Un dios asesino de periodistas
Al cumplirse un año de la matanza perpetrada por terroristas islámicos en la sala de redacción de Charlie Hebdo, el semanario publicó esta semana un número especial con el titular El asesino anda suelto. En el momento del ataque se encontraban reunidos la plantilla de redactores y caricaturistas, incluyendo a Cabu y Wolinski, con su director Stéphane Charbonnier. Fueron once los periodistas masacrados por las ráfagas de kaláshnikovs que portaban los fanáticos asesinos mientras proferían “Allah akbar” (Alá es [el] más grande).
Este hecho, no solo golpeó mortalmente la libertad de prensa sino los valores de la república francesa. Charlie Hebdo es una publicación que desde 1970 ha mantenido una línea editorial caracterizada por un humor incisivo y una crítica mordaz hacia las esferas de poder. En sus editoriales y en el resto de las páginas, con una gran irreverencia, Charlie se burla de los políticos, de la Iglesia católica, de los socialistas, de los ultraderechistas del Frente Nacional y del islamismo radical. Sus denuncias sobre corrupción han contado con fuentes de información bien documentadas, logrando que presidentes, empresarios y políticos le teman.
La controversial portada de Riss
Un dios vistiendo un manto salpicado de sangre, Kaláshnikov en bandolera y el título “Un año después. El asesino anda suelto». El caricaturista Riss, quien sobrevivió al ataque, es el actual jefe de redacción del semanario y autor de la portada. Son dramáticos, por no decir sobrecogedores los relatos contenidos en este número, escritos por Riss y otros testigos de la matanza. «Esa mañana, después del ruido ensordecedor de sesenta disparos durante tres minutos en la sala de redacción, un gran silencio llenó la habitación. Tenía la esperanza de oír quejas, gemidos. Pero no, ningún sonido. El silencio me hizo comprender que todos estaban muertos, no quiero volver a ver la sala de redacción muerta (…) En 2006, cuando Charlie publicó las caricaturas de Mahoma, nadie pensaba seriamente que un día esto terminaría en violencia. (…) Percibíamos a Francia como una isla secular, donde era posible andar por ahí, dibujar, reír, independientemente de dogmas, hoy nos asombramos de estar aún con vida”. Riss, quien se niega a dejarse amedrentar por unos fanáticos, afirma, “Las convicciones de los ateos y laicos pueden mover más montañas que la fe de los creyentes”. Según Riss, en el nombre de Dios se han cometido terribles matanzas a través de la historia.
El derecho a dibujar o no a Mahoma
Recordemos que entre las caricaturas sobre el Islam que supuestamente provocaron la acción de los yihadistas, se destacaba la de Charb (Stephan Charbonier) en la que Mahoma, arrodillado y maniatado, está a punto de ser degollado por un encapuchado, a quien el profeta le dice: “Yo soy el Profeta, idiota!”, queriendo expresar con esto la psicopatía de los jihadistas del Estado Islámico conformada por sunitas radicales, quienes incluyen entre sus planes de exterminio no solo a judíos y cristianos, sino también a musulmanes Chiitas o a cualquiera que no piense como ellos. Charbonnier, quien fue el blanco principal del ataque, en una entrevista ofrecida en el año 2012 al diario español El País, había declarado: «Si nos planteamos la cuestión de si tenemos derecho a dibujar o no a Mahoma, de si es peligroso o no hacerlo, lo que vendrá después será si podremos representar a los musulmanes en nuestras páginas, lo que acarreará que al final no podremos publicar nada y el puñado de extremistas que se agitan en el mundo y en Francia habrán ganado».
El enemigo interno
Francia ha declarado la guerra al ISIS o Daesh y ha enviado sus aviones a bombardear posiciones del Estado Islámico en Irak y Siria, pero los los enemigos habitan en el corazón de este país. Las acciones terroristas cometidas por Mohamed Mehra en Touluse, quien en 2012 asesinó a siete personas, incluyendo a los niños de una escuela maternal judía, disparándoles en la cabeza a los pequeños uno tras otro con gran frialdad; Nemmouche Mehdi, autor del atentado en el museo judío de Bruselas en 2014, cuya acción arrojó tres muertos; los hermanos Kouachi autores de la masacre de 11 periodistas en Charlie Hebdo y dos policías; Amedy Coulibaly quien secuestró y asesinó a 4 de los clientes del supermercado judío, luego de asesinar a una mujer policía, y recientemente los autores de las masacres en París del 13 de noviembre quienes asesinaron a 130 personas y un saldo de cientos de heridos, todos eran jóvenes franceses, nacidos y educados en el país, hijos o nietos de musulmanes provenientes del Magreb o de las antiguas colonias, que han disfrutado de la libertad, la democracia y la seguridad social en suelo patrio, pero que odian a Francia y a los franceses. Todos encajan en ese mismo patrón de practicantes musulmanes que han sido captados para la Jihad o guerra santa en mezquitas o en las cárceles para después ser entrenados militarmente por Al-Qaïda, el ISIS u otras organizaciones que han declarado la guerra a la civilización occidental. Todos ellos exclamaban loas a su dios mientras cometían las masacres.
A la ineficacia de las políticas antiterroristas del gobierno de Hollande y de los gobiernos que lo han precedido, para contener el auge del Islamismo radical, se suma la ambigüedad de los políticos y en especial el political correctness de los socialistas que, temerosos de perder votos entre los 5 millones de musulmanes que viven en Francia, no mencionan las cosas por su nombre, a sabiendas que los terroristas practican la religión musulmana y actúan en nombre del integrismo salafista. Para comenzar a resolver la crisis hay que comenzar por desmontar la excusa de la discriminación y de la exclusión, mientras a diario los musulmanes integristas, en su fanatismo, subvierten moral y jurídicamente los valores de la sociedad francesa.
El arma favorita de los totalitarismos
Una semana después de la masacre de los periodistas, Gérard Biard escribió: “Ya sea por cobardía o cálculo electoral, si seguimos legitimando o tolerando el comunitarismo y el relativismo cultural, en el siglo XXI le abriremos el camino a una nueva forma de totalitarismo, el totalitarismo religioso”.
Gerard Biard, es el actual director de Charlie Hebdo. En esta edición reflexiona sobre la masacre de sus colegas, afirmando sin sutilezas: “Podemos llamar a eso terrorismo ciego, pero yo diría que se trata más bien del arma favorita de los totalitarismos: lo arbitrario. Yo te mato porque tu existes, porque piensas diferente, porque tu estás ahí frente a mí y a fin de cuentas, porque me da la gana”.
En el presente, Charlie Hebdo despacha desde la sede del diario Liberation y esta semana espera vender más de un millón de ejemplares. Charlie sigue vivo, pese a que un dios asesino anda suelto y los terroristas continúan asesinando en su nombre.
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