TICs en Venezuela: Pelea por la Gobernanza y el Valor
El hecho cierto es que la pelea por la gobernanza del ecosistema y por la captura de valor en el sector TIC -e incluso en sectores tradicionales basados en modelos brick and mortar– está en pleno desarrollo a nivel mundial, y en ese sentido Venezuela no constituye la excepción.
El sector telecomunicaciones y de las tecnologías de la información se encuentra en el centro de dicha pugna. Cada continente, región y país se encuentra, eventualmente, en etapas un tanto diferenciadas entre sí, y presentan características idiosincráticas que no se reducen a la macroeconomía propia, ni a los marcos normativos diferenciados y a patrones de consumo propios, sino asimismo a sus estructuras de mercado y a las etapas de maduración de cada uno de los distintos servicios TICs.
En el caso latinoamericano, la ausencia de un mercado único que confiera economías de escala, y la inestabilidad macroeconómica -específicamente en términos de crecimiento estable, sostenimiento del poder de compra de las monedas domésticas y estabilidad cambiaria- pueden ser lo suficientemente desafiante, como para que valores de mercados aún en crecimiento en monedas doméstica, cuando se expresan en dólares, no inviten a inversionistas internacionales y domésticos a invertir en el largo plazo.
A lo anterior habría que sumar una tendencia general y mundial en el sector TIC, como lo es la commoditización del servicio de conectividad, con precios por Gigabyte y por minutos voz en caída ininterrumpida expresados en dólares desde hace años -evidencia, por un lado, de competencia basada en elementos objetivos, y por el otro lado, una disponibilidad a pagar por parte del usuario en favor de servicios ofrecidos sobre la capa IP por empresas OTT-. Aun así, los operadores telco tradicionales se han encontrado sometidos a crecientes necesidades y exigencias de inversión en tecnologías 4G para la telefonía móvil y a futuro la 5G, y en infraestructura de fibra óptica para servicios basados en vínculos físicos.
En el caso venezolano, habría que destacar que los problemas macroeconómicos no sólo están magnificados exponencialmente, sino que se suma el marco regulatorio, que de hecho, pretende hacer responsables a los proveedores de servicios telco tradicionales del acceso y la asequibilidad a sus servicios, congelando y regulando sus tarifas, o ralentizando sus ajustes, así como limitando la libertad de la que dichas empresas deberían gozar para diseñar estructuras alternativas de sus precios para perfeccionar diferenciación de precios que permitan recomponer los ARPUs –Average Revenue per User– de sus clientes. Valga decir en contraste que a lo largo de la región latinoamericana las autoridades regulatorias conscientes de estos enormes retos a los que se encuentran sometidos sus proveedores domésticos de servicios e infraestructura, han promovido normativas que facilitan la reducción de costos, menor costo del espectro radiomagnético, reducción del IVA sobre ciertos servicios de telecomunicaciones, normativas que basadas en la libertad de negociación entre los operadores buscando evitar dobleacometidas en infraestructura pasiva e incluso algunas específicas referidas a la compartición del espectro.
En Venezuela tenemos un escenario complejo por su marco institucional y por el reducido poder de pago del venezolano, con operadores muy particulares. Por un lado, tenemos una empresa transnacional como Telefónica que ha mostrado interés en vender sus operaciones en Latinoamérica -obviando Brasil- o buscando socio en la región, que en el caso de Venezuela no parece tarea fácil; un operador público como CANTV/MOVILNET mostrando un deterioro en la calidad de sus servicios y de hecho desconexión por parte de sus usuarios -especialmente en móvil y TV-; una empresa incumbente original en telefonía móvil como DIGITEL que puede ofrecer planes tripleplay – voz fija, telefonía móvil y banda ancha-; Simple TV un operador doméstico adquiriendo las operaciones de DirecTV en Venezuela mostrando dinamismo en el mercado; así como otros operadores como Intercable y Netuno invirtiendo localmente en el desarrollo de fibra óptica para proveer servicios de conectividad a Internet entre otros servicios por vínculo físico -televisión por suscripción y eventualmente telefonía fija aún cuando constituye un servicio en desuso-, entre otros.
