Triunfo de Trump, Barba en Remojo y Soberanía
Contexto General
Existe un dicho popular que dice: “Cuando veas la barba de tu vecino arder, pon la tuya en remojo”. Algunas veces ello implica la toma de grandes decisiones y hacer grandes cambios que, en política, son aún más difíciles de materializar, pues podrían tocar la soberanía e independencia de los países. Es muy probable que este dicho popular se aplique a no pocos países ante el venidero gobierno de Donald Trump en EEUU a partir de enero 2025, luego de su sonoro reciente triunfo electoral.
Pero, ¿es que acaso los países no tienen derecho a ser soberanos e independientes en la toma de sus decisiones y tienen que voltearse a ver lo que pueda decidir EEUU como país poderoso e interesado en que las cosas se decanten en un determinado rumbo de la agenda internacional? La respuesta, obviamente, es un gran “Si”, pero siempre que puedan y se decidan hacerlo para poder lograr éxitos alternativos. Este camino alternativo, desafortunada y frecuentemente no nada fácil y suele demasiado tiempo, por lo que muchas veces se adoptan caminos más pragmáticos y acomodaticios; por supuesto, en política ello no es nada fácil. Adicionalmente, cabe preocuparse si se puede ejercer realmente la soberanía ante los más poderosos.
En el caso que nos ocupa, la alternativa para muchos países es plegarse o adaptarse a los cambios y deseos de Washington, lo cual puede restar soberanía e independencia “de hecho o de derecho”. Es tal vez en este espejo o contexto que no pocos países se deben estar viendo en la actualidad ante el venidero gobierno de Trump, especialmente luego de ver el accionar del presidente en su mandato anterior. Sin embargo, nuevos o reforzados aliados pueden entrar en escena para hacer más difícil los deseos de Washington.
En la práctica, ya han comenzado las reacciones en distintos países para tratar de irse posicionando lo mejor posible ante los escenarios posibles; es el caso, por ejemplo, con respecto a la futura política comercial de EEUU. Algunos de los países más cercanos geográficamente como Canadá y México han dado declaraciones optimistas ante lo que puede y seguramente ocurrirá, tratando de aminorar los impactos sobre sus naciones. Pero hasta EEUU debe ser cauteloso, pues parte de la jugada les puede salir mal, al afectar intereses propios y los de sus mismos ciudadanos, con la elevación de sus precios domésticos o escasez de productos que consume a diario. El costo de vida de los ciudadanos correría el riesgo de elevarse al menos en el corto y mediano plazo, mientras la economía estadounidense logra superar los problemas de abastecimiento que podrían ocurrir como consecuencia de su política comercial de elevación de los aranceles, y mientras que logran garantizar precios razonables para sus consumidores domésticos.
Las decisiones en materia de política y geopolítica internacional son complejas e involucraran medidas delicadas y de gran repercusión que seguramente tendrán que ver con la visualización de EEUU acerca de las amenazas latentes a la seguridad del estado norteamericano, su poder e influencia internacional. Ello tiene y tendrá grandes repercusiones sobre otros países, llámese soberanía, independencia o intereses. La realidad es que EEUU tiene abierto un gran abanico de situaciones a nivel mundial que seguramente deberá enfrentar, unas más diplomáticamente y otras, como esperan muchos, haciendo uso de la presión y la fuerza. En el ínterin, seguramente muchas negociaciones y acuerdos se producirán, donde el tema de la soberanía e independencia a la que tienen derecho los países estarán sobre la mesa.
En el contexto internacional, el efectivo ejercicio de la soberanía e independencia de los países solo se podrá ejercer si se siguen las reglas de convivencia internacional establecidas, si se tiene reconocimiento y si se tiene capacidad y voluntad de negociación para alcanzar acuerdos, o si por otra parte se tiene el poder político-económico suficiente (incluido el apoyo de países aliados) para imponer decisiones alternativas, eso sí, siempre asumiendo los costos de las posiciones y decisiones que se adopten.
Casos de Canadá y México en el Acuerdo de los Tres
A través de declaraciones públicas, ambas naciones han mostrado optimismo, expectativa y prudencia de cara a sus próximas relaciones con EEUU, aunque leyendo entre líneas también “preocupación”.
En este sentido, el Primer Ministro de Canadá Justin Trudeau, mas allá de felicitar a Trump, expresó su deseo de trabajar juntos en materia de economía y seguridad, especialmente bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) negociado durante la primera presidencia de Trump, así como en el aseguramiento y confiabilidad de las cadenas de suministro, al igual que el combate a las prácticas comerciales desleales presentes en la economía global. En esta línea, Trudeau reactivó un comité especial (dirigido por la Primera Vicepresidenta-Ministra de Finanzas) para atender los asuntos críticos entre ambos países como muestra de la importancia de sus relaciones y lo que estaría por venir. Este comité y acercamiento son oportunos y no podría ser de otra manera pues EEUU es, por mucho, el principal destino de las exportaciones de Canadá (más de 75%), por lo que ante un deterioro de las relaciones comerciales su afectación sería muy significativa, de allí la conveniencia de mantener un buen clima de negocios e intereses. Las exportaciones de petróleo y minerales clave, así como la industria automotriz, juegan un papel de primer orden en las relaciones.
