Una modesta delación
Un buen día colocan en la fachada de la sede donde despachan, una gigantografía del líder anterior o actual, o ensayan un operativo que lo(s) exalte so pretexto de algún problema colectivo.
Todos sabemos cuán demencial es el problema del tránsito automotor y peatonal en nuestras ciudades, destacando los motorizados como los más envalentonados violadores de las normas. No hay orden ni concierto en la materia, dejándonos prácticamente resignados a una realidad que es más de ahora que de antes.
Una buena mañana o a media tarde, un piquete de Guardias y Policías Nacionales se para en la esquina no sólo para entregar alusivos volantes, respaldando a otras personas que exhiben sendos pendones, sino que vela por el equipo de sonido que dispara reiteradamente aquellas piezas tropicales que ensalzan a Chávez Frías, a Maduro y – no faltaba más – despotrican de los famosos 40 años. Megáfono en mano, alertan a los pocos motorizados que se atreven a transitar la zona, camioneteros y demás mortales, sobre el rayado (si existe), el semáforo (si funciona), entre otras noticias que reporta la ley esgrimida.
La intención no es mala, sino su instrumentación y, lo que es más importante, delación. De un lado, mala suerte para las casas y edificios habitados por alguna persona enferma, por ejemplo, porque – decidiendo a qué hora deben levantarse de la cama, además – la artillería del sonido que va más allá de lo ya acostumbrado, sacude los tímpanos.
Del otro, el problema no está en la campaña tan mal concebida e implementada, añadido su irrefutable proselitismo político. Reside en que la última palabra la tiene el Estado que debe sancionar a los infractores, hacer su trabajo, porque el resto de la ciudadanía no está – ni debe estarlo – revestida de autoridad para ello: por lo menos, ojalá se mantenga, Chacao debe aleccionar a más de un funcionario público que suele incurrir en caprichosas iniciativas.