Tendrán que pagar
Comparto con un pueblo cansado de esta falsa revolución. Sometido a la espera permanente, dentro de una cola para conseguir pocos productos, corriendo entre hospitales buscando desesperadamente donde atender a un familiar o frente a una morgue, recogiendo el cuerpo del último estudiante desaparecido.
Ya no quiero que me hablen de promesas, ni escuchar quejas o denuncias, siento una indignación profunda que quema en mi interior. Ahora solo quiero escuchar salidas, soluciones.
Estoy cansado del discurso estúpido, del que piensa que los venezolanos lo somos. Estoy harto del circo bolivariano, del abuso, del cinismo, de la incapacidad, del poco nivel, de la expresión ordinaria y soez.
La vulgaridad no solo es verbal, aunque se es algo más que burdo cuando se acusan inocentes, cuando se irrespeta un mandato popular, cuando se encierra a un disidente democrático. Sobre todo cuando se intenta ocultar el fracaso de una gestión con cuentos chinos que nadie cree o cuando se envían militares, colectivos y policías a asesinar nuestra juventud.
Es además inmoral cuando se roba para convertirse en millonario bolivariano, cuando se regalan los recursos y se pone a pasar hambre a su propio pueblo.
No soporto una mentira más sobre que tenemos patria pero nos falta todo. No estoy dispuesto a seguir presenciando el cinismo gubernamental que afirma dentro y fuera del país que estamos muy bien, que se ha decretado la máxima felicidad, que vivimos en condiciones de seguridad y que la revolución tiene garantizada nuestra independencia alimentaria y que celebra el carnaval, como si existieran razones para estar de fiesta.
Rehúso continuar calándome a los cubanos exprimiendo a Venezuela, a las momias de los vampiros Castro tenemos que enterrarlas. Así como repudio que Putin o los chinos envíen sus portaviones para decidir nuestro futuro.
La degradación que sufrimos es tal que no respeto más las posiciones tibias, ni el golpe y cuida, ni la demagogia y mucho menos los intereses particulares. Frente al derrumbe económico y social, la lucha debe plantearse de forma diferente.
Basta de medias tintas, ¡unidos y firmes para resistir! … la muerte, que es lo que queda de aquel eslogan de Patria, socialismo o…
Tenemos que decir basta a aquellos que quieren convertir en fecha patria un intento de golpe de estado, con muertos civiles. Darle un parao a los que impunemente violan la Constitución.
Un gobierno que no respeta las leyes es una dictadura, si además roba y asesina, es ladrón y homicida. La única solución es salir de él.
En un país donde los representantes del estado se hacen cómplices de delitos contra la humanidad, la revisión futura tendrá que ser implacable ¡tendrán que pagar!
Un juicio al estilo de Núremberg será necesario para determinar y sancionar las responsabilidades de dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen, por su participación en las violaciones constitucionales y los derechos humanos, el desfalco a la Nación y la traición a la Patria.
En Venezuela, los jefes militares han tocado fondo, violando los juramentos de su propia institución, al igual que las leyes y los derechos del hombre. Sus cuadros medios y bajos tendrán que decidir si están del lado de la República o definitivamente se convierten en cómplices.
La patria que construyó la revolución bolivariana permite la represión, que entre 2014 y 2015 lleva un saldo de 49 muertos en protestas sociales. La patria bolivariana atropella, tortura, exila, golpea o mete preso a cualquiera que dé la cara, sean estudiantes, empresarios, trabajadores o políticos.
Cuenta con la Fiscal Luisa Ortega, que no abre ninguna investigación contraria a los intereses de la dictadura, así desconoce la acción de los grupos parapoliciales, motorizados que fueron filmados en flagrante violación de la ley.
Como tampoco investigará las denuncias de narco contra Diosdado, ni las cuentas con 14.800 millones de dólares en Suiza, ni por qué tanto millonario bolivariano se está instalando en el exterior. En manos de ellos nunca se sabrá por qué se enviaron dólares a Argentina, ni de donde salieron.
No conoceremos que hizo Chávez con el «millardito», ni por que destruyeron Pdvsa, ni donde fueron a parar los 69 mil millones de dólares de importaciones ficticias, de empresas de maletín, ni los 20 millardos desaparecidos de Cadivi. Ni quién asumirá la responsabilidad de haber destruido el aparato productivo, ni cuál fue la intención de acabar con todas las fincas que producían alimentos.
Han controlado todas las instituciones de manera anticonstitucional, el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, la Asamblea Nacional, la defensoría del pueblo, poniéndolas al servicio del proyecto castrista… y ¡ya basta!, sus integrantes deben ser sancionados.
«Esto ya empezó y no ha terminado» lanzó desde el suelo con un grito un campesino, mucho más racional que el militar autor del atropello, quien reflejaba en su actitud el miedo que tiene de perder sus privilegios.
No existe conspiración internacional que explique las colas para comprar comida, medicinas o productos de higiene. Ni que permita entender por qué se dilapidó la riqueza. Pero sobre todo para explicar los 200.000 ciudadanos muertos en manos de colectivos, el hampa y los amigos liberados de Iris Valera. Esto junto a la deuda con las líneas aéreas, convirtió a Venezuela en una cárcel, donde nuestros apartamentos enrejados son las celdas.
No hay vuelta atrás, el régimen no rectificará, su única prioridad es sobrevivir, no importa cuánto les cueste o cuanto nos cueste a nosotros soportar. Han intentado quebrar nuestra voluntad, con el temor y la dependencia.
Lo han intentado aplicando el abuso, la indecencia y el atropello. Han manipulado, mentido, chantajeado. Han inventado testigos estrellas falsos, se han burlado, carcajeado y amenazado, todo trasmitido por las pantallas de televisión, pero no lograron el objetivo de apoderarse de nuestra alma.
No podemos seguir afirmando que después de que todo esto pase, volveremos a ser como antes, ¡mentira!
Nadie devolverá la vida a Antonio López Castillo, ni a Brito, Bassil o Geraldine, ni a Kluiverth Roa, ¡un niño!, cuya imagen impacta mi conciencia desde ayer. Nadie devolverá las empresas a comerciantes ya arruinados y es mucho el talento venezolano que no regresará al país. Pdvsa no recuperará los mercados perdidos y tardaremos muchos años en pagar la deuda contraída por estos bandidos.
Enfrentamos una situación peligrosa, la radicalización del autócrata, solo necesitamos un país unido y dignidad para recuperar la libertad. Juntos por el único camino que debemos recorrer, ciertamente peligroso, pero mientras más rápido comencemos, más rápido saldremos de esto. Se lo debemos al joven caído.
Ex Cónsul de Venezuela en París
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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