Una errática política exterior (I)
Criticar, con seriedad y responsabilidad, una política exterior de un determinado gobierno de ninguna manera puede considerarse traición a la Patria como, con gran ligereza, señaló Nicolás Maduro en su discurso en el parlamento nacional. Lamentablemente, durante los gobiernos de Hugo Chávez y el actual de Nicolás Maduro se han cometido tal cantidad de errores en la defensa de nuestros intereses vitales como Nación que es imposible guardar silencio. Hacerlo, sería incumplir nuestras obligaciones con Venezuela. De todas maneras, la oposición democrática debe respaldar toda posición acertada que tome el gobierno nacional en defensa de nuestros derechos territoriales en la Zona en reclamación y hacer escuchar su voz ante los permanentes errores de este gobierno que comprometen gravemente nuestra soberanía. Lo que no se puede aceptar es que Nicolás Maduro utilice el sentimiento patriótico de nuestro pueblo para tratar de ganar las elecciones parlamentarias del mes de diciembre.
Los venezolanos estamos plenamente convencidos de los derechos que le asisten a nuestro país en su reclamación en el Esequibo. También reconocemos el patriótico esfuerzo que hizo Rómulo Betancourt y su canciller Marcos Falcón Briceño para lograr la firma del Acuerdo de Ginebra. A partir de ese momento, todos los gobiernos democráticos respetaron una política de Estado que consistía en ratificar la vigencia del Acuerdo de Ginebra y no reconocer ninguna concesión en el territorio Esequibo. Además, se mantuvo un permanente patrullaje de la Armada en nuestras áreas marinas. Comparemos esa responsable política con las ligeras actuaciones de los gobiernos revolucionarios. Hugo Chávez, sostuvo, en el año 2004, que: “Venezuela no se opone a ningún proyecto de desarrollo en el Esequibo, autorizado unilateralmente por Guyana, si beneficia a su pueblo”, y, en el año 2007; mantuvo: “Venezuela inició la reclamación del Esequibo por presiones de los Estados Unidos para desestabilizar el gobierno comunista de Chaddy Jagan”, sin valorar que esas palabras comprometían gravemente la reclamación de Venezuela,
Esta misma posición de debilidad y entreguismo la mantuvo Nicolás Maduro en sus tiempos de canciller y en sus primeros años de ejercicio presidencial. Sólo con recordar la actitud displicente que asumió, en el año 2009, al recibir un delicado informe de nuestro embajador en Guyana Darío Morandi que sostenía: “al revisar el mapa anexo queda evidente que con esta acción Guyana le cerraría a Venezuela su salida al Atlántico, lo cual sería estratégicamente inconveniente, además de los perjuicios económicos que representaría para nuestro país perder el acceso a los recursos marítimos y petroleros”. Ese informe se originó al recibir oficialmente nuestra embajada, el 15 de mayo de 2009, la solicitud que hizo Guyana ante las Naciones Unidas de una ampliación de su plataforma continental a 150 millas, en la cual mantuvo que “no había disputas territoriales en la región” desconociendo el Acuerdo de Ginebra y nuestra reclamación. Venezuela, sólo respondió, el 9 de marzo de 2012, en carta al Secretario General, después que Guyana había solicitado, en el año 2011, una nueva ampliación de su plataforma continental a 350 millas.
El colmo fue que Nicolás Maduro visitó oficialmente a Guyana, el 31 de agosto de 2013, con la finalidad de reunirse con el anterior presidente Donald Ratomar para revisar las relaciones entre ambos países. En ese año, Guyana había entregado concesiones a las transnacionales petroleras Anadarko, Esso y Shell frente a la zona en reclamación. Sorprendentemente, ni en el discurso de Nicolás Maduro ni en el comunicado final se dice ni una sola palabra sobre los delicados asuntos que estaban ocurriendo ni utiliza los argumentos que la cancillería había planteado en su carta al Secretario General de las Naciones Unidas. Era imprescindible rechazar con firmeza esos hechos para evitar que se creara la figura del Stoppel, mediante el cual el silencio en ciertas circunstancias genera una aquiescencia que produce derechos. Lamentablemente, estos hechos ocurrieron. No cabe duda, que los graves errores en la conducción de nuestra política exterior generaron en el gobierno de Guyana el convencimiento de que los gobierno chavistas no estaban realmente interesados en la solución de la controversia.
Ahora, el gobierno de Nicolás Maduro cambia sorprendentemente de posición al pasar de un entreguismo inaceptable a un radicalismo patriotero. El decreto 1787, en el cual se crea la Zona de Defensa Integral de la Fachada Atlántica, era la necesaria respuesta ante la provocativa e intransigente posición mantenida tanto por el anterior como por el actual gobierno de Guyana. Eso sí, dicho decreto tenía que ser estudiado con gran acuciosidad por expertos en el tema para no cometer ningún error. Era un decreto firmado, nada más ni nada menos, que por el propio presidente de la República. Sorprendentemente, fue redactado con tantos errores que fue necesario modificarlo, a los pocos días, por un supuesto error de copia. La nueva versión del decreto, aparecida el 8 de junio de 2015, tras indicar las mismas coordenadas dejó sin efecto tres de los cuatro puntos que se requerían, de manera obligatoria, para la delimitación, comprometiendo totalmente la creación de la Zona de Defensa Integral Atlántica. También hubo que modificar la Zona de Defensa Integral Occidental ante la nota de protesta de Colombia. En conclusión, una errática política exterior…
@FOchoaAntich.