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Un triunfo en Santo Domingo
El régimen necesitaba un Acuerdo en Santo Domingo para debilitar la presión internacional y para dividir aún más a nuestra oposición. Afortunadamente no lo logró. Nuestros representantes no cedieron ante las peticiones de la narcodictadura.
Era necesario que la oposición asistiera a ese intento de negociación, aunque los interlocutores fuesen delegados de un régimen que representa a menos de un 20% de los venezolanos y que esté señalado por los demócratas del mundo como violador de los derechos humanos y protector del narcotráfico y del terrorismo islámico. Nuestra inasistencia no se hubiera entendido por parte de los países que nos apoyan.
Se puede negociar con bandidos como Maduro y su pandilla, pero siempre y cuando no se ceda en principios y valores. Era predecible que no se llegara a ningún acuerdo, pero había que intentarlo. El régimen quedó muy mal.
También quedaron mal los opositores que descalificaron a nuestros negociadores tildándolos de “colaboracionistas”. Ojalá reconozcan que estaban equivocados y que este episodio sirva para reconstruir la unidad, aunque no vayamos a una elección aparentemente ya decidida por el régimen y cuyo resultado no será reconocido por los países democráticos. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!