Unidad y Sincretismo
“Unidad y Sincretismo” fue el mensaje del artículo anterior que les envié como Regalo de Navidad. Recibí comentarios de acuerdo y desacuerdo. Lo interesante es que los acuerdos y los desacuerdos vinieron tanto de chavistas como de opositores. Los acuerdos se expresaban a través de frases como “Es verdad, tenemos que dialogar para ver cómo nos unimos para sacar el país adelante.” Mientras que los desacuerdos, desde ambos bandos, decían cosas como “¡Que bolas, tú como que no has entendido que la pelea es peleando!” (Tenemos 20 años en ese pleito y mire Ud. los resultados).
Mi aprendizaje de estas reacciones es que Venezuela no está dividida entre chavistas y no chavistas, esa división no es la profunda. Nuestra división de fondo y grave es entre modernos y primitivos; dos tipos de personalidades que se encuentran dentro de cada bando político.
El orden primitivo era individual; no existían reglas de juego que indujeran a cooperar; hasta que un individuo se dio cuenta de que para matar a la bestia que intentaban comerse era mejor ir en grupo y que cada miembro de esa emergente banda primitiva atacara por diversos flancos, en vez de todos por el mismo. Fue allí cuando empezaron a dejar de ser primitivos: con el surgimiento de la cooperación, la división del trabajo y la complementaria de funciones, cada uno aportando lo que mejor podía hacer: avistar, correr, golpear, evadir a la bestia, cortarla o preservar la carne.
Esas características de cooperación entre seres diferenciados por la división del trabajo, aportando cada uno lo que mejor pueda hacer, de manera coordinada y complementaria, es la esencia de la sociedad moderna. Es decir, que necesitamos lograr la Unidad entre seres desiguales, no entre “los pájaros de la misma pluma.” De allí la necesidad del Sincretismo o amalgame creencias, principios e intereses personales desiguales que implica la división del trabajo. Esa división del trabajo es fuente de riqueza y productividad en la medida que cada uno se especializa para hacer mejor su trabajo; pero se necesita desarrollar complementariedad, cooperación y tolerancia – sincretismo- para obtener los beneficios mediante el surgimiento del equipo.
Para ilustrar este punto, la opinión pública nos indica cómo amalgamar dos principios mal interpretados y peor utilizados por los divisionistas de ambos lados: capitalismo y socialismo. Lo que estamos suponiendo sobre estos dos sistemas económico-políticos es que son excluyentes, tal y como nos lo han planteado líderes de uno u otro bando político. Pero, cuando le hemos preguntado a la opinión pública: “¿Qué es lo primero que le viene a la mente cuando yo le menciono las palabras “capitalismo” y “socialismo?”, las respuestas son de sorprendente potencial integrador.
Según el 54% de nuestros ciudadanos, el “Capitalismo” está asociado a atributos positivos: “riqueza, trabajo, libre comercio, progreso, bienestar, democracia y libertades.” Para un 18% estaría asociado a atributos negativos: “Dinero en pocas manos, explotación, avaricia, concentración del poder, corrupción de políticos.” El 26% de los entrevistados dice “nada, no sabe” o no responde.
En cuanto al “Socialismo”, el 57% lo asocia con atributos positivos: “solidaridad, cooperación, igualdad de oportunidades, igualdad, democracia y bienestar.” El 16% tiene percepciones negativas: “Comunismo, pobreza, lucha de clases, expropiaciones, Cuba, dictadura, Fidel, pocas libertades.” El 27% dice “nada, no sabe,” o no contesta.
Al contrastar las descripciones de ambos conceptos se pone en evidencia que la mayoría de los atributos de ambos modelos pueden coexistir. Eso es precisamente lo que ocurre en los gobiernos socialistas europeos, Chile y Brasil y crecientemente en Laos y Vietnam. Según estas percepciones, el capitalismo es más eficiente en la producción de bienestar y riqueza, mientras que el socialismo es más eficiente en crear mayores oportunidades para que los pobres salgan de la pobreza.
Las versiones disociativas de ambos modelos económico-políticos tuvieron vigencia en el Siglo XIX hasta el mediados del Siglo XX. De allí en adelante surgieron los sincretismos desde ambos lados: El socialismo estatista fue suplantado en Europa por modelos de economía mixta, cada vez más privada. Mientras que el capitalismo individualista ha evolucionado hacia formas de mayor responsabilidad social, llamadas, por ejemplo, en Alemania, “Economía Social de Mercado” en la cual se aceptan las intervenciones del Estado, no sólo para regular sino para promover el desarrollo de la empresa privada, como sucede en la China Comunista hoy. Entonces, ¿Por qué peleamos, por el bienestar económico o por el quítate tú pa’ poneme yo?
@joseagilyepes