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Venezuela, el país del miedo

Cuando en los primeros cuatro meses del 2015, y sólo en Caracas, han asesinado a 47 efectivos policiales y miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, está más que justificado aterrarse…

Cuando en un país frente a este horror el régimen no hace absolutamente nada y por el contrario, una mujer violenta, llena de odio, Iris Varela, es la ministra del Poder Popular para el Servicio Penitenciario y, frente a la arremetida del hampa, su respuesta es liberar peligrosos asesinos y devolverlos a las calles para que roben y maten con impunidad, tengo todo el derecho de  aseverar que este baño de sangre diario está dentro de las estrategias del castrochavismo y le tiene que brindar beneficios.

De acuerdo con el informe de la Fundación para el Debido Proceso (FUNDEPRO), en 2014 fueron asesinados 338 efectivos en todo el país, 18% más que en el año 2013. ¿De cuánto será el incremento este 2015?

Ya no es el ciudadano común la única víctima de los malvivientes, policías y militares se suman a una estadística sangrienta que a las personas normales nos paraliza de miedo. Y esa estadística siniestra no motiva a los jerarcas del castrochavismo para frenar la cosecha de muertos, al contrario, ejecutan planes que simplemente benefician a los hampones. Así quedamos estupefactos al enterarnos que unas mal llamadas «zonas de paz» son territorios en los que no hay presencia permanente de funcionarios policiales ni militares. Esta «maravillosa» estrategia se le ocurrió en septiembre de 2013 a José Vicente Rangel Ávalos, viceministro de Política Interior y Seguridad Jurídica y secretario ejecutivo de la Comisión Presidencial de los Movimientos por la Paz y la Vida, cuya única preocupación -saltando seguramente los charcos de sangre de esta Venezuela invivible- es el despeje policial para lograr la reinserción de bandas de delincuentes en actividades legales.

Parece una broma y quien no conozca la realidad venezolana puede muy bien pensar que exagero y hasta calumnio a Rangel Ávalos, mejor conocido como «Papi Papi» -hijo del tenebroso operador político y comunicacional de la ‘peste roja’- con su historial de pésima gestión en cada cargo que ha desempeñado. «Zonas de paz» sólo para los hampones, a los que por orden gubernamental se les debe informar de cualquier operativo policial o militar, porque para Maduro, Rangel Avalos, Varela y el resto de la banda gobernante, al hampón no se le puede tocar ni con el pétalo de una rosa… Complacido Rangel Ávalos, celebra que Nicolás Maduro no se haya -cito- «encerrado en el viejo concepto de que el problema del delito se resuelve únicamente con plomo al hampa». Como ven, a Maduro y su combo no le afecta que ciudadanos inocentes sean asesinados a diario. No les conmueve el horror mientras lo vivan hombres y mujeres indefensos a merced de asesinos empoderados.

En lo que va de año sólo en las «zonas de paz» del Estado Miranda han sido asesinados 29 policías. Con estas cifras bien podemos hacer proyecciones y así entender porque la líder opositora María Corina Machado define con tanta pertinencia lo que representa este tiempo de muerte. Dice: «Maduro no es un proyecto político sino una organización criminal». El año pasado asesinaron a 25.000 personas en Venezuela (Cifra del Observatorio Venezolano de la Violencia). Como va transcurriendo 2015, ese número de muertos será superado con creces, porque «el viejo concepto de que el problema del delito se resuelve únicamente con plomo al hampa» quedó atrás.

¡Plomo al ciudadano pa’que se asuste! y esto en toda Venezuela, con sus «zonas de paz» siniestras como en el Municipio Libertador, donde el sociópata Jorge Rodríguez (alcalde y jerarca rojo) ni se inmuta ante el saldo de muertos diarios. Por eso, y en esto soy repetitiva, entendamos el miedo y al hacerlo entendamos también que no hay calidad de vida cuando el miedo atenaza y es estrategia de dominación.

Llamo a este espanto que lleva ya más de tres lustros la «chorocracia»,  comprendiendo sí que donde el «choro» (delincuente) manda, se vive en «miedocracia». La «miedocracia» que vuelve a ser tema para el psiquiatra y antropólogo Luis José Uzcátegui, quien acaba de publicar su segundo libro con ese nombre, actualizado al 2015 y en versión digital (Amazon ebook). Leerlo es entender que en Venezuela andamos por esos vericuetos del miedo, caminos trágicos y amargos que casi todos los que vivimos aquí transitamos, porque la realidad, mis estimados lectores, es que el miedo es nuestro compañero de ruta y Venezuela es el país del miedo. ¡Dios nos agarre confesados!

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@eleonorabruzual

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Un comentario

  1. Esa amargadísima discípula del también amargado y criminal Ché Guevara, puso en práctica la medida de dejar a los presos libres durante el día, y deben pernoctar en las cárceles (ese beneficio no se lo dan a Leopoldo López o a Antonio Ledezma, porque sus delitos son de la peor calaña, pensar y actuar distinto a la banda de malhechores que destruye al país). Uno de esos beneficiados por la benevolencia celestina de la Fosforito, atracó y asesinó a un policía en la autopista Francisco Fajardo, y el CICPC lo pudo detener gracias al GPS de la moto que le robó al policía asesinado, la cual estacionó frente a la cárcel donde seguramente soñaba con los atracos que cometería los días siguientes. También al «Hernancito», asesino del pelotero Polidor, y responsable por el famoso secuestro del edificio Mi Refugio en Terrazas del Ávila, donde una de las rehenes resultó muerta, recibió el gentil obsequio de la amargada, pero no calentó la cama de su celda ni siquiera una noche más. Se desvaneció con su primera salida, y ya tendremos noticias de sus patrióticas andanzas. Pero no les permiten ni siquiera caminar al sol a los 83 que aun permanecen detenidos por PROTESTAR contra este corrupto e incapaz régimen, manejado desde La Habana, aunque la Constitución vigente establezca que Protestar es DERECHO de todo Ciudadano, y que es DEBER de todo funcionario defender la Soberanía Nacional (no regalársela al castrismo).

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