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Trump: ¡Comes y te vas…!

La posibilidad de cambio político en Venezuela ante la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, es plausible. Lo primero es evitar la polarización en el análisis para contener su banalización. La privatización del crimen no está sobre la mesa. Lo que sí luce es una recomposición de alianzas globales y correlación de fuerzas hemisféricas convenientes para abrir el compás.

La estrategia política hacia Venezuela podría tener un cambio significativo de la otrora política aislacionista y presión máxima, a la disuasión inteligente. Tras años de sanciones, presión diplomática y un apoyo visible a líderes de oposición como Juan Guaidó, surge la pregunta: ¿Puede Trump en un segundo mandato lograr lo que no se consiguió en el primero? Y, en ese contexto: ¿Cuál sería el papel de figuras como Edmundo González Urrutia en una eventual transición política?

El legado de Trump en Venezuela: lecciones de un primer intento
Durante su primer período como presidente, Trump aplicó una estrategia de máxima presión contra el régimen de Nicolás Maduro. Las sanciones económicas, bloqueo de activos y el reconocimiento de Guaidó como presidente interino, llevaron a momentos que parecían augurar el fin del régimen. Sin embargo, esta política no consiguió la anhelada transición.

Los críticos argumentan que la falta de una estrategia militar, sumada a los errores de liderazgo dentro de la oposición venezolana, limitó el impacto de la política de Trump. Pero en un segundo mandato, Trump podría venir dispuesto a lograr la reapertura democrática en Venezuela, considerando el interés geopolítico, estratégico y energético que representa para EEUU y punto de acceso para contrapartes como China, Rusia e Irán.

Edmundo González Urrutia, reconocido como presidente electo por los venezolanos el pasado 28 J, podría jugar un rol crucial. González Urrutia, un diplomático que sabe deslizarse por la diplomacia de baranda, institucional, discreto, aboga por una transición política que incluya reformas profundas en el aparato judicial, económico y militar de Venezuela. Su visión democrática: emancipación injerencista, respeto a los DDHH y justicia penal internacional.

Su misión es ser un puente entre las fuerzas internacionales y EEUU, la Unión Europea, la unión interamericana de aliados democráticos y las facciones de la oposición venezolana. González Urrutia aporta credibilidad y visión estratégica para amalgamar el liderazgo de Maria Corina Machado y líderes de la plataforma unitaria [no impostores] adversos al régimen de Caracas. Trump tanto se aleja de una fragmentación política de la oposición venezolana como se acercará a un frente unido sólido, real y legítimo.

¿Qué podría hacer diferente Trump esta vez?
En su segundo mandato Trump podría aplicar un enfoque más agresivo, basado en tres pilares: i.-Un aislamiento más elaborado del régimen de Maduro, que incluya naciones aliadas y corporaciones. Esto implicaría el fortalecimiento de las sanciones secundarias, que buscan presionar a países que dan pulmón a Maduro. ii.-Apoyo logístico y militar: Aunque una intervención directa podría generar rechazo internacional, el respaldo a operaciones de inteligencia y fortalecimiento de negociaciones con las FFAA Venezolanas, es una ruta. iii.-Consolidación de una oposición renovada: González Urrutia será clave para pactar un plan de transición unitario.

A pesar de los posibles cambios en la estrategia estadounidense, la transición en Venezuela enfrenta varios obstáculos: i-El apoyo militar interno a Maduro; ii-La fragmentación de la oposición; iii-El impacto de la comunidad internacional: Cuba, Rusia, Irán y China tienen intereses estratégicos en Venezuela. Si bien el regreso de Trump podría revitalizar la presión sobre Maduro, el éxito de una transición dependerá de factores tanto internos como externos. A lo interno Edmundo González podría ser reconocido como Presidente electo, pero Trump no reeditará un ‘Gobierno Interino’. A lo externo-teniendo a Marco Rubio en el Departamento de Estado-se enfocaría en una negociación eficaz con las FFAA y neutralizar la injerencia de Cuba.

