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Un proyecto integrador (III)

Un tema que debería estar presente en el debate acerca de la definición de la Venezuela del futuro es el de la relación entre el Estado y la sociedad. Se trata de que la sociedad tenga un Estado y no que el Estado tenga una sociedad. Se trata de recordar la visión instrumental del Estado. El Estado es un instrumento al servicio de la sociedad, o sea, de los ciudadanos y no al revés.

Se trata de superar lo que Juan Garrido Rovira ha llamado la tragedia del centralismo esterilizante. Centralismo que, por cierto, ha sido impuesto por una larga sucesión de presidentes nacidos en la provincia. Durante el siglo XX, por ejemplo, todos los presidentes, desde Cipriano Castro hasta Hugo Chávez nacieron en la provincia. El único presidente nacido en Caracas fue Rómulo Gallegos, quien apenas gobernó unos ocho meses. En el siglo XIX, con la significativa excepción de Antonio Guzmán Blanco, todos los presidentes fueron provincianos.

Sobreponer la patológica concentración de poder en manos del Estado y de quien quiera que esté en la Presidencia de la República. Hay que superar el estatismo paralizante y el presidencialismo exagerado.

En una reciente encuesta efectuada en Suiza, ocurrió que más de 80% de los encuestados no fue capaz de recordar el nombre del presidente de ese país. ¡Qué maravilla! Yo no pretendo tanto para Venezuela. Pero qué bueno sería que el jefe del Gobierno en nuestro país no se sintiera obligado a presumir de ser un nuevo Bolívar, ni de héroe y se limitara a ser un eficiente y honesto funcionario. El proyecto integrador para Venezuela supone superar el déficit de democracia y de cultura democrática tanto en las ideas como en la praxis política.

Los recientes acontecimientos relacionados con la escogencia de los candidatos para representarnos en la Asamblea Nacional, tanto en las filas del oficialismo como en las de la oposición, ponen de manifiesto la gravedad de ese déficit de cultura y de praxis democrática que tenemos que superar si queremos construir un país más integrado, más democrático y más moderno.

A todo lo anterior hay que agregar la urgencia de lograr una verdadera integración social. En Venezuela no existe una sociedad, son varias. Con diferencias económicas, culturales y morales inmensas. Con poca gente que tiene mucho (dinero, cultura, valores) y con muchos que no tiene nada. La coherencia social es indispensable si queremos progresar.

@efernandezve

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