Temple
Nos dice el diccionario que temple es la fortaleza enérgica y la valentía serena para afrontar las dificultades y los riesgos… Y temple, mucho temple, se requiere para superar la tragedia del despotismo que asola al país.
Sin duda que el temple de María Corina y de muchos más, mantiene viva la esperanza de que la hegemonía no podrá contrariar la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano, así de manera indefinida.
Desde su forzado exilio, Edmundo despliega una intensa actividad en favor del reconocimiento de la soberanía electoral, cuya proporción de 70 a 30 en contra de Maduro y los suyos, es imposible de disimular.
Temple tienen los presos y perseguidos políticos, en un contexto de desprecio por los derechos humanos, y de una imposición de la fuerza represiva por encima de cualquier silueta de legalidad y legitimidad.
Temple también tienen los que lejos de la resignación, no cesan de luchar cada uno en su cada cual, por la defensa de la soberanía democrática.
No pocos llamados a tener temple, no sólo no lo tienen, sino que tratan de edulcorar su cobardía y su cinismo, con una «valoración realista» de las cosas. Esperemos que la historia no los absuelva…
Las catástrofes nacionales no se superan con tibiezas y zigzagueos. No. Se dejan atrás con determinación determinada, con fortaleza, energía, valentía y serenidad. Con temple.