Somos fundamentalmente irracionales
A pesar de que se diga que somos animales racionales, la experiencia nos muestra que somos esencialmente emocionales.
No terminamos de interiorizar que somos el único ser vivo que está consciente de su propia muerte y, por lo tanto, que nuestro existir es una muerte a crédito, como bien lo describió el escritor francés Louis Ferdinand Celine. Y a pesar de esa consciencia nos empeñamos en dejarnos llevar por las emociones que nos conducen, en muchos casos, a destruir.
Por eso la pasión, la rabia, el odio, la intolerancia, la antipatía, la mezquindad, la voluptuosidad, el ansia de poder, el desprecio, los celos, nos impiden pensar racionalmente y entender que, para convivir en una existencia finita, lo importante es cooperar, ser solidarios, disfrutar de lo que la naturaleza nos ofrece y, como dijo Cristo, hacer el bien sin mirar a quien.
Ojalá los que lideran entendieran que la guerra, la confrontación, la división, no conducen a una mejor vida, sino que, al contrario, destruyen la posibilidad de un buen vivir para todos.