URSS, China, Cuba, Venezuela ¿Algo en común?
Una vez el Emperador Napoleón Bonaparte sentenció: «no despertéis al gigante chino porque todos tendremos que lamentarlo». Dos siglos después ha ocurrido que nada hubo que lamentar sino celebrar, que a 35 años del reintegro de China Comunista, a una relación plena de ella con la economía capitalista mundial y con el sistema legal de la ONU, emprendida por el visionario Presidente de USA Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger, China sea hoy uno de los pilares del dinamismo económico y tecnológico del planeta, desde que su líder Deng Tsiao Ping desde 1978, inició la modernización de esa, la más populosa, nación de la tierra.
Solo a ignorantes consumados se les puede ocurrir seguir pensando que China sea lo que si fue en el pasado, como realidad de potencia de economía estatista y casi autárquica con un sistema político totalitario de partido único y con una burocracia omnipresente.
Lo que sigue imperando allí es efectivamente una enorme burocracia casi absolutista, pero a diferencia de la etapa anterior (desde su fundación en 1949 hasta la muerte de Mao) esta clase dominante debió modernizarse y generar mecanismos de logro de consensos muy complejos, que incluyen la renovación regular y previsible de sus autoridades a todos los niveles.
Los cambios en la base social del estado chino, sigue también modificando la estructura de la clase burocrática gobernante, que modifica radicalmente sus conductas de maleabilidad en sus adaptaciones, para seguir sosteniéndose con una gran movilidad del ingreso y ascenso a ella de nuevos componentes, surgidos de la economía privada y mixta (asociada al estado) ganando con ello «legitimidad», ateniéndonos por supuesto a una muy distinta óptica, para ver el desarrollo de esa sociedad de cultura y orígenes históricos extremo-oriental, en todo y por todo distinta a nuestros parámetros occidentales.
Olvidémonos, para empezar, de reclamar a los chinos las prácticas de la democracia formal representativa. En esa nación imperan otros valores, otros fines, otras NECESIDADES, donde por ejemplo obtener abrigo, comida, salud, transporte y educación para 1.600 millones de seres humanos no es algo sencillo.
Habría que comenzar, para entender ese proceso histórico chino, con lo que Marx estudió someramente como el «modo de producción asiático» que implica la continuidad de tiranías de burocracias de estado, en el sistema de propiedad y en la organización y usufructo del poder de control de los medios de producción, y del propio poder político, que antes fueron propiedad de dinastías, noblezas de órdenes y clanes, señores de la guerra etc, y ahora del partido comunista gobernante, desde 1949, con importantes cambios en su funcionalidad, en los que ahora cabe la permisividad a sus miembros de pertenecer a una amplia gama de poderosas actividades económicas con nexos sociales privados. Citemos como huella de fenómenos nuevos él solo ejemplo pertinente de la corrupción, del enriquecimiento súbito de funcionarios del partido y a contrapelo de ello, la severa penalización de esas prácticas, que llevan incluso a la pena de muerte ejemplarizante de algunos.
He querido plantear el caso de China para quitar algunas telarañas en la comprensión de nuestra propia problemática venezolana. El chavismo no es un producto histórico que tanga que ver con la construcción y menos con el desmantelamiento de un régimen comunista.
Aquí no lo hubo como en la URSS o en China, y por lo tanto menos aún se dio el súbito surgimiento de un sistema que al ser desmantelado como modelo comunista de producción y distribución, sus beneficiarios más conspicuos, se vayan directo a constituir una casta hasta mafiosa de nuevos propietarios ad-hoc, que controlan los enormes recursos de las empresas del estado que se desmantelan y toman forma de apropiación delictiva del grueso de ellas.
La gran movilidad social China se produjo al permitirse empezar por las grandes medidas de modernización económica que indujeron a la modernización de la propia burocracia gobernante.
En Rusia, que heredó los males de la URSS, el estallido político bajo Gobachov-Yelsin realizó el mismo proceso chino, pero en el más absoluto desorden y con el desarrollo previo de una enorme mafia del mercado negro.
La mafia político-militar-policial no es casualidad que tenga como eje a Vladimir Putin, una personalidad icónica que fue y sigue siendo el jefe de la siniestra policía política que mantiene el poder desde hace 20 años.
Al parecer, en la Cuba de los Castro, también habría comenzado a producirse una evolución que los demócratas de Obama y los Clinton quieren acompañar (y la derecha republicana hacer abortar) y que implicaría un viraje hacia la restitución de la propiedad privada y de bienes de producción incluso en manos del odiado «capital imperialista» manteniendo en lo sustancial, como en China, la burocracia totalitaria del partido comunista, ejerciendo el poder aunque deba flexibilizarse, si o si, dado el fenómeno de las peticiones democráticas y en particular las libertades, de la enorme emigración cubana anticastrista en Florida y el enorme papel que debería cumplir en la reconstrucción capitalista cubana hasta ahora tímida, pero de grandes expectativas futuras.
