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Un gesto de cortesía, pues

La creciente suscripción popular del Acuerdo Nacional para la Transición, como la muerte injustificadísima de  Kluivert Roa, obligó al acostumbrado y atractivo libreto. Una marcha anti-imperialista, como la que fracasó en la ciudad capital, está inscrita en el manual de los buenos modales del viejo leninismo habanero.

El referido documento que pretendieron estigmatizar, ha recibido un contundente apoyo por la sobriedad y sensatez de sus planteamientos. La represión tachirense, imposibilitados de inventar una temible conjura de liceístas, ha impactado profundamente al país.

Nada mejor que, a la cacería de brujas, se intente la del inveterado fantasma a través de un espectáculo que tiene por segura materia prima a los obligados empleados públicos. Poco importa que los neoimperialismos chino y ruso, a los que se supedita el régimen, puedan colorear el famoso libro del reflexivo bolchevique que versó sobre la etapa superior del capitalismo;  o que hagan de la Faja Petrolífera del Orinoco un fabuloso negocio que deja atrás la Apertura de finales de los noventa que soportó el control parlamentario y el de una abierta opinión pública, pues, lo decisivo es conseguir el enemigo común de sus tempestuosas ocurrencias, ingeniándose un conflicto que únicamente está en el anacrónico guión de lo que una vez se llamó la Guerra Fría.

Los capitalinos los vieron desfilar, inflamado el lenguaje soez de sus inconsistencias, sin dar todavía respuestas a la debacle económica. Nadie o pocos se ocuparon de las repetidas consignas de ocasión, empobrecida la propaganda que, en el fondo, pretende generar un conflicto de consecuencias impredecibles, mientras el dólar trepa a cifras siderales en tan poco tiempo.

El nuevo particularismo, justificado en la defensa a ultranza del poder heredado, diciéndose medida de todo patriotismo que excluye a las grandes mayorías del país, belicista detrás del poemario que difunde TeleSur, ya no puede ocultar la obesidad de sus inevitables contradicciones internas al calor de las camarillas en pugna. Excepto los recursos que implicó para la movilización y el soporte técnico, no hubo otra atracción que la de presentarse en un escenario en el que no todos aplaudieron y sonrieron: un gesto de cortesía emparrandada, pues.

@LuisBarraganJ

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