Unidad política para salvar a Venezuela
Unos de los mejores termómetros para medir, políticamente, la aceptación o rechazo que la población tiene en torno al presidente de la República, de las instituciones y partidos políticos, además de las encuestas, son las reuniones privadas o públicas, las tertulias familiares, de vecinos o de amigos, los descansos laborales o después de la jornada de trabajo, los cafés, en el transporte público, en las interminables colas frente a abastos y supermercados causadas por la escasez de alimentos, en las quejas de usuarios y pacientes de hospitales. Así es como la población analiza la situación del país. En fin, todo mundo comenta y rechaza, la actual crisis político-económica del país. Las quejas y reclamos de la gente, más que análisis, dan a conocer el aberrante desempeño de un gobierno “revolucionario” que cayó en la corrupción, en racionamiento, en cercenamiento de libertades y violaciones de DDHH. La mayoría dice: “Aquí va a ocurrir algo”, “¡Esto da pena ajena!”.
La población sostiene, que nunca antes, durante estos largos 16 años de arbitrariedad gubernamental, la oposición venezolana ha tenido tan alto nivel de oportunidades. Y todo se da, porque el gobierno de Nicolás Maduro es rechazado en más de un 80 %. Algo peor, la población lo señala como el culpable de haber quebrado a la economía nacional, de haber empobrecido a la nación. Que por su culpa se atrasa el desarrollo y progreso del país en general. Esto es, conspira contra el futuro de cada venezolano. Por consiguiente, Maduro está debilitado políticamente. En estos momentos no tiene oportunidad para recuperar su fortaleza electoral, situación que va a incidir sobre las elecciones parlamentarias y su permanencia en el poder.
Por otro lado, la gente expresa que los partidos políticos de oposición, no pueden lucir como si fuesen franquicias eternas de un solo dueño, parecen inmodificables, de poca capacidad para el riesgo y el cambio. Aseveran, que pocos de sus dirigentes principales tienen capacidad de sacrificio para ceder paso a la perfecta unidad en un solo partido político que sea capaz de provocar la derrota electoral firme y definitiva de los partidos del gobierno “revolucionario”. ¿Por qué? Porque temen ser eliminados si no superan el 1% exigido por el CNE. ¡Es hora de no caer en esta trampa! Ciertamente, sensatez, coherencia y una unidad fuerte, consistente y consciente son los únicos elementos que garantizan que la oposición salga sólidamente victoriosa en las próximas elecciones parlamentarias. Es por ello que el pueblo le prohíbe equivocarse. ¡Que bueno sería votar por una Unidad Política para Salvar a Venezuela!
Pero el gobierno aún posee fortaleza, el PSUV solo tiene un 20% de rechazo y aún está en el poder y será financiado, como siempre, de manera subrepticia, por debajo de la mesa con dineros públicos. Pero cada día, de manera sostenida, el rechazo político del país contra el presidente Maduro lleva a la derrota a los partidos oficialistas. Este rechazo político, de manera evidente, amenaza a la “revolución”.
De acuerdo a los comentarios de la gente, se infiere, que lo que más le duele, es haberle entregado su confianza a los partidos políticos del gobierno. Porque, muchos de los parlamentarios oficialistas, se colocaron al margen de Poder Legislativo, cedieron su condición legisladora al ejecutivo y traicionaron la ética. Además, expresan que lo que les causa disgusto y repugnancia es el celestinazgo y la complicidad con que los parlamentarios oficialistas aprueban la corrupción y la violación de DDHH. Y la reprobación, más fuerte, la sostienen cuando dicen, que hasta ahora, de ninguna fracción oficialista ha salido pronunciamiento alguno en contra de estos delitos y otros excesos de variado tipo cometidos por el gobierno. Que sus opiniones contra la corrupción y la violación solo son alusiones aparentes, imposturas. Son patenas que recogen los bocados que los pecadores mayores dejan. Es decir, son rémoras de la más grande perversión del poder. Y pensar que la sabiduría del pueblo es clara, precisa y concisa al decir: “El que calla otorga”. En consecuencia, la crítica realidad, exige que los diferentes sectores, del país político, social y económico, resuelvan la crisis con sensatez y alta política.