¡Tu voto para salvar a Venezuela!
A pesar de todos los avatares, la descomposición social, la desinstitucionalización generalizada y la desconfianza en el porvenir, no tenemos duda de que el futuro siempre será como pensamos y queremos: ¡Una patria libre, próspera y confiada, donde la paz impere y fortalezca los ánimos de nuestro pueblo! Así la vemos y queremos, por ello, nuestro empeño en mantener la esperanza en el pensar y en el decir transformado como lo hemos dicho en “el sueño venezolano”. Han sido muchos los sinsabores experimentados desde que desde la manida “revolución”, la insensatez se apoderó del venezolano forjado con el maravilloso ideario libertario; ese que siempre forja libertadores en cualquier ámbito de la tierra. Por fortuna, después de los desengaños opositores recientes con su canto invasor o levantisco, pareciera que la sensatez volvió al venezolano con la confianza del cambio mediante el voto. Como dice Nelson Chitty La Roche en escrito del pasado 25: “A Venezuela solo la salva el cambio y lo habrá si los venezolanos se atreven”.
Nuestra esperanza está en la sensatez del venezolano, que con su voto logrará el cambio. Ya se inició oficialmente la campaña electoral de la elección primaria opositora, aunque algunos ven muchas dudas sobre la realización de los comicios; ese maleficio que trauma de la desesperanza que la mala política opositora logró fijar en el venezolano incrédulo, pero que pareciera haber quedado en el pasado cuando vemos florecer la fruición que se forja en la calle con los aspirantes a ser candidatos presidenciales que recorren el país mostrando sus argumentos, para lograr su aceptación y a medida que se acerca la fecha de los comicios, pautada para el próximo 22 de octubre, todos los venezolanos con gran optimismo esperamos esos comicios. Ya se ha dicho, hay que nutrir de entusiasmo la contienda, porque el verdadero reto es construir esperanzas de cambio político por la vía democrática e institucional. Lo más duro para este proceso está por venir, y ahora es cuando se requiere acción, firmeza y sentido de unidad nacional para enfrentar el camino tortuoso cuyo tránsito apenas se inicia.
Para el olvido es bueno recordar, que después de casi veinte años de luchas contra este monstruo adefésico, debemos reconocer que caímos en una inopia mental que nos atosigó, al extremo de llevarnos por el camino del desespero y el desencanto, sin mirar atrás para ver quién o qué nos perseguía. Fue una situación mordaz que solo pudimos desechar o remover con sano criterio inteligente que nos apartó de la ruindad que se apoderó del venezolano pensante. Nunca más debemos caer en el estribillo que dominó a muchos; el cuento de que ¡No hay nada que hacer y necesitamos que el mundo externo nos meta la mano para cambiar de gobierno, porque con esta autoridades, este CNE y esta Asamblea no se puede y no lo lograremos!.
Fueron muchos y todavía los hay, quienes se auto ubican en la llamada oposición y atacan a los candidatos como si alguien tiene el poder de evaluación para medir su vida del pasado, no podemos entender cómo insisten en atacar a la Oposición y dividirla a su gusto. Pero lo más grave fue y ojala nunca más vuelva, es la presuntuosidad del fraude y en maleficio del CNE. Vemos como algunos insisten en aseverar que habrá fraude porque lo han hecho durante 24 años. Vemos quiénes hasta apuestan a ello, como si fuera un gran logro contrariar el gran deseo de lograr el cambio con el voto. No queremos vanagloriarnos con nuestro pensar y nuestra lucha contra la Oposición desde que decidió el engaño político de no votar y pedir a los entes externos que declararan el fraude y el desconocimiento de las autoridades electas por ilegítimas. Hoy, cuando nuestro llamado es a votar para salvar a Venezuela, queremos recordar lo que dijimos: “¿Cómo podemos lograr un resultado positivo con inacción presagiada?, sin dudas, presumir lo inesperado es factible, pero lograr positividad de lo negativo choca hasta con las leyes de las matemáticas, que es la graficación de la lógica: ¡Nada se hace no haciendo!, lo contrario sería una paradoja porque el virtuosismo real no nos permite prever y suponer, pero es imposible que podamos dar fuerza a un resultado posible pero incierto. Es esto, un futuro incierto.”
Pero lo más triste es recordar un cierre de artículo cuando hicimos la advertencia: ¡Vendrán los lamentos o el llanto entumecido para no reconocer el error, pero será una decepción triste e inoportuna!
¡Ojalá y no volvamos a caer en la tentación de creen en el presagio y engañar al electorado!