En última instancia el destino de Venezuela dependerá no sólo de las decisiones tomadas en Washington. Necesitará la capacidad del pueblo venezolano para removilizarse. La pregunta no es sólo si Trump y González Urrutia pueden poner a Maduro “contra la pared”, sino si Venezuela está lista para encarar una nueva primavera tutelada por Trump, donde María Corina liderará un papel fundamental de inspiración, reactivación y calle.

Marco Rubio como Secretario de Estado: ¿Un punto de inflexión para Cuba y Venezuela?
La designación del Senador Marco Rubio como Secretario de Estado representa un cambio significativo en la política exterior de EEUU hacia América Latina. Rubio-conocido por su posición firme contra los regímenes autoritarios de Cuba y Venezuela-fue defensor de las políticas de máxima presión. Los orígenes cubanos de Rubio y su posición como líder influyente en el Senado [RREE] le han permitido moldear gran parte de la política hacia la región.

Como Secretario de Estado, tendría una plataforma más poderosa para ejecutar una agenda más eficiente y de pronto menos aislacionista. Intensificar la presión sobre aliados claves como China, Rusia, Irán, México, Colombia, Brasil y Turquía, es una alternativa, al tiempo que incentiva las alianzas con El Salvador, Argentina, Panamá, Costa Rica, Ecuador, Perú, Guatemala y otras islas del Caribe.

Aunque EEUU no es parte del Estatuto de Roma, igual podría realizar aproximaciones diplomáticas con la Corte Penal Internacional y otros países tenedores de jurisdicción Universal [12 en total entre ellos: Canadá, Alemania, Argentina, Países Bajos, España y Suiza]. También podría fortalecer acuerdos de cooperación en materia de Justicia Internacional Penal: crimen organizado, narcotráfico, trata de personas, tráfico de dinero sucio, etc. La vigilancia policial y militar se intensificará contra el tráfico ilegal de drogas, oro, derivados de petróleo, armas, minerales, cuyo eje de servidumbre es Venezuela. No más ignorancia deliberada. En otro sentido, protegerán a Citgo, evitando sea rematada patio estadounidense.

El caso de Venezuela: ¿puede Maduro resistir?
El régimen de Díaz-Canel enfrenta una crisis económica y social sin precedentes. La dupla Rubio/Trump podría acelerar el colapso del sistema cubano, su aislamiento financiero, limitación del turismo y otras exportaciones claves para la economía cubana. Bueno resaltar exportaciones de países como España [1 Billón de dólares], Rusia Canadá [295 Millones], Italia [327 Millones], China [760 Millones] e incluso desde EEUU [280 Millones]. Cuba exporta 1.2 Billones de dólares, que no es poca cosa en un país de 11 Millones de habitantes y recibe 5.2 Billones en inversión, por cierto, embriagado de petróleo venezolano por más de 20 años. Estas variables están en la mira del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Rubio enfrentará desafíos importantes: i.-El costo político de una postura dura: La presión máxima podría ser vista como una agresión innecesaria dificultando la construcción de coaliciones multilaterales; ii.-La resistencia interna en ambos regímenes: Tanto en Cuba como en Venezuela, las élites políticas y militares resistirán las presiones externas, mientras mantienen el control interno; iii.-La política interna en EEUU: Rubio podría enfrentar oposición en el Congreso, donde sectores republicanos y demócratas podrían colegir, interferir o desmarcarse del balance de estas políticas.

La triangulación diplomática como factor de cambio
Cualquier estrategia para lograr un anhelado cambio en Cuba y Venezuela dependerá de factores claves como el nivel de unidad de la oposición, el papel de las FFAA en Cuba y Venezuela y la capacidad de disuasión que logre EEUU en países afectos a Cuba y Venezuela.

