Un sistema de desvínculos
Eduardo Galeano, el escritor tan venerado por el chavismo, en el Libro de los Abrazos, opina sobre el sistema en el que le tocó vivir, que no es muy diferente del que estamos viviendo en Venezuela, al decir que es un “sistema de desvínculos: para que los callados no se hagan preguntones, para que los opinados no se vuelvan opinadores. Para que no se junten los solos, ni junte el alma sus pedazos”.
Al leer esas palabras de Galeano, viene en mente lo que nos está ocurriendo en Venezuela desde hace más de quince años, cuando Chávez asumió el poder, desde que se nos empezó a imponer el sistema cubano que ahora, en el 2014, con Maduro, se ha impuesto tan sólidamente que nuestro país, cuya soberanía tanto proclama el gobierno, desaparece, al convertirnos en una especie de colonia de Cuba.
Hay mucha gente callada en los sectores oficialistas, mucha gente insatisfecha con el gobierno de Maduro que ha traído más violencia, escasez, inflación, corrupción y abusos que los nos pocos mientras vivía Chávez. El gobierno logra que esa gente calle.
El gobierno opina mucho sobre los opositores y sus líderes, diciendo que son golpistas, magnicidas, lacayos del imperialismo yanqui. Pero, cuando los líderes de la oposición opinan sobre la crisis que estamos viviendo, se les acusa judicialmente, bajo delitos inexistentes, para que no opinen. No se quiere que quienes se sientan solos y desamparados se junten para reclamar en forme organizada y democrática y el gobierno se vale de los inmensos recursos de los que dispone en materia de uso de los medios de comunicación que controla, casi en su totalidad, para lograr que quienes se hayan juntado se desunan; sin que el alma democrática, que es mayoritaria, pero está algo despedazada, pueda volver a juntarse.