OpiniónOpinión Nacional
Una nueva etapa
La realidad no se puede cambiar, es una sola. Lo que si tiene en mi opinión son varias facetas. Por ejemplo, la crisis abarca todos los escenarios políticos, sociales, económicos, de la salud, la educación, y hay otros que dominan a todos: el hambre, la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad, que han llevado a la desesperación a millones de familias venezolanas víctimas de un desgobierno a cuya cabeza está un hombre que ha resultado incapaz de adelantar la más mínima medida para aliviar los sufrimientos del pueblo.
“No se le puede pedir peras al olmo”, dice el refranero popular, y por tanto a una dictadura militar – civil que tiene 17 años haciendo lo que le da su gana, no se le puede pedir comportamientos democráticos. Hay que decirlo con claridad, con Maduro y su cúpula militar que lo gobierna, no hay salida. El fracaso es inocultable, como lo es el repudio mayoritario de un pueblo que todos los días multiplica sus esfuerzos para producir un cambio político, de régimen, de modelo.
Hay ideas que hay que repetir hasta hacerlas victoriosas: estimamos que nos estamos acercando a ese desenlace que conduzca al país al retorno de la democracia. Lo nuevo que hay con respecto al 23 de enero de 1958, es que ahora se trata de un movimiento nacional multitudinario que va desde San Cristóbal hasta Villa Rosa, en Margarita; desde Cumaná a Ciudad Guayana; más aún es un movimiento que tiene un respaldo mundial, de grandes alcances.
Se puede decir sin exageración que la mayoría de los demócratas del mundo respaldan a todos aquellos que luchamos por hacer retornar al país a un funcionamiento civilizado que lo saque de la barbarie; que garantice la unión de todos los venezolanos lo que no significa el cese de diferencias sino todo lo contrario, el respeto a todas las opiniones; a la propiedad privada y hacer cumplir la Constitución; que garantice el pluralismo político, porque no hay ninguna sociedad homogénea, en ella palpitan diversos intereses, religiones, ideologías, partidos políticos y justamente el régimen democrático es el que garantiza la convivencia pacífica, repetimos, civilizada, de esa variedad de opiniones y poder convivir en paz. Acabar con la represión arbitraria y la negación de los derechos ciudadanos, garantizar que haya justicia y no sujeción a los dictámenes del Ejecutivo.