efecto, a consecuencia de la destrucción del aparato productivo nacional por las alocadas políticas expropiatorias y confiscatorias de Chávez, estamos obligados a importar un elevado porcentaje de lo que consumimos; y esas importaciones se pagan en dólares, con el agravante de que el precio del petróleo ha venido declinando así como también la producción de crudo. La perspectiva es sombría. El patrimonio nacional ha sido dilapidado por los chavistas.

El gobierno está desesperado. Remata apresuradamente lo poco que nos queda, sin que se salven las refinerías de CITGO, en Estados Unidos, especialmente diseñadas para refinar nuestro petróleo pesado. Se están drenando las reservas en oro. El gobierno retiró parte de lo acumulado en el Fondo Monetario Internacional.

Ante este cuadro tétrico, Maduro está cruzado de brazos, totalmente de espaldas a la realidad del país. Ni siquiera se atreve a suspenderle el regalo de cien mil (100.000) barriles diarios a Cuba, que si los vendiera en el mercado internacional significarían ingresos importantes que necesitamos desesperadamente ¿Tendremos que mantenernos en una línea de resignación, como lo propician algunos estrategas?

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