Tiempo
El tiempo es algo muy valioso y preciado para la hegemonía que aún impera en nuestro país. El continuismo necesita ganar tiempo, no tanto para fortalecerse sino para seguir debilitando a gran parte de los voceros de la llamada oposición política. De esa manera, el rechazo masivo a Maduro y los suyos, se compensa por la falta de credibilidad de los que alegan buscar un cambio democrático.
Me temo que un nuevo capítulo de esta situación está ocurriendo ahora mismo, con el propuesto «Acuerdo de Salvación Nacional», que, muy probablemente ni será acuerdo, ni será de salvación del país, ni será nacional. Pero los tejemanejes alrededor de esa propuesta de Guaidó, asomada antes por representantes de Biden, le dará tiempo a la hegemonía. Es decir le dará continuismo.
Todo ello mezclado con unas «megaelecciones», justificadamente cuestionadas, porque bajo el control de una hegemonía despótica no pueden haber elecciones libres ni limpias. E incluso los resultados de algunos comicios que no puedan ser defraudados, no se respetan. La larga lista de funcionarios elegidos con votos opositores, que están en el exilio, que han estado
presos y que han sido perseguidos, está allí para los que quieran recordarla.
La hegemonía es habilidosa, y sus patronos cubanos ni hablar, además de sus «amigos» internos de variopinto color y de intereses reconocidos. Ese tinglado está sumamente activo. No descansa.
Prefiero no extender estas primeras consideraciones, y esperar unos días para expresar una opinión más fundamentada. Pero una aproximación a la trama que se desenvuelve, de inmediato lleva a pensar en el tiempo que tanto necesita la hegemonía que destruye a Venezuela.