¿Una sociedad sin valores?
Una sociedad en la que no se respeta la importancia del conocimiento y el ejercicio de los valores éticos y morales es una sociedad en la que la libertad desaparece.
Los regímenes totalitarios se han caracterizado por pretender encasillar a sus habitantes con esquemas ideológicos con los que intentan modificar la naturaleza humana. En la práctica, lo único que han logrado, ha sido satisfacer sus deseos de dominación sobre la población y mejorar el estatus social y económico de la nueva clase dominante que se convierte, progresivamente, en una secta diferenciada y diferenciadora.
Hay mucho de resentimiento y soberbia en estos «revolucionarios» de nuevo cuño. Sobre todo, cuando pretenden convertirse en «cabezas pensantes de un nuevo orden social», que termina siendo mera idolatría al hegemón de ocasión.
Poco les importa el sufrimiento que generan en la gran mayoría de la población con sus experimentos sociales, porque en su supina ignorancia y carencia absoluta de referentes éticos o morales, se justifican aplicando aquella nefasta máxima de que el fin justifica los medios, aunque en la medida en que se afianzan en el poder, el fin se les desdibuja cada día y lo único que prevalece y se agranda es el bienestar personal de la nomenclatura.
Solo se podrá resolver esta degeneración de la vida societaria sembrando valores éticos y morales en todos los niveles de la vida organizada y estos deberían girar en torno a principios básicos como la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, la inclusión y sobre todo la educación.
Por algo Simón Bolivar dijo, en su tiempo, que lo fundamental para la felicidad de la sociedad eran «moral y luces».