EL caso venezolano es algo muy distinto y por eso el interés de colocarlo en la perspectiva de esas naciones donde si hubo revoluciones poderosas, estatizaciones totalitarias en su economía y edificación de una burocracia de partido único.
Venezuela no tuvo, no tiene y NO TENDRÁ nada que ver con lo ocurrido en esas sociedades. Aquí hubo fue un Estado de economía petrolera rentista, de capitalismo dependiente, subordinado al capital financiero mundial y deformado por el excesivo control estatista, derivado de los intereses de las maquinarias clientelares de los partidos políticos y las élites económicas allegadas al privilegio sobornado del favoritismo gubernamental, que les deparaba ventajas a unos u otros de los grupos empresariales, según fuesen los núcleos dominantes de la maquinaria del Estado rentista.
La tradición jurídica heredada del imperio español otorgó al Estado la propiedad del subsuelo, y a esto se añadió la vorágine de acumulación de propiedad terrateniente por parte del Estado sobre todo desde 1959, para sus proyectos «distributivos» de patente populista.
Si a esto agregamos que bajo esos mismos preceptos se acogió el modelo CEPAL, desde principios de los años 60, bajo el modelo adeco-copeyano socializante y se impulsó una inmensa inversión pública, subsidiada por esa enorme renta petrolera, el crecimiento del «estado empresario» y toda la gama de empresas (CANTV, CVG, PDVSA y cien otras) resultó generando que la economía privada y la mayoría de las grandes empresas y bancos, en muchas formas ligados a ese capital estatal, se hicieron subsidiarios receptores activos de bajos costos, por insumos artificialmente bajos, más bien pagados por el ingreso del país.
Lo más lógico también es que esas empresas privadas, que producían ganancias inmerecidas, dada su escasa productividad propia como capital privado, resultaron dependientes de ese maná público de forma cada vez más parasitaria.
Todo ello terminó por hacer casi lógica también la aparición y reforzamiento permanente de esas elites de «guisadores» ligados al clientelismo político y a sus colosales privilegios y capacidad corruptora.
El chavismo y su peor herencia el madurismo-diosdadismo representa en realidad una ESTRICTA CONTINUIDAD del modelo económico montado sobre la exacerbación de TODOS los parámetros que fueron hegemónicos durante los últimos 50 años.
Lo único distinto es que de forma cínica y empleando a fondo la palanca del resentimiento social y la demagogia, el chavismo se propuso y logró una alteración importante en la conformación de las elites beneficiadas, constituyendo un nuevo segmento muy numeroso, que puede ser cuantificado en algunas decenas de miles de nuevos ricos y de viejos ricos reciclados de multiplicada fortuna, que fue ahora obtenida en los últimos 10 años a expensas directas y delictivas, por apropiación de la renta petrolera, distribuida por vía del control de cambios. CADIVI.
Ya en tiempos de anteriores esquemas de CONTROL DE CAMBIOS como RECADI, los auxilios financieros, condonaciones masivas de deuda, venta de activos de FOGADE etc. las viejas clientelas de AD, COPEI, MAS, Calderismo, etc, habían ensayado en niveles, ya escandalosos para esos tiempos la apropiación delictiva del ingreso petrolero, (habían multimillonarios ex ministros, ex PDVSA por ejemplo) pero el caso más famoso fue el de las corruptelas de RECADI «los banqueros me engañaron», Jaime Lusinchi dixi, y por supuesto las enormes estafas bancarias bautizadas «auxilios financieros».
EL CHAVISMO NADA INVENTÓ, sencillamente no guardó recatos, innovó formas más perversas de expoliación y depredación de bienes públicos, multiplicó su demagogia social de distracción, bajo el amparo de su régimen político, financiando todo con una excepcional entrada de divisas que le permitió TODO, o casi todo, porque su demiurgo no pudo evitar morirse de un cáncer, pese a que su Cuba que debía curarle, se llevó, sin esa contraprestación, decenas de miles de millones de dólares que nos chulearon sus burócratas.
Lo original del chavismo es no exigir una contrapartida en producción creciente para obtener, como bajo el sistema clientelar de AD-Copei, MAS, Calderismo, un mayor subsidio obsceno de las ganancias capitalistas, menos aún en la burguesía bancaria donde el parasitismo se hizo extremo.
El tráfico de influencias el malandraje y el latrocinio masivo directo sustituyó la intermediación de producción con insumos importados, comercio exterior y manejos financieros privilegiados.
Por necesidades del hegemonismo político y su arbitrariedad consustancial con la ignorancia y autoritarismo de toda esta clase de bárbaros e improvisados sabiondos, haciéndose vías de poder para obtener enriquecimiento expedito, todo el modelo terminó por naufragar desde el tramo final del propio poder de Chávez y se hizo explosivo en esta fase terminal de Maduro-Diosdado, previo al simple estallido, y es de este tema, su diagnosis y prognosis que nos ocuparemos en las próximas reflexiones. Porque es necesario VOLVER A EXPLICAR TODO.
—