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Uribe, Colombia y Venezuela

La insólita orden de detención en contra del expresidente Álvaro Uribe Vélez ha estremecido al continente y al mundo. No tiene lógica para los amantes de la democracia y de la libertad. Mucho menos cuando jurídicamente han sido violentados derechos fundamentales contenidos en la Constitución de su país y en la legislación procesal de las naciones civilizadas. No  voy a detenerme en estos aspectos. Han sido abundantemente analizados por juristas y políticos del primer nivel.

El hecho cierto es que la conspiración de eso que llaman socialismo comunistoide, aliada con las peores expresiones del narcoterrorismo, avanza  para convertir a Colombia en otra Venezuela desde donde, en mi opinión, se dirigen y planifican las acciones. Esto no es política. Se trata de estructuras del crimen organizado debidamente coordinadas entre sí con el objetivo descarado de eliminar los factores fundamentales capaces de impedir el éxito de sus pretensiones.

Tengo mucha fe y confianza en el liderazgo de los sectores fundamentales de la vida colombiana. Por supuesto que hay de todo, buenos, regulares y perversos. Pero están bien identificados por un pueblo alerta que reconoce en Álvaro Uribe al líder que se necesita para acompañar al Presidente Duque en la tarea que la nación le ha encomendado, Todo lo demás es secundario, aunque no deja de ser importante.

Algunas voces venezolanas, entre ellas María Corina Machado, han advertido la intencionalidad de Maduro de trabajar para derrocar a Duque y provocar una confrontación de tal naturaleza que facilite el objetivo de alcanzar el poder en ese país vecino. Piensan ellos que eso le daría mayor estabilidad a la situación venezolana, bastante confusa e incierta en el momento actual. El régimen venezolano es el primer enemigo de la estabilidad en Colombia, de la vigencia de un sistema democrático abierto a la libertad. Si es destruido, la dictadura tiránica del madurismo tendrá mejores oportunidades para sobrevivir. Todo lo que pase allá nos afecta y a la inversa. No olvidemos que, en definitiva, somos una misma nación aunque esté contenida en dos repúblicas.

Pero, hay más que eso. El objetivo es mayor. Se trata de América Latina como un todo y el objetivo final, como es fácil percibir, es la destrucción del poder e influencia de Estados Unidos de América, ejemplo y guía para los amantes de la libertad en su concepción más amplia.

En consecuencia es absurdo que la oposición venezolana, la de verdad y la de mentira, continúe discutiendo sobre unas elecciones parlamentarias inconstitucionalmente concebidas para impedir el “cese de la usurpación”, es decir, la salida de Maduro y su combo. No podemos apartarnos del primer paso aprobado por la Asamblea Nacional. Condiciona todo lo demás.

Sigamos el ejemplo y las lecciones de Uribe. Luchador probado. Amigo y compañero.

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@osalpaz

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