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Un mil celdas

El usurpador nos lanza una amenaza. Cuenta con mil celdas para recluir a quienes no reconozcan los resultados electorales que anunciará el CNE. Él si los reconocerá y firmará el documento que el CNE presentó al país. No faltaba más. “Uno para todAs y todAs para uno”. El usurpador complementa su amenaza de modo dual, con un desplante «las celdas son para el que se ponga cómico» y con una primicia vieja, valga la paradoja, cuenta con Iris Varela para manejar los futuros reclusos.

El afán del usurpador por infundirle temor a quienes lo adversamos lo ha conducido a dejar sembrado de evidencias antidemocráticas el terreno que sus cooperadores labran con la esperanza de mantener la apariencia de democracia, donde el poder emana del pueblo que ya lo abandonó. Su sustento no es el pueblo sino la fuerza represora que como también se desgasta con el uso, termina por convertir a la amenaza en su único refugio.

Se podría afirmar que el usurpador está enguarimbado. Las OLP, los cierres de frontera, los suministros de Macro exclusivamente a las redes de abastos gubernamentales conforman trincheras que ponen al descubierto la debilidad creciente del régimen.

La desproporción con la que actúan las siniestras fuerzas que le respaldan es señal inequívoca de su impotencia. Quieren toparse con una resistencia que justifique su atropellada embestida y lo que encuentran es un hombre cargando un colchón, una mujer cargando un niño y un niño cargando un bebé. Por eso esa fuerza se desintegra, se divide, se atomiza y aunque el usurpador se empeña en asignarle tareas para demostrar su capacidad destructora no encuentra fincas, ni empresas que expropiar, apenas unos ranchos para demoler; la desolación generada por su predecesor está presente.

En esto estriba la debilidad y desintegración del régimen. Lo único que tienen es la capacidad de amenazar y la amenaza no es efectiva sino cuando puede infundir miedo, paralizar. Ya no lo hace. El que hace cola en la noche o en la madrugada para comprar un alimento indispensable sabe que si es arrestado lo soltarán, no hay alternativa. La respuesta está en el dicho popular “tras que somos pobres nos vamos apurá”.

Las celdas son para el que se ponga cómico. El usurpador se puso cómico hace tiempo cuando habló con el pajarito. Ahora es cómico.

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