Sobran los suma-cero
Antonio A. Herrera-Vaillant
Una de las peores facetas del drama venezolano es que su solución no está enteramente bajo el control de los ciudadanos de este martirizado país.
Venezuela hoy se encuentra altamente intervenida y en su suelo están firmemente estampadas las insolentes plantas de cubanos, rusos, iraníes, terroristas del Medio Oriente y guerrilleros procedentes de Colombia – entre otros.
Por otra parte, el contrapeso a esta deplorable situación depende en alto grado de las naciones democráticas del mundo, cuyas agendas y prioridades no coinciden con las del sufrido pueblo que padece las más terribles consecuencias del terrible desgobierno a que se ha visto sometido.
La postura fundamental del mundo civilizado es evitar violencia internacional en Venezuela hasta donde le sea posible: No en la medida de las urgencias de una población atormentada y sometida a todo tipo de agresiones, sino en función de las realidades domésticas en cada uno de los países que adversan al régimen tiránico.
De su parte, el tenaz movimiento democrático se encuentra ante el difícil dilema de no crear falsas expectativas entre las grandes mayorías que adversan a la dictadura, y a la vez mantener en alto el activo espíritu de protesta y resistencia que sectores mayoritarios del país vienen sosteniendo desde hace más de tres lustros.
El consenso de la comunidad claramente apunta a reforzar la capacidad negociadora de las fuerzas democráticas para llegar a una eventual mesa de negociación en las mejores condiciones posibles para realmente conducir al restablecimiento de la democracia por vía electoral y no violenta.
La dictadura y sus aliados trabajan precisamente en sentido contrario y para ello cuentan con debilitar al movimiento democrático, fomentando división y derrotismo en su seno. Por eso resultan tan altamente contraproducentes las posturas efectistas y extemporáneas de ciertos voceros que solo parecen preocupados por su futuro posicionamiento político, agitando propuestas ilusorias ante un público desesperado.
Aún los principales aliados externos – escandalizados ante el oportunismo irresponsable de algunos – han considerado oportuno emitir mensajes que centran la discusión en la medida de las realidades globales del drama venezolano, para evitar que esas facciones delirantes y desaforadas tengan algún impacto negativo en la motivación del movimiento democrático.
No se trata de pedir unanimidad ni de imponer pensamientos únicos en los pocos medios de comunicación social que les quedan a los venezolanos, pero en medio de una crisis tan profunda todos aquellos que no suman, restan.