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Terrorismo actualizado

Estoy, como casi todo el mundo, muy impresionado y mortificado por la agresividad cruenta y descarnada que están mostrando los asesinos robotizados del Estado Islámico. Perfecta psicopatía en el más estricto sentido de la palabra, sin ningún viso de arrepentimiento, consideración, respeto, solidaridad, conmiseración, caridad, ni empatía, es decir, sin compasión alguna. La frialdad demostrada al hacer daño y maltratar con el definido propósito de ofender, hacer sufrir, generar terror y procurar la sumisión y aceptación de la más abyecta indignidad y la más terrible humillación: depender de la voluntad de otros, son solo entendibles como actos de maldad.

Es un grado extremo de terrorismo lo que han vivido los franceses y es el que viven y vivirán otras naciones enfocadas por el fanatismo mortal de esos grupos terroristas.

En grado menor, pero no menos maligno es el que estamos viviendo en nuestro país desde hace ya varios años. Han logrado instaurar el miedo en los ciudadanos y no por métodos sutiles ni como respuesta a males peores. Han hecho sentir al ciudadano que está inseguro, desprotegido y sin recuperación alguna. Han instilado la idea destructiva y desmotivadora, de que solo el gobierno y su partido político tienen soluciones y brindan la satisfacción de las necesidades elementales y todos los demás, industriales, comerciantes, profesionales, etc., están en guerra permanente contra el pueblo y se aprovechan de su pobreza, escasa cultura y poca capacidad  de adquirir bienes y servicios.

No es nuevo que en Venezuela se estudie la instalación del miedo como política de estado, método de propaganda electoral y justificativo de cuanta marramuncia política se le pueda ocurrir al gobierno. Hasta los corruptos conocidos y obvios, son y han sido temidos.

El Dr. L.J. Uzcátegui, psiquiatra y antropólogo, ha escrito sobre los miedos vigentes en los ciudadanos venezolanos, generados por las políticas y hechos gubernamentales. Miedocracia, es como él lo denomina y ya ha editado varias actualizaciones a sus libros. Así pues, no estamos inventando la pólvora en este artículo, pero sí poniéndole un punto sobre la “i”, que nos haga reflexionar, pues ante el terrorismo extremo y su corolario obligado del terror y el pánico, solo cabe oponerse con valentía, fiereza, determinación, constancia y la mayor frialdad posible, porque el que titubea o se le agua el ojo, pierde; y perder, aquí significa perder nuestra paz y las vidas de nuestros seres queridos.

Estamos en guerra, como dice el Presidente de Francia y como lo ha dicho el Papa Francisco. No es retórica, es la realidad. No podemos desviarnos ni un poquito, hay que triunfar contra el miedo y contra quiénes nos lo tratan de inducir. Todos tenemos que luchar. Nadie se puede replegar o quedarse en la retaguardia. Todos estamos en el frente y en Venezuela la batalla, en este momento, es votar, votar y defender el voto con la vida, si es necesario. No podemos aceptar más amenazas, admoniciones ni demostraciones de poder. Compraron nuestras conciencias, con el miedo y con promesas, por dieciséis años. Ya, no más, ni aquí, ni en ninguna parte.

¡A votar todos!

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