Soltando la Muleta
Soltar la muleta…Tenía que soltar la muleta. Mi fisioterapeuta y mi médico me habían dicho que podía hacerlo sin afectar la recuperación de mi pierna. De hecho, el peso en la pierna contribuiría a que la tibia y el peroné consolidaran mejor.
Después de tres meses inmovilizada con un yeso desde el muslo hasta los dedos del pie, tres semanas caminando con andadera, un mes avanzando con dos muletas y un mes asistiéndome con una sola muleta, había llegado el momento de caminar sin muletas.
La primera vez que salí a la calle sin mi muleta iba caminando por una acera prestando atención a cada una de las irregularidades que encontraba en el camino. Sentía dolor en mi pie y en mi pierna cada vez que la apoyaba. Cojeaba un poco. Me sentía insegura. Me crucé con un señor que también cojeaba. Le dije: “Estamos igual“. Él me sonrío.
Cuando caminamos con muletas, quienes están alrededor se percatan de nuestra debilidad y evitan tropezarnos o apurarnos. Sin las muletas nadie podía entender la razón por la cual caminaba tan despacio. No había nada aparente que justificara la forma en la cual me desplazaba.
Subir las escaleras y cruzar la calle me pareció una odisea. Logré hacer mi diligencia y regresar a casa sin utilizar la muleta . Misión cumplida. De ahora en adelante caminaría sin temor, sabiendo que podía apoyar todo mi peso en la pierna que me había lastimado 6 meses antes.
Recordemos siempre que hay quienes caminan llevando una carga pesada y que esa carga muchas veces no puede ser percibida por los demás. Recordemos que el dolor en ocasiones no es evidente. Se lleva por dentro. Igual pasa con los miedos. Pueden generarse por experiencias previas y no es fácil vencerlos. Tratemos de tener paciencia y consideración incluso cuando no logremos entender. Tratemos de ayudar a otros a soltar la muleta cuando ello sea posible.
Prendamos una vela y pasemos la luz!
Vivamos cada día como si fuera el último!
Es lo más lindo que he leído en mucho tiempo. Gracias!!!