Soberanía e integridad como pretexto
Los líderes totalitarios gustan exacerbar en la población los sentimientos patrios. Cuando barruntan la pérdida del poder, desarrollan campañas propagandísticas echando por delante los conceptos soberanía e integridad. Son contrarios a las consultas electorales. Detestan la alternancia, de allí que armen trapisondas para ocultar las trapacerías electorales.
En 1914 al Congreso de la República tocaba nombrar, no elegir, el Presidente de la República que sustituiría al general Juan Vicente Gómez, Vice-Presidente encargado por ausencia del titular general Cipriano Castro a quien había derrocado. Las mieles del poder lo habían atrapado y decidió no entregarlo. Argumentó que Castro preparaba una invasión por las costas de Falcón, decretó Estado de Conmoción y la consiguiente suspensión de toda actividad electoral. Lo demás es historia conocida. Regresó y tiranizó al país hasta 1935 cuando la guadaña de la parca lo dio de baja.
Ni hablar de la diabólica troica comunista: Lenin, Trotski y Stalin, tampoco Benito Mussolini ni Adolfo Hitler realizaron elecciones libres que garantizaran la alternación en el ejercicio del poder. La democracia cobró vigencia en esos países cuando los tiranos o sus herederos fueron despojados por la ira de los pueblos, por rebelión cívico-militar o por la muerte del tirano.
Latinoamérica padece dictaduras desde que se hizo independiente. El estamento militar se cree con derecho a dirigir los países con rigidez cuartelesca que aunada a la ignorancia de lo que son políticas públicas para el desarrollo y bienestar de la nación, conjugada con la propensión al robo de los dineros públicos, han hundido a los pueblos en el atraso y la ruina. En ocasiones, antes de que el pescuezo quedara separado del tronco, han pretendido legitimarse. Fueron derrotados pero escamotearon el triunfo de la oposición. Caso singular el de Pinochet, reconoció su derrota pero la culpa y su ser autoritario lo obligaron a mantener el control militar hasta que fue apresado en Europa.
Fidel Castro pregonó que su revolución tenía por objeto restituir la democracia aplastada por la dictadura de Batista. Asaltó el poder, no realizó elecciones libres y estableció una tiranía hereditaria; fusilando a troche y moche implantó el modelo económico marxista y arruinó a Cuba. Después de Bahía de Cochino, inventó un montón de invasiones y atentados sin sufrir un rasguño. Raúl, igualmente criminal y sin pararle a las chocheras del cagalitroso hermano mayor, se está abriendo al capitalismo y avanzará lentamente hacia la democracia. Prolongará la dictadura hasta que la prosperidad lo ahogue.
La dictadura castro-comunista instaurada por el Comandante Bellaco en Jefe Hugo Chávez, heredada y continuada por el dúo ilegítimo Nicolás Maduro- Diosdado Cabello o al revés, mantiene batalla en solitario por la defensa de la soberanía y la integridad, cuento preferido por los gobiernos de mala calaña. Con la visita de los ex-presidentes Pastrana y Piñero así como la de los senadores brasileros, consideradas violatorias del principio de autodeterminación y los deliberadamente erróneos decretos de delimitación con Guyana y Colombia, buscan tensar la fibra patriótica convocando a la defensa de la soberanía e integridad de la patria, cuyo propósito es el de revertir la derrota, cantada por todas las encuestadoras, en las elecciones para Asamblea Nacional a realizarse el 06-12.
Convocar a la defensa de la soberanía e integridad de la patria podría capturar los votos que hagan la diferencia entre perdurar en el poder o rendir cuentas por el saqueo al erario público, la quiebra de PDVESA y el remate de sus activos, el desabastecimiento y la inflación más alta del mundo, el derrumbe de la educación y todos los servicios, la inseguridad asesina, y por los políticos perseguidos, encarcelados y torturados.
En ese pozo séptico están las razones de la alharaca de la “defensa de la soberanía e integridad de la patria” y el objetivo: declarar Estado de Conmoción propicio para suspender las elecciones y… colorín colorado, que el dúo Maduro-Diosdado quedará… ¿atornillado? Podría ocurrir cualquier cosa, porque la gente está muy arrecha y nadie sabe…