La digitalización de las empresas y la irrupción de las plataformas, en general, y específicamente en el sector telecomunicaciones con el especial énfasis en el sector audiovisual implica un reto enorme para estas empresas.
La convergencia tecnológica por un lado ha obligado a los proveedores tradicionales a poder replicar los empaquetamientos aún cuando estrategias de Mixed Bundling puedan evidenciar la existencia de mercados de dichos servicios por separado, y por el otro lado los somete a desempeñar un papel de proveedor utility de conectividad, perdiendo la gobernanza de la cadena de valor.
Proveedores mundiales de servicios OTT -los grandes ganadores en la captura de valor- han minado el valor de los mercados de servicio de voz y SMS de los proveedores domésticos tradicionales, haciendo lo propio en el mercado de televisión por suscripción, matizado, eventualmente, por: 1.- un eventual consumo multihoming -consumo complementario de dichos servicios-; 2.- la importancia que el mercado local otorgue al contenido local incluido en las grillas de los proveedores tradicionales de servicios de televisión por suscripción -especialmente por aquellas señales de deporte y magazine de alto rating-; 3.- los beneficios que los usuarios perciben de un One-Stop-Shopping -factura única- o de un agregador de servicios por parte de los proveedores tradicionales.
Las funcionalidades que ofrece el mundo de las plataformas digitales, especialmente en el consumo de contenido, desplazando la televisión lineal por suscripción hacia una “bajo demanda”, forma parte del cambio de gobernanza, y la preponderancia de la experiencia y satisfacción de los clientes.
En ese sentido, las operadoras tradicionales de telcos han lanzado sus propias plataformas, para intentar captar valor e incorporar funcionalidades, pudiendo llegar a clientes nuevos, ya no sólo aquellos que cuentan con su servicio por medio de infraestructura propia -independientemente que ésta sea fibra o satelital-.
La desintegración vertical que ha supuesto la revolución del Internet abierto y/o servicios bajo protocolo IP, presiona para, por un lado ser un proveedor de conectividad -que se continuará requiriendo-, y por el otro lado, incursionar en nuevos modelos de negocios de plataformas digitales.
En este sentido, la actual base de clientes con la que cuenta Simple TV es un activo significativo, que por medio de una propuesta de valor puede superar al handicap que en el presente pueda significar la tecnología satelital. Lo anterior cobra especial relevancia en la medida que la tecnología 4G -y luego la 5G- permita replicar Banda ancha móvil por medio de la cual consumir servicios audiovisuales -restando la otrora ventaja de la satelital en Venezuela de haber sido, por un lado un first mover, y por el otro lado, haber podido llegar más allá de donde han llegado los servicios de conectividad y de televisión por suscripción por vínculo físico-.
Considerando dicha base de cliente, el hecho que los competidores eventualmente sumen nuevos clientes por medio de tiendas físicas no tiene por qué significar mucho (especialmente cuando no todas la incumbentes telco ofrecen el servicio de televisión por suscripción y debido al servicio downgraded por parte de CANTV). Lo que sí implica una señal relevante es la sustitución de centros de atención y tiendas brick and mortar por soluciones tecnológicas, remotas y chabots que permitan aplanar costos que adelanta entre otras, Simple TV.
En este entorno el regulador debe tener un enfoque basado en el ecosistema, pudiendo ver el bosque. La innovación y la posibilidad de continuar invirtiendo en infraestructura en favor de conectividad por parte de los operadores domésticos telco tradicionales requiere flexibilidad y libertad en el diseño de sus propuestas de valor, lo que pasa por la definición y determinación de sus niveles y estructuras de precios. Por ejemplo, mantener pinzados precios y márgenes a los operadores telco domésticos tradicionales, en un escenario de consumo multihoming, reduce la posibilidad de invertir en infraestructura para la conectividad, mientras permite a las OTT foráneas llevarse mayor participación del valor del consumo conjunto de conectividad y contenidos.
Economista UCV