Palabras que llaman a nuestra reflexión por su alto significado y preocupación para las autoridades y sociedad canadiense fueron dichas por la Primera Vicepresidenta-Ministra de Finanzas la Sra. Freeland: “Sé que muchos canadienses están ansiosos. Quiero decir con absoluta sinceridad y convicción a los canadienses que Canadá estará absolutamente bien”. Asimismo, señaló: “Tenemos una relación sólida con Estados Unidos. Tenemos una relación sólida con el presidente Trump y su equipo. Recordemos que nuestra relación comercial hoy está gobernada por el acuerdo comercial concluido por el propio presidente Trump y su equipo”. En este contexto. no puede pasarse por alto el planteamiento que Trump ha hecho de elevar significativamente los aranceles a los productos importados. Este tema, unido al del gasto militar y la inmigración seguramente serán temas de gran relevancia que habrán de atenderse en una relación bilateral y de vecindad. Así, se ha destacado que la estrecha relación entre ambos países va desde la cooperación en defensa y seguridad fronteriza hasta aspectos culturales y deportivos como una muestra del trabajo conjunto que realizan las dos naciones.
Por otra parte, las palabras que denotan optimismo pero también preocupación al mismo tiempo fueron dichas por la Presidenta de México Claudia Sheinbaum, señalando que la futura administración de Trump no es “un motivo de preocupación para los mexicanos… México siempre sale adelante y habrá buena relación”. Optimismo no debe significar desatención y falta de preocupación de los asuntos, especialmente ante un impredecible Donald Trump, al menos si lo calificamos por su accionar en su presidencia pasada. Incluso, la referencia a las buenas relaciones pasadas que Trump mantuvo con el Presidente saliente de México Andrés López Obrador, no deberían ser razón suficiente para esperar que estas se reproduzcan en la figura de la actual mandataria mexicana. El tema comercial será un tema álgido, ya que se habla del establecimiento de un arancel de 25% a los productos procedentes de México, por lo que este puede ser usado como mecanismo de presión para combatir, aunque sea parcialmente, el otro tema álgido que es el migratorio. Aquí, los efectos sobre el mercado laboral mexicano pueden ser significativos, pero habría que tomar en cuenta que también lo seria sobre más altos precios que en el corto plazo deberán pagar los estadounidenses por muchos de sus productos, al verse restringida la oferta de los mismos. El efecto de mediano y largo plazo dependerá de si EEUU es capaz de sustituir esas producciones por inversión y producción propia, en parte a través de la reducción de impuestos que también se ha anticipado. Las negociaciones estarán a la orden del día.
Algunas de las Otras Relaciones
Como se insinuó anteriormente, otros países también estarán en la mira del Presidente Trump y algunos de estos ya han adelantado apreciaciones sobre las futuras relaciones. Los asuntos abarcan aspectos económicos y políticos, nada fácil de atender al mismo tiempo.
De manera particular, Nicolás Maduro se ha adelantado para expresar que el triunfo de Trump es “un nuevo comienzo para que apostemos a ganar-ganar y le vaya bien a Estados Unidos, le vaya bien a Venezuela y siempre abogamos para que le vaya bien a América Latina y el Caribe”, cuando ambos están muy conscientes de los grandes retos y obstáculos que están presentes en materia política, ideológica, soberanía y de derechos humanos y ciudadanos, a decir por las declaraciones dadas en el pasado por ambos mandatarios, amén de los asociados a la imposición y vigencia de sanciones al país. Obviamente, el tema de los resultados electorales en Venezuela del pasado 28 de julio y su reconocimiento, así como el tema petrolero en el ámbito económico y de vigencia de las sanciones, serian, desde el punto de vista pragmático, de los más importantes y trascendentes para las marcha de las futuras relaciones bilaterales. En este sentido, la información que está en el ambiente de que el Senador Marcos Rubio pudiera ser el próximo Secretario de Estado de Donald Trump, pudiera hacer las relaciones mucho más tensas entre ambos países, a decir por lo critico que ha sido Rubio de la situación no solo en Cuba sino en Venezuela también.
Finalmente, como se mencionó anteriormente, la lista de países y temas con las cuales deberá lidiar la nueva administración Trump será sustantiva. Es así como la guerra Rusia-Ucrania, el conflicto Israel-Hamas-Palestina, la latente situación China-Taiwán, las relaciones con la propia China, Irán, Corea del Norte, Unión Europea, Venezuela y Cuba, entre otras, más allá de los graves problemas migratorios que existen entre EEUU-México, estarían en la mira del nuevo presidente estadounidense, pudiendo cambiar de manera importante las actuales relaciones existentes.
Es de perogrullo, pero veremos accionar a Trump cuando comience con sus actividades de gobierno y veamos el sesgo que le imprima a sus decisiones para tener una mejor visión acerca del rumbo que puedan tomar las cosas. En todo caso, ante la incertidumbre y dureza de las posibles decisiones que pueda generar Trump, a muchos países les convendrá visualizar/anticipar nuevas acciones y reacciones para enfrentar ese escenario, como una forma de poner su “barba en remojo”, sin que ello implique sumisión ni pérdida de soberanía como algunos pudieran pensar.