Una estrategia interesante podría ser la “triangulación diplomática”, es decir, negociar con actores internacionales claves, incluso divergentes como Rusia, Brasil [Lula], Colombia [Petro], México [Sheinbaum], Trudeau [Canadá], Sánchez en España, Meloni en Italia, Borrell en el Parlamento Europeo; sumando Milei [Argentina], Boric [Chile], Bukele [EL Salvador], Noboa [Ecuador], Mulino [Panamá], Chaves Robles [Costa Rica], La Calle Pou [Uruguay], Santiago Peña [Paraguay] y Bernardo Arévalo [Guatemala].

La triangulación diplomática pasa por diferentes incentivos dependiendo de cada interlocutor. Moscú podría obtener garantías sobre sus inversiones en la industria petrolera y minera venezolana; reducción de sanciones económicas y evitar una intervención militar directa o indirecta de EEUU en conflictos rusos, activando una negociación solapada en esas disputas. Es la política a cuatro manos: Ucrania, Israel, Irán y Latam. Trump ha demostrado capacidad para negociar con Rusia. Preservación de los intereses económicos de Rusia vs. neutralidad en la transición.

Lula Da Silva, exhibe una “postura más moderada” hacia Venezuela que su predecesor Jair Bolsonaro. Ha evitado una confrontación directa con Maduro, pero busca evitar el colapso del país vecino, generando una crisis migratoria regional. Los posibles incentivos para Lula: i.-Liderar un esfuerzo diplomático regional que refuerce su protagonismo en América Latina; ii.-Garantías de que cualquier transición en Venezuela respete la soberanía del país y no implique una intervención militar extranjera; iii.-Beneficios económicos y comerciales en la reconstrucción de Venezuela. Trump ofrecería una alianza pragmática con Lula consolidando la economía sureña representada en Argentina , Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay [la nueva Venezuela incluida].

Gustavo Petro sería el vecino incómodo. La relación que ha mantenido con Maduro es ambivalente. Ha promovido el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela pero también ha señalado la necesidad de reformas democráticas en el país. Posibles incentivos: i-estabilización de la frontera colombo-venezolana afectada por el contrabando, la inseguridad y el flujo migratorio; ii-Participar en la reconstrucción económica de Venezuela (beneficiando empresas colombianas) y iii-Consolidar su liderazgo regional. Trump podría ofrecer a Petro colaboración en temas fronterizos y de seguridad, mientras lo incluye en un marco de negociación multilateral para legitimar el proceso de transición.

Es probable que México mantenga una postura de no intervención [Doctrina Estrada] similar a Andrés Manuel López Obrador. Pero los incentivos serían: i.-Participación en un esfuerzo regional que refuerce la imagen desconocida de Sheinbaum; ii.-Garantías de estabilidad regional y comercial; iii.-Posibilidades económicas en la reconstrucción de Venezuela. Trump al incorporar a México en la negociación podría revisar aspectos geopolíticos y económicos, aliviando las cargas fiscales, tarifarias y migratorias.

En conclusión, Trump podría construir una estrategia progresiva, integradora y multidisciplinaria: reconocimiento de intereses comunes con cada uno de los actores involucrados en una transición pacífica, democrática y económicamente estable en Venezuela; garantías para Maduro y su círculo cercano de inmunidad o exilio seguro; creación de un marco multilateral que involucra a organismos internacionales como la ONU, la OEA o el Grupo de Contacto Internacional, más el apoyo a un liderazgo opositor renovado donde Edmundo Gonzalez Urrutia tendría una misión consensual y María Corina un rol de redención política histórico bajo la tutela de Donald Trump.

En pocas palabras recordando aquella “invitación” a estar y marcharse que le hiciera el ex presidente Mexicano Vicente Fox a Fidel Castro, cuando quiso participar en la Cumbre de las NNUU sobre el Financiamiento al desarrollo en Monterrey, Donald Trump también podría convidar a Maduro: ¡Comes y te vas…!

@ovierablanco
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Presidente Venamerica

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