¿Un cambio en la narrativa sindical es posible?
En el contexto del 23 de enero es oportuno abordar las mayores reflexiones sobre el rol de cada uno de los actores políticos y sociales del país en procura de reconquistar las libertades democráticas. No es por nada que esta fecha es reconocida por todos los venezolanos, desde el más docto hasta el más humilde habitante de nuestra geografía, como emblema de la democracia.
Particularmente en el sector de los trabajadores la situación apremia ante la posición del régimen frente al movimiento sindical de agresión constante. Chávez inició con su talante autoritario su descalificación a los contratos colectivos y los sindicatos, aún cuando limitaba su accionar estaba condicionado a aceptarlos, pero ahora en pleno desarrollo de la década de la infamia con Maduro, el ataque despiadado contra el movimiento sindical y los trabajadores caricaturiza el mote autoimpuesto de “presidente obrero”. Suena más a mofa al ser reconocido como el Atila de los derechos laborales.
Como muestra significativa observamos la burla permanente del Ejecutivo Nacional a través del innombrable Ministro del Trabajo y a la vez sargento de la milicia obrera, al indicar que «En Venezuela nadie gana salario mínimo, y nadie cobra la pensión o la jubilación únicamente. Con esas realidades estamos construyendo un modelo que ha sido exitoso (…) No hay otro país que indexe el salario mínimo de los trabajadores. Hemos ido transitando hacia incrementos progresivos e indexados, que no se deprecien», afirmó en una entrevista a la emisora Unión Radio 17/01/2024.
Para colmo de males la arremetida contra la protesta laboral, al encarcelar al sindicalista magisterial de FENATEV Víctor Venegas acusado de conspiración e instigación a delinquir, bajo las acusaciones del Fiscal Tarek Saab cuyo arsenal incluye ahora convertir en delito los deseos de la gente, contraviniendo el principio de Ulpiano propulsor del derecho en Roma, cuya máxima jurídica señala “cogitationis poenam nemo partitur” o “nadie puede ser juzgado por sus pensamientos”, principio jurídico vigente hasta el presente.
En pocas palabras algunos voceros del sindicalismo venezolano comentan como sus peticiones laborales planteadas año tras año se han convertido en cantos de sirena, ante la sordera de la tiranía, quien hace caso omiso a las justas aspiraciones de los trabajadores de lograr un trabajo digno.
Por el contrario, desde el ejercicio perverso del poder las desechan alevosamente, como lo expresa el ultimo aumento a 100 $ en el ingreso nacional señalado ilegalmente como salario, y por otro lado mantener la persecución contra la libertad sindical como lo han demostrado recientemente, contra los 6 sindicalistas condenados a 16 años de prisión en juicios sumarios, puestos en libertad condicional y mantenidos en ascuas al ser sometidos a régimen de presentación periódica, prohibición de salida del país y al acoso permanente que les impide ejercer plenamente sus labores sindicales.
En resumen, lo planteado sobre ampliar la agenda sindical no implica el abandono de la lucha reivindicativa, ésta debe mantenerse en forma permanente, agregándole a las exigencias laborales la exigencia a las libertades democráticas plenas, a elecciones libres a los poderes públicos, el respeto a los derechos humanos.
Reconocemos que en los sindicalistas existe un prurito al hablar de políticas públicas, al creer que contamina la lucha sindical y coloca a los sindicatos en el terreno de la oposición venezolana, por el contrario, la situación amerita unificar esfuerzos junto al resto de actores políticos, sociales y económicos en procura de reconquistar el estado de derecho y las libertades democráticas.
Las marchas del 23 de enero así lo confirman con la participación masiva de la población en las capitales de estado de todo el país, como también en el mensaje de varios sindicalistas exigiendo el derecho a las libertades democráticas conjuntamente con las reivindicativas, lo cual debe convertirse en un acentuado discurso de las diferentes corrientes y centrales sindicales del país.
Este nuevo escenario para el sindicalismo va mas allá de nuestras fronteras, ya que la democracia enfrenta un año 2024 pleno de amenazas y retos ante el avance de los populismos y los autoritarismos del mundo, determinando la necesidad de ser abordada esta visión a nivel planetario por los movimientos sindicales confederados e independientes a nivel global.