OpiniónOpinión Internacional

Suerte Loca

“Quizás simplemente el gusto de ser útil. Para mí, una motivación más misteriosa que la perversidad”. Emmanuel Carrèrre

Si hay algo que, catorce meses después, resulta innegable es que Javier Milei es un tipo afortunado aunque él mismo, muchas veces, cometa errores no forzados que puedan, eventualmente, apagar su buena estrella. El mejor ejemplo de ella fue su apuesta, en plena campaña electoral en Estados Unidos, por Donald Trump quien, más allá de las opiniones que cada uno pueda tener acerca de su forma de ejercer el poder, le ha prestado al líder libertario un enorme favor al destrabar las negociaciones con el FMI.

Cuando el affaire de $LIBRA comenzaba a adquirir vida propia en el H° Aguantadero, la oposición más férrea jugueteaba con la idea de un juicio político al propio Milei y ponía nuevamente sobre el tapete la cuestión institucional derivada del decreto del Presidente que designó “en comisión” a Ariel Lijo y a Manuel García Mansilla para integrar la Corte Suprema, el pánico de Cristina Fernández ante la inminente llegada a ese Tribunal de la causa “Vialidad” – en la que ya está condenada, en doble instancia, a seis años de cárcel por corrupción – la llevó a cometer un enorme error político.

Me refiero, claro, a lo sucedido el miércoles en la Plaza de los Dos Congresos, cuando los jubilados, como hacen habitualmente, marchaban pacíficamente para hacer oír sus más que justos reclamos. Lo peor del violento lumpenaje que rodea al fútbol fue convocado, y financiado, por La Cámpora, el núcleo duro de sus fieles que comanda su hijo, el inútil Máximo Kirchner, para generar enormes disturbios, y se sumó a los contingentes enviados por algunos sindicatos afectados por los recortes presupuestarios del Gobierno y a las siempre presentes hordas – electoralmente minúsculas – del trotskismo local, capaces de cometer cualquier tropelía para hacerse notar; seguramente, lo intentarán nuevamente en otros miércoles.

Pero, más allá de los ingentes destrozos que se vieron en el espacio público, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, el operativo de las fuerzas de seguridad federales y de la Ciudad impidió que pasara a mayores: dado que el Regimiento de Granaderos a Caballo, que no tiene gases lacrimógenos ni balas de goma, es el encargado de custodiar al Presidente y a la Casa de Gobierno, resulta fácil imaginar que hubiera podido suceder si algunos energúmenos intentaban invadir el edificio. Aunque debo decir que, si esa gloriosa unidad hubiera cumplido su deber a como diera lugar, muchos de sus miembros ya estarían presos por “violar derechos humanos”, como lo están cientos de aquéllos que vencieron al terrorismo en una guerra – así la calificó el Tribunal que juzgó a las juntas militares – que no buscaron.

La nauseabunda frutilla del postre que cocinó el pero-kirchnerismo fue la reaparición desde Nicaragua, donde “asesora” al tirano Daniel Ortega, del asesino Mario Firmenich, que tanta sangre nos costó en la trágica década de los 70’s, antes de huir cobardemente mientras enviaba a sus ciegos seguidores a la muerte. Y la asonada destituyente, que incluye sin duda la tentativa de hacer caer el inminente acuerdo con el FMI para perjudicar al Gobierno, contra lo que imaginaban sus promotores ni siquiera logró conmover a los mercados.

Milei y los otros integrantes del oxidado “triángulo de hierro” – su hermana Karina y el “asesor blue”, Santiago Castito Caputo – estaban enredados y trastabillando por sus propias torpezas, pero el pavoroso tren fantasma que reapareció el miércoles les sacó las castañas del fuego. Ante tales presencias de siniestro recuerdo y, sobre todo la hipocresía de los dichos en X de Cristina Fernández, la sociedad ratificó su voluntad de no volver a tan reciente y penoso pasado y, por ende, su apoyo al Presidente.

Pero éste (y su tan heterogéneo grupo de legisladores libertarios y granjas de trolls) debe cesar de equivocarse, dejar la agresividad y los agravios gratuitos de lado y, al menos, aceptar escuchar a quienes ejercen una sana y constructiva crítica sobre la gestión gubernamental. Debe darse cuenta ya mismo, porque los tiempos se acabaron, que correr el innecesario riesgo de perder las elecciones de medio término en la Ciudad Autónoma y en la Provincia de Buenos Aires es dar pasto a las peores fieras y, si éstas lograran esos objetivos, todo el duro sacrificio que la sociedad ha realizado hasta ahora habrá sido en vano, y los inversores propios y externos, tan indispensables para que la Argentina crezca y genere trabajo y divisas, huirán despavoridos.

Tampoco estaría de más que Milei, entre varios agujeros negros que aparecen con frecuencia, nos explicara por qué insiste tanto con la candidatura de Lijo, por qué nunca incluye a Sergio Aceitoso Massa en sus resonantes denuncias de corrupción, por qué conserva a tantos funcionarios que responden a ese corrupto canalla en los principales escalones – y cajas – del Estado y, sobre todo, por qué no toma el toro por las astas en el tema de los ancianos presos políticos, que resultará un impedimento para el necesario accionar de la fuerzas armadas si la tentativa insurreccional se profundiza.

Para concluir, expreso mi profunda solidaridad y mi acompañamiento, material y espiritual, con las víctimas de la luctuosa tragedia que sufrió, y aún padece, la ciudad de Bahía Blanca.

Los comentarios, textos, investigaciones, reportajes, escritos y demás productos de los columnistas y colaboradores de analitica.com, no comprometen ni vinculan bajo ninguna responsabilidad a la sociedad comercial controlante del medio de comunicación, ni a su editor, toda vez que en el libre desarrollo de su profesión, pueden tener opiniones que no necesariamente están acorde a la política y posición del portal
Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba